Ambrosio López

Ambrosio López Pinzón (Bogotá, 9 de diciembre de 1809-Ibídem, 19 de julio de 1897) fue un artesano, militar, activista político y comerciante colombiano.

Ambrosio López

Ambrosio López, “Mutero”, Dibujo de José María Espinosa. Museo Nacional, Bogotá. Archivo de Pedro López Michelsen.
Información personal
Nombre completo Ambrosio López Pinzón
Apodo Mutero
Nacimiento 9 de diciembre de 1809
Santafé de Bogotá, Virreinato de Nueva Granada
Fallecimiento 19 de julio de 1897 (87 años)
Bogotá, Colombia
Nacionalidad Colombiana
Religión Católico
Familia
Padres Jerónimo López
Rosa Pinzón
Cónyuge María Felisa Medina Morales
Hijos Pedro A. López Medina
Ambrosio López Medina
Francisco López Medina
Rafaela López Medina
Mercedes López Medina
FamiliaresAlfonso López Pumarejo (nieto)
Miguel López Pumarejo(nieto)
Alfonso López Michelsen (bisnieto)
Clara López (tataranieta)
Alfonso López Caballero(tataranieto)
Felipe López Caballero(tataranieto)
Información profesional
Ocupación Comerciante, activista político, militar
Años activo 1823-1897
Partido político Partido Liberal Colombiano

Era hijo del sastre del Virrey Amar y Borbón, lo que le permitió gozar de prestigio e influencia en la región. Desde muy joven, López se dedicó a los oficios heredados por sus padres, así como al comercio, mientras en épocas de turbulencia consiguió enrolarse en el Ejército, logrando hacer buenas relaciones con personajes como Antonio Nariño y Francisco de Paula Santander

La trayectoria de López se vio influenciada de gran manera por las diferentes actividades políticas que desarrolló, tanto en la Sociedad de Artesanos -a la que ayudó a fundar y de la que fue uno de sus directores-[1] como en el apoyo a la candidatura presidencial del militar José Hilario López, por lo que estuvo vinculado a los inicios del Partido Liberal colombiano, ya que estuvo en contra de las medidas de libre comercio del gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera, que perjudicaban directamente a sus intereses y a su gremio. 

Biografía

Inicios

Ambrosio López nació el 9 de diciembre de 1809, en Santafé, Virreinato de Nueva Granada, en el seno de una familia de artesanos de la ciudad. López nació meses antes de que estallara el Grito de Independencia en la ciudad, el 20 de julio de 1810,[2][3] con el famoso incidente conocido como "El florero de Llorente".

Se rodeó de pequeño de licor en el taller panadero de su madre, que trajo de su natal Vélez la tradición de la chicha y el pan, y cuando cumplió 8 años fue enviado a la escuela de Josefa Bueno, para los hijos de los artesanos de la ciudad.

Por esa época su padre alcanzó amplia fama trabajando para los últimos dos virreyes de Nueva Granadaː Pedro Mendinueta y Antonio Amar y Borbón.[2] Su padre, sin embargo, falleció cuando Ambrosio tenía 12 años, y el joven se vio obligado a abandonar sus estudios en la escuela y ponerse al servicio del artesano Francisco Posada, quien lo adoptó como su aprendiz.

Trayectoria

En 1823, con apenas 14 años, y luego de que se distanciara de su madre porque ella se volvió a casar, se enlistó en el ejército de Antonio Nariño como músico en la brigada de artillería, pese a que inicialmente el militar se negó a reclutarlo. López estuvo bajo las órdenes de Nariño hasta que con 19 años se pudo retirar, gracias a las buenas relaciones que entabló con el general Francisco de Paula Santander, quien llegó a ser presidente de Colombia por esos días.[3][2]

Ya retirado de la milicia, López abrió su tienda de panadería en el actual barrio Egipto, en Bogotá, lugar que se convirtió en sede de la información clave del país, ya que desde allí López se daba por enterado de los pormenores del poder, como el atentado contra Simón Bolívar (al que llegó a ser vinculado en un inicio), y la llegada a la presidencia de Joaquín Mosquera en 1830 -a quien López apoyaba-. Meses después López se enfrascó en la lucha contra el presidente Rafael Urdaneta, organizando una pequeña guerrilla cuya financiación lo llevó a la quiebra y lo obligó a retirarse de Bogotá, en busca de una nueva fuente de ingresos.[2]

En 1833, López fue encarcelado por estar involucrado con dos socios comerciales de mala reputación, según sus propias palabras,[3] siendo liberado dos semanas después, tras las cuales se reunió con Santander y el poeta Rufino Cuervo, quienes se convencieron de su inocencia , y le permitieron hacerse oficial de artillería. López alternó su labor como militar con negocios de destilería de licores, manufactura y comercio. En 1836 pudo hacerse a una panadería, gracias a un préstamo de un conocido suyo, con la cual pudo incrementar sus ingresos.[2]

En 1840 se enlistó en las filas del gobierno de José Ignacio de Márquez durante la Guerra de los Supremos, y cuando terminó la guerra volvió a sus labores económicas. Sin embargo, por su lealtad al gobierno Márquez, éste y sus sucesores Pedro Alcántara Herrán (1841-1845) y su suegro Tomás Cipriano de Mosquera (1845-1849), le otorgaron a López varios cargos como el de juez, alcalde y capitán del ejército colombiano.[3][2]

Sociedad Democrática

Pese a que era un funcionario del gobierno Mosquera, López se le opuso, cuando en 1847, el presidente Mosquera inició una transformación económica en pro del libre cambio, con el abaratamiento de las aduanas del país; la medida perjudicaba a los artesanos y a López incluido, ya que se volvió imposible competir con las importaciones que el gobierno estaba favoreciendo.[3][2]

Es importante recordar que Latinoamérica atravesaba por reformar liberales radicales. Dichas reformas también tuvieron lugar en el territorio de la Nueva Granada “( y fueron) emprendidas principalmente por la primera generación nacida luego de la Independencia, un grupo de jóvenes, en su mayoría estudiantes de Derecho del Colegio San Bartolomé”.[4]  

Para los políticos artífices de estas reformas el progreso se debía instaurar basándose en unos modelos ya ensañados en otras latitudes como Europa y Estados Unidos, lo anterior es señalado por Frédéric Martínez al señalar como varios de los colaboradores de Tomas Cipriano de Mosquera a pesar de sus distintas orillas políticas y procedencias los hacia “convergen, sin embargo, en su cosmopolitismo y en su convicción de que la construcción nacional se hará gracias al Estado que debe importar a Colombia los modelos de la civilización.”[5]

Las reformas liberales en varias ocasiones encontraron una base de apoyo en los sectores populares como el artesanado, pero la puesta en marcha de estas reformas no supuso a juicio de los artesanos una transformación radical en sus formas de vida. De esta manera Ambrosio López señaló queː[6]

“No fueron lo que son hoi ciertoss imitadores de los hombres corrompidos de la francia que con, sus vanos discursos predican i proclaman los principios mas corruptóres, para hcer desaparecer el temor de Dios, el amor á las buena. costumbres, el justo respeto por la dignidad eclesiástica; i en fin, para difundir por toda doctrina los monstruosos i escandalosos principios de comunismo, de inmoralidad i de impiedad.”
Ambrosio López

Las políticas cosmopolititas no eran bien vistas por algunos sectores del artesanado ya que atentaban contra una raíz más honda de los principios de los artesanos, la religión y la costumbre. Al mismo tiempo las reformas propuestas por el Secretario de Hacienda Florentino González que bajo los principios de libertad comercial y promover el comercio exterior dejaban al artesanado relegado a un papel retrogrado, en donde eran vistos como estorbos para la puesta en marcha de la “civilización” en el país. Las elites, al observar la reticencia de estos sectores que antes los apoyaban “no dudaron en repudiar a sus protegidos, tildándolos de brutos e incapaces de pensar”[7]

Dichos problemas fueron descritos por López asíː[5]

“Los comerciantes, alimentados por lecturas favorables al liberalismo económico, ven con mucho agrado […] una reducción de las tarifas aduaneras y el desarrollo de la navegación a vapor. Perspectivas que, a la inversa, preocupan a los artesanos urbanos quienes presienten el final de la protección de la que han gozado hasta entonces, tanto por los altos niveles de aranceles como por la lentitud de los bongos y champanes que surcan las aguas del río Magdalena.”.
Ambrosio López

Lo anterior no debe hacernos pensar al artesanado y en particular a Ambrosio López como un elemento arcaico-colonial del cual los políticos liberales querían eliminar de la arena política, más bien debemos entender los anteriores acontecimientos inscritos en una compleja red de interconexiones, redes clientelistas y redes solidarias que en ocasiones parecen contraerse o expandirse según los intereses del individuo o del colectivo al que estén inscritos.

Se menciona lo anterior para no ratificar las visiones que desde la historiografía han entendido las relaciones entre el artesanado y las elites políticas como si los primeros fueran únicamente manipulados por los segundos. La interpretación maniquea de opresores y dominados y su discurso en la historia del movimiento de los artesanos tiene sus bases mismas en el siglo XIX cuando artesanos como Ambrosio López mostraban su desencanto con la tradición política y la tildaban de manipuladores de los artesanos. Los fundadores del gremio fueron Ambrosio López, Agustín Rodríguez, Cayetano Leiva, Martín Plata, José María Solano, Francisco Torres, Francisco Londoño, Pedro Aguilar, Máximo Bernal, Rafael Lasso, Bartolomé Andrade, Antonio Chaves, junto a doscientos artesanos más.[8]

Los artesanos apoyaron a López en su elección presidencial, pero luego se le opusieron por sus medidas económicas.

En uno de los documentos escritos por el propio López titulado El desengaño, o confidencias de Ambrosio López, Primer Director de la Sociedad de Artesanos de Bogotá, denominada hoi Sociedad Democratica se contienen los ideales de López respecto de una agremiación por y para los artesanos afectados, y especialmente su apoyo a José Hilario López.

De hecho, en 1849, cuando Mosquera dejó el cargo, López y los artesanos apoyaron la candidatura presidencial de José Hilario López (quien no era pariente de Ambrosio), y según la versión de los conservadores, los artesanos amenazaron de muerte a los congresistas de la época si López no era elegido presidente, siendo uno de los congresistas que lo apoyó su rival conservador Mariano Ospina Rodríguez.[9]

A mediados del siglo, López empezó a desligarse del gobierno liberal; además de que no fue tenido en cuenta para ningún cargo relevante en el gobierno, pese a que su apoyo fue vital para el triunfo de Jospe Hilario López; por lo que el artesano comenzó a mostrarse contrario con la situación política del país. Lo anterior él mismo lo expresó en su autobiografía al decirː[6]

“(tuve que) echar mano de la ruanita, traje con el cual ya nadie me conocía, ni menos se acordaba de mis servicios i sacrificios, i solo los artesanos, los de mi círculo eran los que me servían; de resto los que me habían dado palmadas en el hombro, los que me decían este Lopezitos, tan buen muchacho, tan patriota, tan liberal, todos esos después que se encaramaron ni más les volví a ver."
Ambrosio López, 1856

Puede señalarse que la vuelta al uso de la ruana significo una toma de distancia frente a la política colombiana, en especial con el sector radical del Partido Liberal que era representado por el reformista José Hilario López. Como lo señala la historiadora Pilar López-Bejaranoː[10]

“Volver al uso de la popular ruana es un elemento que en su relato expresa el distanciamiento social, económico y simbólico que en ese momento tiene con las élites políticas de la capital. Sigue para él un periodo de grandes dificultades económicas fuera de la ciudad, situación que resuelve implicándose en variadas actividades ligadas al pequeño comercio, más bien informal, que incluyó la ilegal destilación de aguardiente”

Para 1851 Ambrosio López nos expresa un profundo descontento con la situación política del país, las reformas liberales de mitad de siglo que esperaba cambiaran la situación del artesanado no surtieron un efecto en la vida del mencionado grupo. La publicación de dos comunicados El desengaño, o confidencias de Ambrosio López y El triunfo sobre la serpiente roja, cuyo asunto es del dominio de la nación con una constatación hecha por Emérito Heredia titulado Contestación al cuaderno titulado: El desengaño ó Confidencias de Ambrosio López, etc nos habla de un momento álgido de disputa dentro de la Sociedad Democrática.

López se alejó de la política y murió en su residencia de Bogotá, el 19 de julio de 1897, a los 88 años.[1]

Contexto histórico

El artesanado durante la época colonial

Desde la época colonial en el territorio del Virreinato de la Nueva Granada, los artesanos y su asociación gremial desempeñaron diferentes labores en zapatería, carpintería, platería, sastrería etc. Como lo es señalado por algunos historiadores “Desde principios del siglo XVII, cientos de alarifes, carpinteros, plateros, sastres, herreros, talabarteros, zapateros, pintores y barberos, le fueron cambiando el rostro y la vida a los espacios urbanos y rurales; con su trabajo, embellecían los templos, las calles, las casas y los cuerpos de vecinos y transeúntes de la más variada condición y procedencia”.[11]

Al mismo tiempo fueron varias las legislaciones que intentaron tener un control más eficaz de este grupo humano. Se puede señalar dentro de las leyes y ordenanzas dictaminadas al control y organización del artesanado la “Instrucción general para los gremios” promulgada a finales del siglo XVII durante el mandato de la dinastía de los Borbón y sancionada por el Virrey Manuel Antonio Flórez.[12] Ahora, durante la existencia del ejercicio federalista de las Provincias Unidas de la Nueva Granada también se expidieron leyes que concernían a la supresión de los gremios y la libertad laboral.[13] Lo que nos señala lo anterior es la conformación de un grupo ya establecido desde épocas coloniales que estableció ciertas formas de sociabilidad basadas en "relaciones jerárquicas de autoridad vertical”[14]

Podría sugerirse que el padre de Ambrosio López -Jerónimo López- fue en parte partícipe de estas formas de sociabilidad que se posibilitaban en torno a las prácticas artesanales, claro está que signadas desde una fuerte organización jerárquica basada en la organización de castas propias del sistema colonial que se desarrolló en Hispanoamérica.

A pesar de la aparentemente rígida sociedad estamental de los territorios hispanos y a diferencia de cómo es sugerido por algunas corrientes historiográficas, el ser artesano no estaba restringido a la gente blanca y a su casta. Puede verse en contraposición a lo anterior varios actores mestizos, indios y negros que cumplían la función de artesanos en diferentes regiones del Virreinato de la Nueva Granada. Tal es el caso del artesano negro Pedro Romero “artesano con ascendientes familiares de color, quien tuvo un papel político destacado durante la primera república del Estado de Cartagena de Indias (1811-1815)”.[15] Lo anterior constata la heterogeneidad de personas que aglutino el artesanado de la Nueva Granada.

Artesanado durante el siglo XIX

Ahora, para el periodo en el cual vivió Ambrosio López y durante el momento donde tuvo una mayor participación en los debates políticos (mediados del siglo XIX), el artesanado puede considerarse como una categoría auto-identitaria que varios trabajadores se asignan. En una perspectiva simple, los artesanos pueden considerarse como trabajadores manuales, pero sus intenciones de asociación y sus diferentes formas de sociabilidad hace considerar al artesanado como un actor político que durante el transcurso de gran parte del siglo XIX ocupó un lugar importante en la arena política.

Respecto al lugar que se le asigna al artesanado son variadas las opiniones según la perspectiva. Podemos encontrar en la historiografía visiones que ubican al artesanado como una clase social o como los antecesores del movimiento proletario, por otra parte, se pueden ver opiniones que lo establecen como un movimiento de carácter plebeyo. Respecto a la primera posición, anteriormente mencionada, que trata de encontrar cierta experiencia de clase en los artesanos del siglo XIX se puede encontrar el trabajo realizado por el historiador estadounidense David Sowel.

En el libro The Early Colombian Labor Movement: Artisans and Politics in Bogota, 1832-1919 Sowel intenta recrear en cierta medida el ejercicio realizado por E.P. Thompson sobre la clase obrera inglesa y señalar como el “ser artesano implicaba no sólo una identidad colectiva que emanaba de una función productiva compartida, sino también valores sociales comunes y una posición ante otros sectores sociales”[16] condición que a juicio de Sowell es necesaria y suficiente para considerarla una clase. En contraste con la visión expuesta por Sowell puede verse la expuesta por Francisco Gutiérrez Sanín el cual compone a los artesanos como un movimiento plebeyo.

En palabras concretas, la perspectiva ofrecida por Gutiérrez Sanín se aleja de las interpretaciones de clase ya que estas a su consideración “llevan a un callejón sin salida”,[17] para solucionar esto se postula la posibilidad de entender a los artesanos y a su gran heterogeneidad como un movimiento plebeyo".

Vida privada

Semblanza

En primer lugar, podemos señalar una característica que pocas veces es mencionada al momento de tratar temas concernientes a las formas de organización política y al estudio de la política en general. Al leer con detenimiento las “confidencias” de López y prestando atención a las formas en como este se dirigía a sus colegas artesanos nos daremos cuenta que son numerosas las manifestaciones que apelan a los sentimientos y emociones.

Pude leerse en las primeras líneas del texto escrito por el artesano como esta al presentar su obra se dirige tanto a los dirigentes como a sus compañeros de una forma particular, López escribe que: “Al presentar al público mis pensamientos no lo hago para que me oigan i atiendan los funcionarios del poder; porque estos ni oyen, ni ven, ni tienen corazón, ni me interesa su suerte”.[6]

Por otra parte, al referirse a sus compatriotas Ambrosio López los califica como “amados i respetados compatriotas”.[6] Son dos los calificativos que podemos resaltar en los anteriores fragmentos, (I) La carencia de corazón de los funcionarios del poder (II) El amor hacia los compatriotas. El afecto y los sentimientos de las personas entonces son vehículos que permiten cierta relación política, se puede decir que al no tener buen corazón los dirigentes no tienen prácticas políticas exaltables. Todo lo anterior nos permite sugerir la importancia que las emociones y sentimientos tiene en la arena política para mediados del siglo XIX.

Por otra parte, en relación con la vida de Ambrosio López, se puede ver como el sentimiento es en ocasiones el que mueve las acciones de este, al contarnos como se enlista en el ejército a causa de que su madre contrae matrimonio con un inglés se nos constata como en muchas ocasiones la razón y los cálculos a fin no son los motivos del accionar el sentimiento en este caso de amargura frente a un matrimonio fue el causante de una decisión tan importante como lo era enlistarse en el ejército.

Familia

Ambrosio era hijo de importantes artesanos criollos santafereños, quienes le legaron el arte de la sastrería. Sus padres eran Jerónimo López y su esposa Rosa Pinzón.

Su padre, Jerónimo López fue un maestro artesano que trabajaba como sastre del Virrey de la Nueva Granada Antonio José Amar y Borbón, Jerónimo López partencia a una pequeña elite de sastres de la ciudad de Santafé que se diferenciaba de otros artesanos-sastres más pobres que residían en el barrio Las Nieves, como lo menciona López-Bejarano, se pueden encontrar “sastres pobres completamente integrados al modo de vida de la plebe urbana.[18] En su calidad de maestro, Jerónimo López era poseedor de un taller donde trabajaban al menos dos oficiales de sastrería y otras cinco personas.[10]

Lo anterior refleja las condiciones de los sastres de la época, que podían ganar anualmente más o menos lo mismo que un zapatero o un albañil”.[10]

Su madre, Rosa Pinzón -por lo que cuenta el mismo Ambrosio en su autobiografía- nació en el pequeño pueblo santandereano de Vélez y trabajaba en la fabricación de chicha y pan.[6] Aunque López en su autobiografía menciona que no provenía de una familia de gran hidalguía si sugería que sus antecesores no tenían ninguna mancha, en palabras de López, sus padresː[6]

“no eran hidalgos de nacimiento ni de alta alcurnia, no tenían árbol jenealójico ni títulos de nobleza; pero si estoi seguro que tanto ellos como sus mayores, ni habían sido asesinos, ni ladrones ni han causado mal á la patria.”
Ambrosio López

La defensa que hace López de sus antecesores puede relacionarse con la gran valía que tenía la honra y la dignidad en la sociedad decimonónica de la Nueva Granada. Ejemplo de lo anterior es el estudio realizado por la historiadora Paola Ruiz sobre los juicios de imprenta llevados a cabo en contra del periódico El Alacrán.

Uno de las capas de sentido que revela el estudio de los mencionados juicios de imprenta es la importancia que se le otorga a los asuntos concernientes a defender el buen nombre de la familia, de esta forma “los hombres estaban obligados a limpiar el nombre de su familia y disolver las dudas sobre su honradez en un escenario donde el honor estaba vinculado al estatus y la virtud”.[19] La defensa entonces del padre y madre de López se inscribe en toda una tradición que da un valor importante a no solo el pasado de la familia sino también a la buena/honrada vida que los sujetos pudieron tener en a lo largo de su existencia.

Matrimonio

López contrajo matrimonio con María Felisa Medina Morales, hija de Narciso Medina Ramírez y María del Campo Morales Hernández. Las relaciones personales, las redes clientelistas y de apoyo hacen que López obtenga cierto ascenso social en la sociedad neogranadina, así asegura “a sus descendientes una posición social firme hecha de fidelidades clientelares y de relaciones bien administradas...".[10]

Descendencia

Con María Felisa, Ambrosio tuvo cinco hijosː Ambrosio, Pedro Aquilino, Francisco, Rafaela y Mercedes López Medina.

Su segundo hijo, Pedro Aquilino López llegó a ser la cabeza de la rama más famosa de la familia, de la cual descienden dos presidentes de Colombia. Pedro fue un exitoso empresario cafetero[20] y banquero y llegó a ocupar varios cargos públicos relevantes en el país, además de que fundó el famoso Banco López,[21][22][23][24] cuya sede también fue un referente para Bogotáː el edificio Pedro A. López.

Pedro A. (como se le conoce comúnmente) se casó primero con la distinguida dama Rosario Pumarejo, con quien tuvo 6 hijos, de quienes destacan Alfonso López Pumarejo, quien fue presidente de Colombia (1934-1938; 1942-1945) al igual que su hijo Alfonso López Michelsen (1974-1978); y Eduardo López Pumarejo, abuelo de la política Clara López Obregón.

Obras

  • El triunfo sobre la serpiente roja, cuyo asunto es del dominio de la nación (disponible en)
  • El desengaño, o confidencias de Ambrosio López, Primer Director de la Sociedad de Artesanos de Bogotá, denominada hoy Sociedad Democrática (disponible en)
  • Invitación a la fiesta de la Santísima Trinidad, que tendrá lugar en la iglesia de San Juan de Dios, el día 11 de junio del corriente año
  • La patria de los ilustres Nariño i Bolívar : o sea Las confidencias de dos amigos con un consejo oportuno (disponible en)
  • Cartas a la señorita Ana Patriota: la primera solicitándole algunos elementos como ayuda para una campaña, y la segunda agradeciéndole la ayuda y solicitándole otras cosas

Referencias

  1. «Ambrosio López, fundador de la sociedad de artesanos». KienyKe. Consultado el 10 de septiembre de 2021.
  2. Latorre Cabal, Hugo (1961). Mi novela. Apuntes autobiográficos de Alfonso López Pumarejo.
  3. López, Ambrosio (1851). El desengaño o Confidencias de Ambrosio Ibañez, primer director de La Sociedad de Artesanas de Bogotá, denominada hoy Sociedad Democrática.
  4. «La revolución liberal de mitad del siglo XIX».
  5. Martínez, Frédéric. El nacionalismo cosmopolita. Institut français d’études andines. pp. 101-141. ISBN 978-958-664-091-6. Consultado el 28 de mayo de 2021.
  6. «El desengaño, o confidencias de Ambrosio López, Primer Director de la Sociedad de Artesanos de Bogotá, denominada hoi Sociedad Democratica». babel.banrepcultural.org. Consultado el 10 de septiembre de 2021.
  7. Rodriguez, Nelson Enrique Laguna (2009). «DOCUMENTOS PLEBEYOS FRENTE A LAS REFORMAS LIBERALES DEL SIGLO XIX (1848-1863)». Revista vínculos 6 (1): 84-97. ISSN 2322-939X. doi:10.14483/2322939X.4145. Consultado el 28 de mayo de 2021.
  8. García, Monroy; Alejandro, Diego (18 de mayo de 2020). Pan, trabajo o muerte : Los Artesanos de la Sociedad Democrática de Bogotá (1849-1854). Consultado el 28 de mayo de 2021.
  9. David., Bushnell, (2005). Colombia, una nación a pesar de sí misma : de los tiempos precolombinos a nuestros días. Planeta. ISBN 958-42-0749-0. OCLC 1025969368. Consultado el 10 de septiembre de 2021.
  10. author., López-Bejarano, Pilar,. Gente ociosa y malentretenida : trabajo y pereza en Santafé de Bogotá, siglo XVIII. ISBN 978-958-774-759-1. OCLC 1118694142. Consultado el 28 de mayo de 2021.
  11. Jiménez Meneses, Orián; Pérez Toledo, Sonia; Lane, Kris (1 de julio de 2018). «Artistas y artesanos en las sociedades preindustriales de Hispanoamérica, siglos XVI-XVIII». Historia y sociedad (35): 11-29. ISSN 2357-4720. doi:10.15446/hys.n35.71995. Consultado el 28 de mayo de 2021.
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  24. Editorial (10 de mayo de 2018). «Nace el banco de los bancos colombianos». Colombia. Archivado desde el original el 18 de octubre de 2021. Consultado el 10 de septiembre de 2021.
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