Ahogamiento

El ahogamiento es un tipo de asfixia provocado por la inundación de las vías respiratorias.

Ahogamiento

Vasili Perov: La ahogada, 1867
Especialidad medicina de emergencia

No hay que confundirlo con el atragantamiento (asfixia por la entrada de un cuerpo extraño en las vías respiratorias). Este tipo de ahogamiento por falta de aire es debido a la obstrucción de vía aérea por cuerpo extraño (OVACE). La desobstrucción de la vía aérea en humanos se realiza mediante primeros auxilios como la maniobra de Heimlich, tras haber animado al paciente a que tosa.

El ahogamiento habitualmente sucede por sumersión, cuando el cuerpo se hunde en líquido.

Definición de ahogamiento

El ahogamiento se produce cuando un ser vivo es incapaz de respirar porque los órganos que suministran aire al cuerpo están sumergidos en un líquido. El concepto de ahogamiento puede referirse al ahogamiento ya sucedido o al que esté sucediendo en el presente. El proceso de ahogamiento puede resultar en muerte o ser interrumpido por algún tipo de auxilio.

Vocabulario técnico

Definición: En el Congreso Mundial sobre Ahogamiento del 2002, los expertos citados por la Federación Internacional de Salvamento desarrollaron la siguiente definición de ahogamiento: es el proceso de experimentar impedimento respiratorio por la sumersión o inmersión en un medio líquido.

Ahogamiento y semiahogamiento: En 1939 fueron introducidos los conceptos semiahogamiento y ahogamiento para estudios forenses, de los que se ha demostrado no tener fundamento, agregando equívocos a la terminología y definición. Otros han definido al ahogamiento como la muerte después de la sumersión o la muerte que ocurre después de la admisión hospitalaria, y al semiahogamiento como la supervivencia después de la sumersión.

Inmersión y Sumersión: Los conceptos técnicos de inmersión y sumersión son éstos:

  • Inmersión: cuando no todo el cuerpo de una persona está dentro del medio líquido.
  • Sumersión: cuando el cuerpo entero de una persona está dentro del medio líquido.

En el habla coloquial en español prácticamente no tienen diferencia, y el diccionario indica que se refieren a meter alguna cosa en líquido.[1][2]

Atragantamiento y ahogamiento: Puede haber en español alguna confusión entre el atragantamiento y el ahogamiento. Ambas palabras se refieren a una asfixia, pero, cuando la provoca un objeto que se atasca, la palabra correcta es atragantamiento,[3][4] y no ahogamiento,[5] que se refiere, entre otras cosas, a "sumergir algo en el agua".[6]

El error de tomar una palabra en lugar de la otra aparece a veces en las traducciones al español de guías de primeros auxilios escritas en inglés (donde las palabras son choking y drowning). En el caso de esas guías, es importante que sean bien traducidas al español, porque los primeros auxilios para el atragantamiento (desatascar un objeto) son distintos de los primeros auxilios para el ahogamiento (sacar a alguien fuera del agua). Sin embargo, en el habla coloquial no hay problema, y alguien puede avisar de que se ahoga queriendo decir que se asfixia por cualquier motivo.

Causas

El ahogamiento se debe principalmente a la imposibilidad de la víctima para nadar o a la disminución de su nivel de consciencia. En la mayoría de los casos se combinan las dos circunstancias, producidas por el “pánico” y por el “agotamiento” posterior de la persona envuelta en una situación de riesgo dentro del agua. El “pánico” se refiere a un miedo que conlleva la incapacidad de una persona para ayudarse a sí mismo o a otros. El “agotamiento” se refiere a la falta generalizada de fuerzas por la fatiga que viene tras realizar un esfuerzo intenso. Ambas causas son las principales de la mayoría de los ahogamientos que pueden suceder en aguas abiertas en un día cualquiera.

El escenario habitual de ahogamiento suele ser el de que a una persona el agua le cubra hasta la cintura o poco más, pero sea empujada por una ola unos metros más adentro; o que alguien esté a poca profundidad en una piscina con desnivel, y caiga hacia un nivel más bajo, y entonces deje de tocar fondo, se asuste y comience a luchar por mantenerse a flote, se canse y se hunda porque le abandonen las fuerzas.

Prevención

El ahogamiento es un peligro para el que existen medidas de prevención largamente estudiadas y recomendadas por las instituciones:[7][8][9]

Supervisar a quienes están en el agua es fundamental para prevenir ahogamientos.
  • Vigilancia: La supervisión es fundamental en cualquier persona, pues no siempre los ahogamientos llaman la atención con ruidos y chapoteos, sino que pueden pasar inadvertidos (por ejemplo: en gente que queda inconsciente, etc.). Supervisar es especialmente importante en los niños. Cada día mueren más de 500 niños ahogados en el mundo. Los niños pequeños deben ser supervisados, estén dentro del agua o en sus alrededores, sepan nadar o no. Hay que evitar dejarlos solos en lugares con agua, como piscinas, bañeras, tinas, albercas, la taza del wc, etc. Un bebé puede ahogarse en 2 centímetros de agua (en una bañera, etc.). Además, los bañistas deberían estar al alcance de alguien que pudiese rescatarlos, de manera que pudiesen ser rescatados a tiempo. Cuando un niño es pequeño, podría tardar en ahogarse entre 30 segundos y 2 minutos. Y, en menos de esos 2 minutos, un adulto bajo el agua podría perder el conocimiento. Elegir sitios de natación vigilados por socorristas es más seguro. Por supuesto, para que esto funcione, los socorristas deben dedicarse a su trabajo y eliminar distracciones como utilizar el teléfono móvil para el ocio, etc. Los teléfonos móviles sí que podrían ser útiles para pedir ayuda a algún socorrista o servicio sanitario, dependiendo de la situación. La OMS recomienda analizar en qué horas nada más gente para aumentar la cantidad de socorristas en ese tiempo (cuanta más gente está nadando, más tarea tiene cada socorrista).
  • Aprendizaje de natación: Saber nadar es una de las mejores defensas para no ahogarse. Los estudios recomiendan que los niños aprendan a nadar cuando tienen entre 1 y 4 años, pero en un entorno seguro y siendo supervisados. Aprender a nadar también puede ser útil para los adultos, que igualmente tienen que tomar las clases en un entorno seguro y siendo supervisados. Cuando uno ya ha aprendido a nadar, todavía puede ahogarse (por el estado del agua y otras circunstancias), así que sigue siendo conveniente nadar en lugares seguros y bajo vigilancia.
  • Educación adicional: La OMS recomienda entrenar al público en general en primeros auxilios para ahogados, en reanimación cardiopulmonar (RCP), y para comportarse de manera segura en el agua. Por otra parte, conviene dar a los menores algunas normas de seguridad para evitar ahogarse. Si no saben nadar, conviene enseñarles a no acercarse a aguas profundas.
  • Vallar las piscinas: Todas las piscinas, sean privadas o públicas, deberían estar valladas y cerradas, por todos sus lados, para que no accedan a ellas niños pequeños ni cualquier otra persona. La "ley Raffarin" aplicada en Francia en 2003, que obligó a vallar cualquier piscina, redujo en un 75% los ahogamientos de niños. También conviene supervisar que en la superficie de las piscinas no han quedado objetos que atraigan a los niños.
  • Boca de drenaje en piscina.
    Absorbidos por las piscinas: Las piscinas tienen normalmente sistemas de drenaje que absorben y emiten agua. Si funcionan mal, pueden succionar a los propios nadadores, causándoles alguna lesión o incluso atrapándolos por el pelo o algún miembro, lo que podría inmovilizarlos y ahogarlos. Para evitarlo, las bocas de drenaje y sumideros tienen que estar cubiertos con rejillas y tapas (según corresponda), pero además deben succionar con una potencia que no sea excesiva. Esto requiere hacer bien la instalación de la piscina, comprobarlo y someterla a revisiones periódicamente. También recomiendan que la piscina tenga varias bocas de drenaje pequeñas y espaciadas en vez de solo una grande, aunque lo principal es que el sistema funcione bien.
  • Enfermedades problemáticas: Algunas enfermedades requieren una prudencia especial estando cerca del agua. La epilepsia y las convulsiones en general son problemáticas para nadar, bucear y bañarse, por el peligro de sufrir un ahogamiento durante el momento de la convulsión. De hecho, el ahogamiento (principalmente en bañeras) es la causa más común de muerte no intencionada para la gente que sufre ese tipo de enfermedades. Por eso, está recomendado que los epilépticos se duchen en vez de bañarse.
  • No nadar borracho ni drogado: Las estadísticas indican que el alcohol y las drogas aumentan la posibilidad de ahogarse. Este peligro es mayor en los bares situados junto al agua, en las fiestas realizadas en barcos-discoteca, etc.
    Chalecos salvavidas (modelo sin parte de atrás). Para saltar al agua con ellos, abrocharlos alrededor del cuerpo y agarrarlos por la zona delantera del cuello.
  • Utilizar chaleco salvavidas: Los niños que no sepan nadar, los discapacitados, y otra gente con peligro de ahogarse, deberían llevar un chaleco salvavidas abrochado cuando estén en el agua, e incluso cerca del agua. Existen otros utensilios flotantes (flotadores hinchables con forma de rosco, flotadores de brazos llamados "manguitos", cosas de espuma, etc.) que realmente pueden llegar a ser de utilidad (según cómo sea cada uno de ellos), aunque las instituciones no les dan la categoría de instrumentos de seguridad sino la de juguetes.[10] El instrumento considerado seguro para mantenerse a flote en el agua es el chaleco salvavidas (lifejacket) homologado, abrochado de manera correcta y siempre con la correa pasando alrededor del cuerpo. También son considerados instrumentos de seguridad el salvavidas con forma de aro de tipo profesional (hoop-buoy, lifebuoy, ring-buoy, life-ring, life-donut, lifesaver o lifepreserver), el cual está diseñado principalmente para ser arrojado, y otras variantes de salvavidas profesionales que los socorristas acuáticos pueden utilizar en sus rescates.
  • No ponerse nervioso en el agua: Esto es para evitar cansarse, pues el cansancio dificulta la natación. El agotamiento puede aparecer debido a movimientos ansiosos realizados por miedo durante el ahogamiento. Por otra parte, un error de cálculo acerca de las propias fuerzas puede dejarlo a uno exhausto antes de llegar a la orilla del mar o el bordillo de una piscina. Reducir el ritmo de la natación ayuda a que el cansancio disminuya. En caso de sufrir un tirón, calambre o contractura (espasmo muscular), mantener la calma, ir avanzando hacia la orilla y pedir ayuda si es necesario. Si uno es picado por una medusa, es posible salir del agua sin mayor problema aunque haya algún dolor o escozor. Cuando algún problema hace que nadar sea más difícil, es posible flotar haciendo el muerto (posición horizontal boca arriba), pues esa posición permite flotar sin esfuerzo.
  • No saltar al agua sin antes conocer la profundidad: También conviene saber si hay o puede haber rocas que sobresalgan. Los saltos de cabeza causan más del 70% de todas las lesiones medulares relacionadas con actividades deportivas y recreativas. Una caída desde gran altura sobre agua de poca profundidad (en el mar o en piscinas) provoca el darse un golpe contra el fondo. Esto podría matar a la víctima, dejarla en parálisis permanente, o hacer que muera ahogada tras sufrir una lesión en el cerebro o el cuerpo.
  • Evitar las aguas peligrosas: Evitar nadar en aguas turbulentas, con olas muy grandes, con animales peligrosos, y en las demasiado frías. Evitar también las corrientes que puedan arrastrarlo a uno. Estas corrientes pueden tener alguna característica que permita ver que están ahí, como ser más turbulentas, más espumosas, arrastrar cosas o escombros, etc. En caso de ser atrapado por una corriente, nadar hacia fuera de ella (es posible ir alejándose poco a poco en diagonal hasta llegar a la orilla).
  • Salvavidas profesional.
    Navegar con seguridad: Una parte importante de las víctimas de ahogamiento muere en accidentes de navegación. Navegar con seguridad incluye informarse del estado del mar y que la embarcación vaya equipada con instrumentos reglamentarios para mantener a flote a las personas. Estos son los chalecos salvavidas (lifejacket, ver arriba) y los salvavidas profesionales con forma de aro (hoop-buoy, lifebuoy, ring-buoy, life-ring, life-donut, lifesaver o lifepreserver).
  • Nadar por parejas ("sistema del compañero"): Este sistema consiste en no nadar solo, sino junto a un compañero que pueda ayudar en caso de que haya algún problema. Estar acompañado también es útil para que otro vigile cómo nada uno.
  • Robots y drones de rescate: Algunos aparatos modernos son capaces de realizar un rescate acuático, así que el poseerlos mejora la seguridad. Son dirigidos a distancia por control remoto. Existen pequeños robots de rescate flotantes que pueden moverse por el agua, lo que permite que la víctima los agarre y sea remolcada hasta alcanzar la orilla. También hay drones voladores que pueden llegar hasta la posición de la víctima a gran velocidad, arrojarle un chaleco salvavidas y ayudar a los rescatadores a localizarla.
  • Hacer caso a normativas: La mayoría de la gente que sufre algún ahogamiento no siguió las normas de seguridad. Es importante hacer caso a los letreros, a las banderas que indican si es posible la natación y a las indicaciones del personal responsable (socorristas, guardacostas, etc.).

Tiempos de ahogamiento

El tiempo de vida estando sin respirar bajo el agua depende de varios factores: la energía gastada mientras uno se ahoga, las veces que uno logre respirar, el estado físico, la edad, etc.

Inconsciencia:

Bajo el agua, alguien tardaría en quedar inconsciente entre 1 y 3 minutos (de manera muy general).[11]

Los mayores especialistas del mundo aguantan unos 3 minutos buceando antes de quedar inconscientes y casi 25 minutos si se quedan totalmente estáticos, aunque a la larga pueden sufrir secuelas o percances, siendo sus competiciones muy peligrosas.

Muerte:

Bajo el agua, alguien tardaría en morir hasta 10 minutos o muy poco más (de manera muy general).[11] Aunque, en un caso óptimo excepcional, los primeros auxilios reanimaron a un ahogado que estuvo bajo el agua 1 hora y 5 minutos aproximadamente.[12][13]

Rescate (salvamento) de víctimas y sus primeros auxilios

Cuando una persona se ahoga (sea en una piscina, en el mar, en un río, o donde sea), o desaparece en el agua, es necesario realizar un salvamento acuático[14] rápidamente. Esto es una operación de rescate con varias fases que pueden ser resumidas así:

Rescate desde una base segura. Cuando el rescatador extiende un objeto, conviene que se tumbe para no ser arrastrado al agua.

1. Poner en marcha el salvamento: Analizar la situación y pasar a hacer algo pronto. Lo más rápido es:

  • Si hay algún socorrista por allí, pedirle que ayude a la víctima o avisarle de por dónde ha desaparecido.
  • Acercar a la víctima algo a lo que agarrarse. Si es algo que flota, intentar lanzárselo sin que le golpee en la cabeza. Si uno puede alcanzar a la víctima desde fuera del agua (con un objeto, la mano o el brazo), tumbarse bien pegado al suelo (para evitar ser arrastrado hacia el agua por la víctima), y extenderle el objeto para que lo agarre.

Cuando los recursos anteriores no son posibles, aún es posible hacer todo lo siguiente:

  • Llamar a los servicios de emergencia.
  • Aconsejar a la víctima que haga el muerto (colocarse horizontalmente boca arriba), pues esa posición permite flotar sin esfuerzo. La gente alrededor puede dar algún otro consejo para guiar el salvamento, si tiene algo que decir.
  • Algunas zonas de natación tienen drones voladores capaces de arrojar chalecos salvavidas, o robots capaces de flotar hasta la víctima y a los que podría agarrarse. Es posible preguntar por ellos.
  • Pedir alguna barca de remos u otro vehículo disponible para acercarse a la víctima y auxiliarla desde allí. Conviene llevar algo a lo que la víctima pueda agarrarse, sea algo que flote y pueda ser lanzado (sin que le golpee en la cabeza), o algo que pueda ser extendido (como una cuerda o palo largo) y desde lo cual el rescatador pueda tirar de la víctima (siendo recomendable tumbarse antes sobre el vehículo para evitar ser arrastrado hacia el agua).
  • Alguien podría intentar sacar a la víctima nadando, pero sólo si piensa que es capaz de hacerlo bien (técnicamente y físicamente). Es posible pedírselo a cualquiera que esté cerca y sea capaz de lograrlo correctamente y con cierta seguridad. Entonces uno podría dedicarse a guiar ese rescate, si sabe.


2. Sacar a la víctima fuera del agua: Si la víctima no está agarrada a algo, ni puede salir del agua, es necesario sacarla de allí. Para ello, alguien tiene que nadar hasta donde está, y hacerle una maniobra con la cual remolcarla[15] hasta tierra. Es una operación que conlleva peligro, por lo que sólo hay que hacerla si uno piensa que es capaz de hacerla bien (técnicamente y físicamente). También es posible intentar lo mismo desde un vehículo flotante: barcas de remos, etc. (como ha sido mencionado ya).

Rescate acuático: El rescatador ya ha controlado la posición de una víctima ansiosa (la parte de mayor peligro), y comienza una maniobra de remolque hacia tierra. La boca y nariz de la víctima se mantienen fuera del agua.

En el rescate mediante natación, es de gran importancia el momento en el que el rescatador llega hasta la zona de la víctima e intenta tomar contacto con ella. Cuando la víctima lo vea acercarse, es normal que intente agarrarlo desesperadamente. Algunos socorristas expertos nadan llevando con ellos algún objeto o toalla para que la víctima se agarre a eso (e incluso remolcarla así si es posible). Otros empiezan ofreciéndole una mano. Y otros directamente toman su brazo y se lo ponen detrás de la espalda para inmovilizarla antes de comenzar cualquier maniobra. En cualquier caso, el rescatador tiene que manejar ese primer momento y comunicarse con la víctima para intentar coordinar una maniobra de remolque.

En caso de que el agarre inicial falle, y la víctima se cuelgue del rescatador, y el rescatador no logre inmovilizarla ni zafarse de ella, el rescatador podría liberarse con sólo bucear un poco hacia abajo (porque las personas que no saben nadar tienden a moverse en sentido contrario: hacia arriba, para asomarse a la superficie). Tras escaparse así, el rescatador puede volver a intentar realizar el agarre inicial.

Si la víctima está hundida, hay que sacarla a la superficie. En caso de que esté hundida a poca profundidad, valdría con agarrar uno de sus brazos (con cuidado, pues una víctima consciente puede intentar agarrarse desesperadamente al rescatador), y sencillamente ir tirando de ese brazo hacia arriba y en diagonal mientras uno nada (pues los cuerpos tienden a flotar), y seguir nadando así hasta que la víctima ascienda del todo (aunque luego tendría que ser llevada hasta la orilla estando horizontal y boca arriba, o al menos con la cabeza fuera del agua). Pueden suceder los inconvenientes de que la víctima esté aún consciente y se agarre al rescatador desde debajo del agua de manera peligrosa, y de que esté hundida tan profundo que su brazo no pueda ser alcanzado desde la superficie, así que a veces es necesario sumergirse, sostenerla por detrás y subirla en vertical.

Cuando el rescatador ya tiene a la víctima agarrada correctamente, hay que remolcarla hasta tierra. Existen varias maniobras de remolque, pero, sea cual sea la elegida, la boca y la nariz de la víctima deben quedar siempre fuera del agua, y la maniobra tiene que permitir al rescatador nadar con fluidez. La maniobra de remolque más habitual es:

  • Remolque mano-mandíbula: Ponerse tras la víctima e inclinarla boca arriba. Luego, pasar un brazo por debajo de la axila de la víctima y sujetar su mandíbula con la mano de ese mismo brazo que ha pasado bajo su axila. El rescatador puede tirar de la víctima con ese brazo, y le queda otro brazo libre para nadar. La manera más fácil de nadar así sería hacia atrás, pero el rescatador puede intentar hacerlo con otro estilo mientras no hunda la cara de la víctima.

Si la víctima está inconsciente, hay opción de hacer algún remolque incluso más fácil, pues en ese caso solo hay que ponerla horizontal boca arriba, y nadar tirando de alguna parte de su cuerpo (normalmente de una muñeca) o de su ropa (normalmente del cuello de su camisa); pero es el rescatador quien tiene que ver cómo puede remolcarla mejor.

Los socorristas profesionales[16] conocen varias maniobras más, apropiadas para cada ocasión, y pueden ayudarse de algún instrumento reglamentario.

Ventilaciones.


3. Hacer los primeros auxilios requeridos: Ya en tierra, si la víctima no respira o su corazón no late, hay que hacerle rápidamente una reanimación cardiopulmonar (RCP). Si la víctima respira pero está inconsciente, requiere ser tumbada de lado, para evitar que vomite y pueda atragantarse con el vómito.

Compresiones torácicas.

En la reanimación cardiopulmonar (RCP), la víctima es tumbada boca arriba y el rescatador se pone a su lado.

Si la víctima es mayor que un bebé: Comenzar por hacerle 5 ventilaciones iniciales (pinzar su nariz con los dedos, abrir su boca, cubrirla con la boca del rescatador e insuflarle aire así), para movilizar el agua que haya entrado a los pulmones. A continuación, se alternan continuamente series de 2 ventilaciones (del mismo tipo) con series de 30 compresiones torácicas (presionando con las manos cruzadas sobre la mitad inferior de su esternón: el hueso vertical del centro del pecho). Estas series siguen hasta que la víctima vuelva a respirar correctamente o lleguen los servicios médicos.

Si la víctima es un bebé (un niño de muy poco tamaño, normalmente de menos de 1 año): el método es el mismo que para otras víctimas pero con las únicas diferencias de que:

  • En la parte de ventilaciones, la boca del rescatador cubre a la vez la nariz y la boca del bebé (porque la cara de los bebés es muy pequeña).
  • En la parte de compresiones torácicas, éstas se hacen con solo 2 dedos (en la mitad inferior del esternón: el hueso vertical del centro del pecho).

Durante un tiempo se popularizó la idea de que la maniobra de Heimlich contra atragantamientos también funcionaría para reanimar a los ahogados en agua, pero actualmente está desaconsejada para reanimaciones.[12]

Estadísticas

El ahogamiento es un problema de salud pública importante que provoca 320 000 muertes al año en todo el mundo.[17]

Aunque está poco reconocido en los países en desarrollo, es la tercera causa de muerte por lesión involuntaria después de los accidentes de tráfico y las caídas. Esto excluye a los accidentes de transporte acuático.[cita requerida]

La gran mayoría (aproximadamente, el 97 por ciento) de las muertes por ahogamiento sucede en países con ingresos medios y bajos. Las regiones occidentales del Pacífico y de Asia Sur-Oriental suman el 60 por ciento de este tipo de mortalidad. Los varones en África y el Pacífico occidental tienen las tasas de mortalidad por ahogamiento más altas del mundo.[cita requerida]

Considerando a las víctimas por grupos de edad, son los niños menores de cinco años de edad los que tienen las tasas de mortalidad por ahogamiento más altas. Entre la mitad y el 60 por ciento de los fallecidos por ahogamiento son niños de entre 0 y 14 años.

Según informa la Organización Mundial de la Salud en su Censo Global de Lesiones, el ahogamiento es la primera causa de muerte en el mundo para los niños varones con edades entre los 5 y 14 años, y la quinta causa de muerte para las niñas del mismo grupo de edad. Según la OMS, el 0,7 % de todas las muertes en el mundo, o más de 500 000 muertes cada año son debidas a la asfixia por sumersión accidental. Este número no incluye a los ahogamientos que ocurren en inundaciones, tsunamis y accidente de navegación, por lo tanto las cifras reales deben ser mayores.

La población más vulnerable son menores de 14 años, y es 2.5 veces más probable que ocurra en los varones que en las mujeres. En México, el 90 por ciento de quienes llegan con vida al hospital por sumersión presentan secuelas graves en el cerebro, en los pulmones, en el intestino y en el corazón.[18]

Referencias

  1. ASALE, RAE-. «inmersión | Diccionario de la lengua española». «Diccionario de la lengua española» - Edición del Tricentenario. Consultado el 9 de febrero de 2020.
  2. ASALE, RAE-. «sumersión | Diccionario de la lengua española». «Diccionario de la lengua española» - Edición del Tricentenario. Consultado el 9 de febrero de 2020.
  3. ASALE, RAE-. «atragantamiento | Diccionario de la lengua española». «Diccionario de la lengua española» - Edición del Tricentenario. Consultado el 9 de febrero de 2020.
  4. ASALE, RAE-. «atragantar | Diccionario de la lengua española». «Diccionario de la lengua española» - Edición del Tricentenario. Consultado el 9 de febrero de 2020.
  5. ASALE, RAE-. «ahogamiento | Diccionario de la lengua española». «Diccionario de la lengua española» - Edición del Tricentenario. Consultado el 9 de febrero de 2020.
  6. ASALE, RAE-. «ahogar | Diccionario de la lengua española». «Diccionario de la lengua española» - Edición del Tricentenario. Consultado el 10 de febrero de 2020.
  7. Centers for Disease Control and Prevention. «Water-Related Injuries».
  8. «Ahogamientos». ELMUNDO. 27 de junio de 2017. Archivado desde el original el 17 de noviembre de 2017. Consultado el 10 de febrero de 2020.
  9. AEPED. «Recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría para evitar ahogamientos».
  10. Centers for Disease Control and Prevention. «Water-Related Injuries».
  11. «¿Cuánto tiempo podemos aguantar bajo el agua sin respirar?». web.archive.org. 19 de noviembre de 2020. Archivado desde el original el 19 de noviembre de 2020. Consultado el 17 de mayo de 2021.
  12. Parenteau, Michael; Stockinger, Zsolt; Hughes, Stephen; Hickey, Brad; Mucciarone, James; Manganello, Christopher; Beeghly, Andrew (1 de septiembre de 2018). «Drowning Management». Military Medicine 183 (suppl_2): 172-179. ISSN 0026-4075. doi:10.1093/milmed/usy136. Consultado el 17 de mayo de 2021.
  13. «Mosby's Paramedic Textbook - Mick J. Sanders, Lawrence M. Lewis, Gary Quick - Google Books». web.archive.org. 1 de agosto de 2020. Archivado desde el original el 1 de agosto de 2020. Consultado el 17 de mayo de 2021.
  14. «Water Rescues: Reach, Throw, Row, Go». PreppingToSurvive.com (en inglés). 15 de septiembre de 2011. Consultado el 12 de febrero de 2020.
  15. Piquin, Judit Freire (14 de marzo de 2014). «A 1000 revoluciones por minuto: SALVAMENTO ACUÁTICO I». A 1000 revoluciones por minuto. Consultado el 11 de febrero de 2020.
  16. Torras, Ramón; Prats, Teresa; Roelas, Gil; Riera, Jordl; Viejo, Alfredo; Alfaro, Vicente (1995-01). «Perfil Fisiológico de los Deportistas de Salvamento Acuático.». Apunts. Medicina de l'Esport 32 (125): 157-163. ISSN 1886-6581. doi:10.1016/s1886-6581(95)75868-6. Consultado el 11 de febrero de 2020.
  17. OMS. «Drowning, fact sheets».
  18. Día Mundial para la Prevención de Ahogamientos (Consultado miércoles, 26 de julio del 2023.)

Enlaces externos

Véase también

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