Alcarraza

Se llama alcarraza a diferentes piezas de cacharrería cerámica tradicional relacionadas con la alfarería de agua. En términos generales se trata de una vasija fabricada con arcilla porosa y poco cocida, usada para conservar el agua fresca siguiendo uno de los más primitivos ingenios de destilación y evaporación.[nota 1]

La jarra cubierta por una taza a modo de tapa es una alcarraza o "talla de blanco Triana", que el sevillano Diego Velázquez pintó un su cuadro juvenil El aguador de Sevilla.

Etimología y origen

Linguísticamente, alcarraza es voz que proviene del árabe hispánico «alkarráza», a su vez del árabe clásico «kur[r]āz», y este del persa «korāz» ("buche", por supuesta alusión a su forma esferoide).

Históricamente, se ha documentado el uso de recipientes con morfología y propiedades similares en el Antiguo Egipto, introduciéndose en Europa con la expansión musulmana a partir del año 700.[nota 2]

En América responden al nombre de alcarraza recipientes de muy diferente raíz. Así, conviene diferenciar las alcarrazas precolombinas, vasijas aguadoras o ceremoniales que perdieron su nombre original en favor del término colonizador, de muy diferente y rica morfología, de la alcarraza española o de porte español, de la que es fácil encontrar ejemplares y referencias en Cuba y otras islas de cultura hispana. Por el contrario, existen recipientes en parte de Mesoamérica que heredan las formas y las tradiciones de la talla canaria, de probable origen africano.[1]

  • Ya desaparecida, la "albarrada" era un modelo de botijo con dos asas. El DRAE lo define como jarro.[2] En Aragón, el rallo o botijo-rallo podría también ser considerado como un tipo de alcarraza.

Tallas andaluzas y canarias

Siguiendo recursos culturales de origen púnico y técnicas conservadas en pleno siglo XXI en el Magreb norteafricano, las sociedades rurales canarias han utilizado hasta el tercer cuarto del siglo XX las mismas técnicas primitivas para la destilación del agua de lluvia. El agua de la pila superior o piedra de destilar porosa se filtra y cae en la talla que una vez llena se tapa con un plato, sobre el que se coloca un vaso, taza o jarrito para servir y beber el agua destilada.

El término "talla", de procedencia portuguesa («talha»), denomina al recipiente de panza globular, base plana y cuello cilíndrico.[3]

En Andalucía, en especial en Sevilla (cuya tradición reflejaron Velázquez, Zurbarán o Murillo), a las alcarrazas también se las llama tallas. Son piezas finas, vidriadas de blanco, de base estrecha y boca ancha, con dos asas y los típicos pellizcos o "repulgos" decorando su cuerpo.[nota 3] Vasijas que ya Covarrubias en 1610 describió como "cantarilla con algo de salitre" que, resudando, consigue mantener el agua fresca. También Antonio Ponz en su Viaje de España,[4] a su paso por Andujar anota la fabricación de alcarrazas y su exportación "a Madrid y otras mil partes".[5]

En el valle del río Guadalquivir ha quedado noticia de la producción de alcarrazas en los alfares de Jerez de la Frontera y Lebrija, y ya fuera de Andalucía, fueron pieza característica en los talleres de Valencia, Murcia, Málaga y de localidades como Ocaña, Chiclana, y Felanich (en el archipiélago balear).[5]

En Canarias, sin embargo, se denomina talla a un recipiente grande y panzudo, utilizado para transportar y conservar el agua fresca.[6] Por lo general, se complementa con un plato y una taza o jarrito, y tradicionalmente se colocaba bajo la "destiladera", pila o "piedra de destilar" (gran recipiente poroso, semiesférico, que hace de filtro para el agua de lluvia recogida). Según las zonas, la talla puede ser sustituida por un bernegal, o tomar su nombre.[7]

Referencias

  1. Romero Roque, Moya, alfarería popular de tradición aborigen, p. 9
  2. Antonio Caro, Diccionario de términos cerámicos y de alfarería, p. 27
  3. Zamora Maldonado, El centro locero de Tunte, p. 286
  4. Antonio Ponz: Viaje de España, tomo XVI, pág. 234
  5. Pleguezuelo, 2000, p. 135.
  6. Carmina Useros, Museo de Cerámica, p. 220
  7. Romero Roque, Moya, alfarería popular de tradición aborigen, p. 41

Notas

  1. Como en el botijo el agua almacenada se filtra por los poros de la arcilla y en contacto con el ambiente seco exterior se evapora, produciendo un enfriamiento (2,219 kilojulios por gramo de agua evaporada). La clave del enfriamiento está, por lo tanto, en la evaporación del agua exudada, ya que ésta, para evaporarse, extrae parte de la energía térmica del agua almacenada dentro de la alcarraza.
  2. Cuyo rastro puede seguirse en la cerámica andalusí, en diferentes regiones de Italia (en Sicilia las hacen con una mezcla de tierra calcárea y aluminosa), así como en todo el Norte de África.
  3. Seseña cita (Cacharrería popular, 1997; p.327) que en Andújar se hacían con cuatro asas y cuerpo "de mujer", y con el tiempo perdieron los "repulgos".

Bibliografía

  • Caro Bellido, Antonio (2008). Diccionario de términos cerámicos y de alfarería. Cádiz: Agrija Ediciones. ISBN 84-96191-07-9.
  • Useros Cortés, Carmina; Belmonte Useros, Pilar (2005). Museo de cerámica nacional. Piezas de alfarería de toda España. Albacete, Museo de Cerámica Nacional. Chinchilla de Montearagón. ISBN 84-609-5626-1.
  • Seseña, Natacha (1997). Cacharrería popular. La alfarería de basto en España. Madrid, Alianza Editorial. ISBN 84-206-4255-X.
  • Zamora Maldonado, Juan M.; Jiménez Medina, Antonio Manuel (2004). El centro locero de Tunte (San Bartolomé de Tirajana). Las Palmas de Gran Canaria: Fedac. Cabildo de Gran Canaria. ISBN 84-8103-377-4.
  • Pleguezuelo, Alfonso (2000). «Cerámicas para el agua en el Barroco español». Ars Longa (9-10): 123-138. Consultado el 3 de enero de 2015.
  • Romero Roque, Francisco; Fernández Romero, Cristina (2010). Moya, alfarería popular de tradición aborigen. Las Palmas de Gran Canaria: Beginbook. ISBN 978-84-938500-3-6.

Enlaces externos


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