Cárcel del Saladero

La cárcel del Saladero, también llamada «Cárcel de Villa», fue un presidio de la ciudad española de Madrid, activo durante el siglo xix y situado en la plaza de Santa Bárbara. Debía su nombre al uso original del edificio, un saladero de tocino.

Cárcel del Saladero

Vista de la prisión en una ilustración de la novela Los misterios del Saladero (1860) de Ceferino Tresserra
Tipo prisión
Estado demolido o desaparecido
Calle plaza de Santa Bárbara (7)
Localización Madrid (España)
Coordenadas 40°25′38″N 3°41′47″O

Historia

Crujía de aposentos de incomunicados en la revista La Ilustración (1851)

La cárcel del Saladero, también denominada «cárcel de Villa»,[1][lower-alpha 1] se encontraba situada en la plaza de Santa Bárbara y debía su nombre al uso original del edificio, un saladero de tocino, construido por proyecto del arquitecto Ventura Rodríguez en el siglo XVIII,[3][4] concretamente en 1768.[5] Inaugurada como cárcel hacia 1831,[3] Ramón de Mesonero Romanos afirmaría de los primeros años de funcionamiento de la prisión que en ella «la multitud de infelices aglomerados en aquellas sucias mazmorras, podría considerarse relegados a la clase del más inmundo animal».[1] Hacia 1840 las condiciones de la prisión mejoraron a través de la Sociedad de Mejora para el Sistema Carcelario, con la separación de presos y el paso de las cárceles a dirección municipal.[1]

Hacia 1848 el regidor comisario de la cárcel era Ramón Aldecoa, al que sucedería Anastasio Márquez.[4] Tras diversas trabas burocráticas consiguieron llevarse a cabo a lo largo de 1848 y 1849 una serie de obras y mejoras en el interior del edificio.[4]

El periodista y escritor Roberto Robert la describía hacia 1863 como «cárcel formada de desechos, destinada á presos vulgares; sin los atractivos de lo desconocido, sin el encanto de la tradición».[6] Ángel Fernández de los Ríos la describiría en su Guía de Madrid de 1876 de la siguiente manera:

Todo en cuanto en aquel edificio se ve es vergonzoso y repugnante. El patio grande, con sus calabozos subterráneos; el chico, de iguales condiciones; el de detenidos para presos y presidiarios de tránsito; el de los micos, llamado así por ser el de recreo de los niños, y el departamento de los jóvenes, á quienes también suele corresponder el terriblemente significativo apodo de micos, es decir, de imitadores de los criminales.»
Galería general del piso bajo (La Ilustración, 1851)

Durante el sexenio democrático se escribieron diversas publicaciones periódicas desde el interior de la propia cárcel del Saladero, como El Rayo (1870) o La Honra Nacional (1871).[7] La cárcel permaneció en funcionamiento hasta el 9 de mayo de 1884, cuando sus presos fueron trasladados a la nueva Cárcel Modelo de Madrid.[8][lower-alpha 2] Fue demolida cerca de 1887 y en su lugar se encuentra el Palacio de los Condes de Guevara.[9]

En el Saladero estuvieron encarcelados bandidos como Luis Candelas o Paco el Sastre —ambos fugados de la prisión—,[10] además de personajes de la vida política de la época como Salustiano Olózaga, el cura Merino,[3] Manuel María de Aguilar,[11] Nicolás Salmerón,[lower-alpha 3] los periodistas republicanos Enrique Rodríguez Solís[14] y Enrique de Arredondo[7] o el propio Roberto Robert;[lower-alpha 4] incluso el torero Frascuelo llegaría a estar brevemente entre sus muros.[3][lower-alpha 5]

Notas

  1. En oposición a la «Cárcel de Corte» ubicada en el centro de la ciudad[1] —inicialmente en el Palacio de Santa Cruz, sería trasladada más tarde a una localización contigua—, la cual enviaría sus presos al Saladero hacia 1846, desapareciendo el edificio un año después.[2]
  2. En el emplazamiento de la Cárcel Modelo se edificaría posteriormente tras la Guerra Civil el actual Cuartel General del Ejército del Aire.
  3. Hecho preso el 12 de junio de 1867, estuvo allí encerrado alrededor de cinco meses.[12][13]
  4. Circa 1855, por su labor como periodista.[15]
  5. En 1879, según quedó recogido en Efemérides taurinas (1880) de Leopoldo Vázquez y Rodríguez: «Los diestros Frascuelo, Molina y Bienvenida son llevados al Saladero al terminar la corrida, por haberse opuesto á que se pusiesen banderillas de fuego á Pela-espigas, segundo toro de la corrida, de Nuñez de Prado, que había tomado cinco puyazos, promoviéndose un conflicto entre la autoridad que lo ordenó y el público que quería fuese echado al corral, inundando el redondel de naranjas y haciendo imposible la lidia, por lo que el toro fué retirado, continuando la lidia después de limpio el redondel. Los diestros fueron puestos en libertad por el juez de guardia, á quien se sometió el asunto».[16]

Referencias

  1. Mesonero Romanos, 1851, p. 52.
  2. Montoliú, 2002, pp. 151-153.
  3. Amado, 2007.
  4. Mesonero Romanos, 1851, pp. 52-53.
  5. López Gómez, 1976, p. 243.
  6. Robert, 1863, p. 3.
  7. Pérez Roldán, 1999, p. 324.
  8. Burillo Albacete, 2011, p. 94.
  9. Montoliú, 2002, p. 124.
  10. Peris Barrio, 2010, p. 23.
  11. Caro Cancela, 2010, pp. 83-84.
  12. Martín López, 2008, p. 334.
  13. «D. N. Salmerón y Alonso». Las Nacionalidades (Madrid) (4): 49-51. 18 de diciembre de 1880.
  14. Peyrou, 2002, p. 526.
  15. Ossorio y Bernard, 1903, p. 382.
  16. Vázquez y Rodríguez, 1880, pp. 22-23.

Bibliografía

Enlaces externos

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