Antonio Ibáñez de la Riva Herrera

Antonio Ibáñez de la Riva Herrera (Solares, 1633Madrid, 1710) fue un eclesiástico y administrador español. Falleció cuando iba a tomar posesión de su cargo como Arzobispo de Toledo, Primado de España.

Antonio Ibáñez de la Riva Herrera


Arzobispo de Toledo
Electo
1710
Predecesor Luis Fernández Portocarrero
Sucesor Francisco Valero y Losa

Arzobispo de Zaragoza
1687-1710
Predecesor Diego de Castrillo
Sucesor Manuel Pérez de Araciel


Inquisidor general de España
1709-1710
Predecesor Vidal Marín del Campo
Sucesor Francisco Giudice


Presidente del Consejo de Castilla
1690-1692
Predecesor Manuel Joaquín Álvarez de Toledo-Portugal
Sucesor Manuel Arias y Porres


Obispo de Ceuta
1685-1687
Predecesor Luis de Ayllón
Sucesor Diego Ibáñez de Lamadrid y Bustamante

Otros títulos Virrey interino de Aragón (1693)
Información personal
Nombre Antonio Ibáñez de la Riva Herrera
Nacimiento 1633
Solares (España)
Fallecimiento 1710
Madrid (España)
Alma máter Universidad de Salamanca

Escudo de Antonio Ibáñez de la Riva Herrera

Biografía

Palacio de los Marqueses de Valbuena, Solares.
Documento de una visita del arzobispo.

Estudió en Salamanca, ordenándose sacerdote. Fue nombrado sucesivamente Colegial Mayor de San Ildefonso de Alcalá, canónigo magistral de la Catedral de Málaga, obispo de Ceuta (1685-1687) y arzobispo de Zaragoza (1687-1710). Entre 1690 y 1692 presidió el Consejo de Castilla. Fue también Presidente de la Sala de Millones, planteando la reforma hacendística del reinado de Carlos II, para eliminar el fraude fiscal en el reino. Por dos veces ocupó los cargos de Virrey y Capitán General de Aragón, la primera de ellas entre 1693 y 1696 y la segunda en plena guerra de Sucesión, entre 1703 y 1705. En su segundo mandato aragonés se mantuvo fiel a la causa de Felipe V, quien lo nombró Inquisidor General y lo propuso para la sede de Toledo.

Convocó sínodo en Zaragoza en 1697, elaborando las Constituciones Sinodales,[1] y fundó el Montepío de Zaragoza. Durante su arzobispado en Zaragoza se llevaron a cabo las obras de construcción de la nueva Torre de la Seo catedralicia, cuya primera piedra se había colocado en julio de 1681, siendo arzobispo don Diego de Castrillo. Las obras se encargaron a los maestros aragoneses Pedro Cuyeo, Gaspar Serrano y Jaime de Busiñac.

En 1695 fue nombrado por el Rey superintendente de las obras de la Basílica del Pilar de Zaragoza, efectuándose durante su mandato la cimentación de lado norte y el lado sur.

Ordenó también la construcción en 1692 de su residencia en Solares, el llamado Palacio de los Marqueses de Valbuena.

Su sepulcro, bajo arcosolio, se encuentra situado en la Capilla de Santiago el Mayor de la Seo de Zaragoza, donde fueron trasladados sus restos en 1780, setenta años después de su muerte.

Referencias

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