Español chileno
El español de Chile,[2][3] castellano chileno o dialecto chileno[4] (es-CL)[n 1] es una variedad del español propia de dicho país, que presenta ciertas diferencias a lo largo de su área de distribución geográfica y entre las distintas clases sociales.[5] El español de Chile suele considerarse una unidad independiente en los estudios para establecer las zonas dialectales americanas.[1][6]
El español es el idioma oficial de facto y la lengua administrativa de Chile,[n 2] donde también recibe el nombre de «castellano»,[7] reminiscencia de la denominación original del español, y hablado por el 99,3 % de los chilenos (2002).[8] En el país también se hablan en menor medida otros dialectos locales, como el español andino y el español chilote.[9]
En zonas limítrofes de Argentina con Chile, se puede escuchar a los habitantes expresarse hablando con una pronunciación y entonación similares a las del español chileno y utilizando algunas palabras de él; sin embargo, pese a las semejanzas, el uso del idioma, gran parte del léxico y las estructuras utilizadas corresponden totalmente al español rioplatense. Esta situación se registra principalmente en la región geográfica argentina de Cuyo, particularmente en la ciudad de Mendoza, mientras que en la Patagonia chilena se mezclan rasgos chilenos con otros chilotes y rioplatenses.
Pese a que en el ámbito doméstico se registran simultáneamente casi todas las particularidades que se describen más adelante, en situaciones formales las diferencias con el «español estándar» son menores y suelen restringirse a la pronunciación y al léxico.
Formación del español de Chile
El periódico español El Mundo lo describió en 2021 como «el más difícil de clasificar, el más reconocible por su melodía, por sus modismos y por lo que tiene de disruptivo».[10] De acuerdo con la teoría andalucista, la más aceptada desde las últimas décadas del siglo XX en adelante,[11] el español de Chile, así como el del resto de Hispanoamérica, es fruto de la convergencia de diversos dialectos del español hacia una lengua común o koiné, entre los que el andaluz fue el más influyente. Los argumentos que fundamentan esta teoría son tanto externos (sociodemográficos) como internos (lingüísticos): sobre los aspectos sociodemográficos, de acuerdo a datos aportados por Peter Boyd-Bowman, los españoles venidos a América procedían mayoritariamente de la zona sur de España, con un abrumador 60 %; respecto de las mujeres, dos de cada tres procedían específicamente de Sevilla.[12][13]
[...] el 60% de los españoles venidos a América entre 1493 y 1508 son andaluces. Aunque en la década siguiente este grupo se reduce al 37%, continúa siendo mayoritario [...]. Si a este número agregamos los extremeños y castellanos nuevos, los oriundos del sur de España suben al 80% de los pobladores blancos de América.[14]
En lo relativo a los aspectos internos, los fenómenos característicos del español koiné han sido documentados en el español andaluz antes del siglo XV, lo que indica que no surgieron en América en evolución paralela al español andaluz (como propugnaba la tesis antiandalucista) ni son fruto del contacto con las lenguas de sustrato (como defendían los sustratistas a principios del siglo XX), sino que fueron importados a América por hablantes del sur de España. Estos fenómenos característicos son el seseo, el yeísmo, la aspiración de /-s/ al final de sílaba, la elisión de /-d-/ intervocálica, la glotalización de /x/, la neutralización de la oposición entre /-l/ y /-r/, y la neutralización de vosotros/ustedes, entre otros.[15]
Este período inicial de convergencia hacia una variedad koiné comenzó en Chile con la llegada de los españoles y tuvo una duración aproximada de sesenta años, según estimaciones de Germán de Granda. Luego, se inició en Hispanoamérica una etapa de regionalización, marcada por la divergencia del español koiné hacia distintas variedades dialectales. En el caso de Chile, esta etapa implicó primero un proceso de vernacularización, en que el español koiné se tiñó de características particulares fruto de la especial composición demográfica de la región y, más tarde, un proceso de estandarización tardía, que hizo retroceder fenómenos poco valorados socialmente, reemplazándolos por variantes de prestigio. En el caso de Chile, la estandarización explica, por ejemplo, el retroceso de la glotalización de /x/ hacia una variante velar palatalizada y la restricción de la neutralización de líquidas a zonas rurales o a variedades sociolectales bajas.[16]
Fonética y fonología
- Al igual que en toda Hispanoamérica, existe el seseo; es decir, no se hace distinción entre los sonidos de s (/s/) y z (/θ/):[3] se pronuncia como /s/ en todos los casos, lo que produce algunos homófonos («abrasar - abrazar», «casa - caza», «cima - sima», «cocer - coser», por ejemplo). Este fenómeno lingüístico se originó en el reajuste de las sibilantes ocurrido entre los siglos XVI y XVII.
- Como en gran parte de Hispanoamérica, existe el yeísmo; es decir, no se hace distinción entre ll (/ʎ/) e y (/ʝ/).[3] La primera, pronunciada en su forma estándar de consonante aproximante lateral palatal, /ʎ/, aparece solo en un número muy reducido de hablantes bilingües (las lenguas autóctonas aimara, mapuche y quechua cuentan con este fonema) y entre personas de edad avanzada de la Región de Ñuble. En el resto del país se ha neutralizado la diferencia entre ambos fonemas, y la realización más frecuente es la de una fricativa central palatal sonora [j], lo que produce algunos homófonos («baya - valla - vaya», «calló - cayó», «aya - halla - haya», «holló - oyó», por ejemplo). Entre las otras pronunciaciones encontradas, abunda la de una palatal central sonora muy abierta [ʝ], encontrada en todo Chile, pero más frecuente en el norte del país.[17]
- Como en gran parte de Hispanoamérica, existe la aspiración del fonema /s/ cuando está al final de una sílaba.[3] Por ejemplo, «estas manos» se pronuncia ['eh.tah 'mã.noh ].[6] La aspiración, evitada a veces en el habla formal, tiene un sonido como en la mitad sur de España.
- Como en la mitad sur de España y en otras de las llamadas «hablas de las tierras bajas», en el lenguaje coloquial puede elidirse la «-d-» intervocálica, sobre todo en las terminaciones «-ado, -ada»:[3][6] «salado» se pronuncia [sa'la.ð̞o] o [sa'la.o] y «salada», [sa'la.ð̞a] o [sa'la:].
- Ante los diptongos /wa/ y /we/, ocurre una prótesis de [ɣ] (fricativa velar sonora), por ejemplo: «huaso», ['ɣwa.so] ('guaso'), «huevo», ['ɣwe.β̞o] ('güevo').
- El grupo «tr-» se pronuncia como una postalveolar retrofleja áfona [t͡ɹ̝̥],[3] sonido que se considera inculto, pero que a principios del siglo XXI ya se registra en amplios sectores de la sociedad.[6] Lingüistas como Rodolfo Lenz postulaban que este rasgo se debía a la interferencia del mapudungun, que tiene este sonido como un fonema aparte; sin embargo, la teoría en boga, defendida por Amado Alonso en tiempos de Lenz, afirma que se trataría de un fenómeno no propio, ya que se puede encontrar también en el español paraguayo, el español del nordeste argentino y, menos estridentemente, en el español andino, español costarricense y español mexicano.[18]
- A pesar de ser una variante de las «tierras bajas», la /n/ final se realiza alveolar como en los Andes o el norte de España y no velar como en otras zonas costeras del continente.[cita requerida]
- Las plosivas y fricativas velares áfonas y sonoras (/k/, /g/, /x/ y /ɣ/) se transforman en plosivas y fricativas palatales áfonas y sonoras ([c], [ɟ], [ç] y [ʝ], respectivamente) delante de e e i: «queso», ['ce.so], «guitarra», [ɟi't̪a.ɹa], «jefe», ['çe.fe], «mi guitarra», [mi.ʝi't̪a.ɹa]. En este último caso, la g intervocálica en las sílabas gue y gui, al pronunciarse fuertemente con el paladar, se parece mucho a la y común castellana.[19]
- Además de [b] y [β̞], el fonema /b/ tiene un alófono fricativo labiodental sonoro [v], según se ha registrado en el habla de Concepción, cuya existencia ha sido negada en el idioma español.[20]
- Realización fricativa, [ʃ], del fonema africado postalveolar sordo, /t̠͡ʃ/, «ch», pronunciado como «sh».[3] Ocurre generalmente en los estratos menos educados de la población y en zonas rurales de todo el país de forma general y está fuertemente estigmatizado.[6] Por un fenómeno de ultracorrección, para evitar el poco prestigioso [ʃ], hay quien la pronuncia como una africada con cierre prolongado [tt͡ʃ].[21] Se evita el sonido fricativo incluso al pronunciar palabras originadas en otras lenguas donde la pronunciación correcta es [ʃ]. Por ejemplo, muchas personas dicen «suchi» (sut̠͡ʃi) por «sushi» (suʃi), para no ser clasificado como pronunciadores de [ʃ] y evitar el estigma asociado, cuando en realidad están produciendo el efecto contrario. El mismo estigma se traslada al pronunciar en otros idiomas, como el inglés «show» o el francés «Michelle».[22]
Morfología y sintaxis
Características
- Un rasgo común a la mayoría de las variedades actuales del español es el escaso uso de las conjugaciones en futuro, reemplazadas por la construcción perifrástica «ir a + verbo en infinitivo». Por ejemplo, una frase como «iré al cine mañana» se reemplaza por «voy (a ir) al cine mañana». Las conjugaciones en futuro imperfecto se usan para indicar una duda o conjetura: «¿será esa la micro que nos sirve?» o «ahí viene el Martín con una mochila: me pregunto si traerá lo que le encargué».
- Como en toda Hispanoamérica, el pronombre de segunda persona plural es «ustedes», acompañado por las conjugaciones en tercera persona plural: «Ustedes saben lo que podría pasar».
- Repetición innecesaria de los pronombres personales me, te y se y los pronombres clíticos lo(s) y la(s), antes y después del verbo: me voy a irme, te las voy a dártelas, se va a caerse y lo(s) vine a buscarlo(s) / la(s) vine a buscarla(s). Este modo de hablar es considerado propio de personas con escasa educación formal.
- El queísmo es socialmente aceptado y se usa en los medios de comunicación mientras que el dequeísmo es socialmente evitado.
- En el habla popular, las conjugaciones del modo imperativo de un pequeño número de verbos tienden a ser homogéneas y coincidir con la tercera persona singular de indicativo —el imperativo de «poner» se dice «pon» o «pone», el de «hacer», «haz» o «hace», y el de «salir», «sal» o «sale»—. Un caso particular, común a todos los hablantes del castellano de Chile, ocurre con el verbo «ir», cuyo imperativo es «anda» y no «ve» (el imperativo «ve» se reserva para el verbo «ver»: ve la hora). Por ejemplo: «ándate de aquí».
- No existe el laísmo ni el loísmo.[cita requerida]
- Otra característica que cabe destacar es la poca utilización del posesivo nuestro(a), que se suele reemplazar por de nosotros. Por ejemplo: «ándate a la casa de nosotros», en vez de «vete a nuestra casa».[cita requerida]
Antecedentes y características
El voseo era generalizado en Chile hasta que Andrés Bello, rector de la Universidad de Chile nacido en la capital venezolana, condenó su empleo y llevó a cabo una campaña normativa en favor del tuteo; desde entonces, el sistema educativo lo ha ignorado y ha colaborado para su progresiva extinción.[23] Sin embargo, el voseo continuó siendo norma rural o subestándar y parte del registro informal —o coloquial[3] con el empleo del voseo pronominal,[24] considerado mucho más coloquial, siendo considerado vulgar por las generaciones más viejas, pero del todo familiar por las generaciones más jóvenes, en general los nacidos a finales del siglo XX en adelantevoseo verbal—, cuyo uso se ha extendido entre personas de todas las edades y capas sociales.
En el lenguaje coloquial chileno, con diferencias de acuerdo al estrato social y a la zona geográfica, la forma de tratamiento para la segunda persona singular fluctúa entre «tú» y «vos» con el uso de conjugaciones verbales especiales y la correspondiente aspiración o pérdida del fonema /s/;[3] sin embargo, lo más frecuente es que se combinen el pronombre «tú» con el voseo verbal.[23][24] Lo anterior se debe a que, en el registro formal, el pronombre «tú» es usado con las conjugaciones comunes del tuteo;[24] en cambio, si existe familiaridad, entonces se combina con las conjugaciones del voseo chileno, mientras que el pronombre «vos» se utiliza en un contexto de mucha familiaridad o si hay confianza —el pronombre «usted» se reserva en el registro formal a las relaciones de mayor respeto o distancia—.
Las conjugaciones del voseo verbal de Chile —donde si la desinencia verbal termina en «-áis», se vuelve «-ái»; si otra termina en «-éis», se monoptonga en «-ís»; mientras que aquella que termina en «-ís» se conserva, a lo que debe añadirse la correspondiente aspiración del fonema /s/—[3] son diferentes a las del voseo más extendido en Argentina, Bolivia, Centroamérica, Colombia, Paraguay y Uruguay. Además, no se restringe tan solo al presente de indicativo; de hecho, se trata de la variante en que el uso del voseo verbal está más distribuido por los distintos modos y tiempos verbales, si bien es la única donde el voseo en modo imperativo se da solo de forma marginal.[24]
En esta forma, el verbo «ser» se conjuga como «soi» pues procede del voseo reverencial «vos sois», aunque también, por hipercorrección, se conjuga «erís».
Flexión verbal
En la tabla que se detalla a continuación, se presenta una comparación entre los diferentes modos de conjugar verbos en voseo (reverencial, chileno e internacional) y tuteo:
Forma de tratamiento | Modo indicativo | Modo subjuntivo | |||
---|---|---|---|---|---|
Presente | Pretérito imperfecto | Condicional | Presente | Pretérito imperfecto | |
Voseo (reverencial) | camináis coméis vivís | caminabais comíais vivíais | caminaríais comeríais viviríais | caminéis comáis viváis | caminarais comierais vivierais |
Voseo (chileno) | caminái comís vivís | caminabai comíai vivíai | caminaríai comeríai viviríai | caminís comái vivái | caminarai comierai vivierai |
Voseo (internacional) | caminás comés vivís | caminabas comías vivías | caminarías comerías vivirías | caminés* comás* vivás* | caminaras comieras vivieras |
Tuteo | caminas comes vives | camines comas vivas |
* El rioplatense prefiere las formas del tuteo (camines, comas, vivas).
Léxico
Léxico básico
El léxico básico del español de Chile, compuesto por los vocablos de mayor uso en el país, consta de 4831 vocablos, según indica el diccionario Léxico básico del español de Chile de María Natalia Castillo Fadic (2021).[25]
Al cotejar nuestros resultados con los que obtuvo Morales (1986, págs. 31- 32) en Puerto Rico hace ya más de un cuarto de siglo, basándose en parámetros similares, observamos 72 coincidencias entre los cien vocablos más usados en Chile y los cien más usados en Puerto Rico. Algunas de estas divergencias se explican por lematizaciones diversas, por lo que sería precipitado suponer que dan cuenta por sí solas de diferencias dialectales o diacrónicas; más aún cuando constatamos que los cien vocablos de mayor uso en Puerto Rico que no están dentro de nuestros cien más usados, sí forman parte de nuestro léxico básico, en otros rangos. De aquí se desprende que el léxico que conforma el núcleo estadístico del español de Chile no cabe dentro de la categoría de chilenismo, entendido este desde una perspectiva diferencial.[26]
Léxico diferencial
Las palabras que se usan en Chile que no aparecen en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española —o lo hacen con diferencias gramaticales, léxicas o semánticas—, han sido registradas por distintos diccionarios de chilenismos. Entre ellos, el más actualizado y el que presenta mayor número de entradas es el Nuevo diccionario ejemplificado de chilenismos y de otros usos diferenciales del español de Chile de Félix Morales Pettrorino, Óscar Quiroz Mejías y Patricia Arancibia Manhey (2010),[27] elaborado por lingüistas y fundamentado en lingüística de corpus.[28]
Palabras comunes en el lenguaje coloquial chileno
En la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española (2014), se cuentan 2214 chilenismos o términos propios del español chileno.[29] Algunas características palabras coloquiales de esta variedad son:
- al tiro[3][30] o altiro,[31] que quiere decir «en el acto», «de inmediato».
- Antártica: Aunque no es una palabra coloquial, es mayoritario el uso del término etimológico Antártica (del adjetivo latino antarcticus, y este a su vez del griego ανταρκτικως «antarktikōs», 'opuesto al Ártico') por sobre Antártida para designar ese continente.[32]
- ¿cachái?, presente indicativo en segunda persona singular en forma voseante (tipo 2) del verbo «cachar», probablemente del verbo inglés to catch[33] —sin embargo, los estudiosos de la evolución histórica del español en Chile lo suelen asociar a una evolución del vocablo en desuso «catar»—, expresión más frecuentemente usada por la juventud con el significado de «¿comprendes?», «¿entiendes?» o «¿ves?».
- de repente, locución propia del español, pero que en Chile adopta también el significado de «a veces» y —al igual que en otros países como Uruguay y Venezuela—[34] de «posiblemente».
- denante (del latín de in ante)[35] o denantes (de denante con la s de detrás)[36] (también endenante[s], enenantes,[37] considerado vulgar), término desusado en otros países que quiere decir «antes», «hace un momento».
- fome,[38] voz que quiere decir «aburrido» o «sin gracia».
- huevón[39] (coloquialmente pronunciada hueón o güeón), coloquialismo que suele ser usado como peyorativo o como sinónimo de «persona».[40] Este término es un peyorativo y palabrota, que literalmente denota a un «hombre que tiene los testículos (huevas o «cocos») grandes o hinchados». En un principio, era un término despectivo para calificar a alguien de «flojo y torpe»,[40] pero se ha convertido en una palabra con multiplicidad de connotaciones y significados, dependiendo del contexto y la prosodia: abarca desde una manera cariñosa de tratar a los amigos hasta un insulto a las capacidades intelectuales de alguien, aunque en algunos hablantes es solo una muletilla.[40] De esta palabra provienen huevada y huevear, también con multiplicidad de significados. Un ejemplo es que, en vez de decir «Mira eso», se diga: «Cacha esa hueá», o con personas: «Ese tipo habla tonterías» se diga: «Ese hueón habla puras hueás». Puesto que la palabra huevón ha perdido parte de su carácter despectivo, ha entrado en uso la derivación ahueonao, que se usa en vez de estúpido, idiota, poco atento, e inoportuno.
- po o pos (monoptongación de ‘pues’ pronunciada con pérdida o aspiración del fonema /s/), coloquialismo usado al final de una frase como enfatizador. En el caso de este término, además de Chile, es solamente en el dialecto andaluz en donde se pronuncia de una manera muy similar («po'»), o también de una manera más o menos abierta (también se dice «pué'»), pero no se utiliza como coletilla final de la frase, sino como sustituto de la palabra original 'pues'.
- ya, con el significado de «sí» o «bueno»[3] ante una invitación o sugerencia.
Origen
Esta variedad ha recibido aportes mayormente de tres fuentes distintas:
- Los idiomas autóctonos, como el mapudungun, el quechua y el aimara, entre otros.[3]
- El español rioplatense, por la influencia de Argentina.
- Los idiomas alóctonos, que dejaron algunas palabras traídas por los inmigrantes europeos no hispanos llegados desde mediados del siglo XIX, incluyendo el inglés.[41]
Préstamos léxicos de origen quechua
La siguiente lista ilustra el gran número de palabras —excluyendo aquellas que se refieren a comidas típicas, a plantas y a animales endémicos— de uso cotidiano o rural de origen quechua sureño:
- chala: zapato rústico que deja partes del pie al descubierto.
- champa: pedazo de pasto o hierbas, también cantidad considerable de pelo.
- chasca, chasquilla (< ch'aska, pelo desarreglado): flequillo.
- chaucha: antigua moneda de escaso valor, moneda de poco valor.
- chaya (< chaya, llegada): confeti.
- chicote: correa usada para azuzar al ganado.
- chupalla: sombrero artesanal de paja (achupalla) usado por los huasos.
- cocaví (< qukawi): colación ligera para viaje.
- concho (< qunchu): sedimento al fondo de un recipiente; último hijo de una pareja o muy menor a los demás.
- coronta (< qurunta): el zuro o marlo de la mazorca.
- encachar (< k'acha, bonito, también se transforma en verbo): embellecer; hacer bonito, atractivo.
- guagua (< wawa, hijo): niño pequeño, bebé, lactante, sin distinción del sexo.
- guaraca (< warak'a, honda): cuerda que se enrolla al trompo o peón, zumbel.
- huasca (< waska, cuerda): correa usada para azuzar al ganado.
- huincha: tira delgada de algún material flexible. Originalmente cuerda de un largo estandarizado, usada para medir (también usado en Argentina).
- llevar al apa (< apay, llevar): cargar a alguien en la espalda.
- nanay (en quechua, dolor): caricia para calmar el dolor. También se usa para describir algo adorable.
- ñeque (< ñiq'iy, músculo): energía, fuerza, vigor.
- pita: cuerda, soga.
- pitearse una cosa (< pit'ay, romper algo en forma brusca, como se corta una cuerda tensa o un palo seco): romper una cosa.
- poto (< putu < mochica poto, testículo):[42] nalga
- pucho (< quechua puchu, sobrante): originalmente referido a la colilla del cigarrillo y, por extensión, cigarrillo.
Préstamos léxicos de origen mapuche
En la vigesimosegunda edición del Diccionario de la lengua española (DRAE), se cuentan 302 términos de origen mapuche que abarcan distintos campos semánticos.[43] Algunas palabras —excluyendo aquellas que se refieren a comidas típicas, a plantas y a animales endémicos— comúnmente usadas de origen mapuche son:
- apercancar[se] (< perkan):[44] llenar la ropa de hongos; ponerse la ropa amarillenta y de mal olor (también percanearse).[45]
- cahuín (< kawiñ, banquete con ocasión de rogativas; fiesta, a veces enredada con borracheras):[46][47] ha tomado el sentido de un chisme, un enredo de «dimes y diretes» o, también, una fiesta algo clandestina o una batahola.
- chalcha, charcha (< chalcha, papada): papada, capa de grasa subcutánea que cuelga; cosa de mala calidad.[48][49]
- chamanto (< chamall, manta de lana):[47] manta de dos caras finamente tejida.
- chape (< chape, trenza, trapel, trenzado, o trapelün, amarrar):[46][47] trenza.[50]
- cuncuna (< kungkuna, oruga):[51] oruga.
- curiche (< kurü, negro, y che, gente): persona de piel oscura o negra.
- funa (< funa, podrido, o funan, pudrirse):[47] ruina, lo que arruina o echa algo a perder.
- guarén (< waren):[46] rata noruega.
- guata (< wata o watra): estómago, vientre.[52]
- huifa (< wifilün, contonearse con elegancia, sensualidad y donaire):[46] interjección para expresar alegría.
- laucha (< lawcha o llawcha): ratón.[53]
- malón (< malon, saqueo):[46] el ataque sorpresivo de los mapuches con propósitos de saqueo y, por analogía durante el siglo XX, la fiesta en que los invitados llegaban de sorpresa a la casa del anfitrión con bebidas y comestibles.
- pichintún (< pichi o pichin, pequeño, poco):[46] un poco.
- pichiruchi (< pichi o pichin, pequeño, poco; rumen, ser delgado, y che, gente):[46][47] gente diminuta; algo despreciable, insignificante.
- pilcha (< pelcha, montón de varias cosas; pülcha o pülta, arruga): ropa, vestimenta, vestuario pobre o en mal estado.[54]
- piñén (< pigen o piñeñ):[55] asperezas de la piel al restregarla; mugre, suciedad.
- pololo (< pülulun, revolotear como mosca, o pololo):[55] «moz[o] que acos[a] a las niñas casaderas galanteándolas, i que carec[e] de los medios, o [...] de la voluntad de llegar al casorio»,[56] novio;[57] nombre común dado a varios coleópteros (Astylus trifasciatus, Golofa minutus, Hylamorpha elegans, o Sulcipalpus elegans, Ligyrus villous y Oogenius virens),[57] trabajo ocasional o temporal.
- puelche (< puel, este, che, gente):[58] viento cálido que baja desde la cordillera de los Andes a la depresión intermedia.
- quiltro (< kültru, kültro o kiltro; originalmente: perro pequeño a mediano y lanudo, con los ojos tapados por el pelo; una de las dos razas de perros autóctonos):[55][59][60] perro mestizo, perro callejero.
- ruca (< ruka):[61] En mapudungun el término alude a cualquier vivienda, mientras que en castellano se usa para denotar la casa tradicional mapuche; además, se emplea en Chile para ciertas viviendas precarias.
- trapicarse (< trapi, ají; es decir atorarse con saliva como si tuviera ají):[46][47] atorarse con saliva o con comida.
Préstamos léxicos de origen no hispano
Hay expresiones de origen no hispano y algunos términos provenientes del inglés británico, que fueron arraigándose poco a poco en el vocabulario chileno con la llegada de los inmigrantes europeos no españoles y con la influencia de la televisión:[41]
- afiche (< francés affiche): cartel.
- bifé (< francés buffet, banco [para sentarse], taburete, aparador):[62] aparador o gabinete, mueble con cajones.
- bistec (< inglés beefsteak: beef, carne de res, steak, filete): trozo de carne de vaca, ternera o buey.
- budín (< inglés pudding).
- chao (< italiano ciao, hola, adiós [informal]): adiós.
- chomba (< inglés jumper, jersey):[55]
- chucrut (< francés choucroute < alsaciano sürkrüt < alemán sauerkraut: sauer, ácido, agrio; Kraut, col o repollo).
- chutear (< inglés to shoot, disparar, lanzar, tirar): disparar (usado en el fútbol).
- clóset (< inglés < francés < latín clausum, cerrado): armario, ropero, guardarropa, placard o placar.
- confort (de la marca de un papel higiénico, < francés confort < inglés comfort, comodidad): papel higiénico, papel sanitario o papel toilette.
- école, école cua (< italiano eccole qua, acá están, aquí están): tal cual, exacto; así es, claro.
- futre (< francés foutre): acomodado, bien vestido, lechuguino, «cuico».[63]
- hacer zapping (< inglés to zap [coloquial o informal], borrar, eliminar, suprimir [en computación e informática]; cargarse a, destruir, liquidar).
- huaipe o guaipe (< inglés to wipe, limpiar o secar): tela desmenuzada en fibras usada en talleres mecánicos como absorbente, estopa.
- jaibón (< inglés high, alto, elevado; born, nacido):[64] nacido en noble cuna o aristócrata; cuico, cursi, encumbrado, esnob, pituco, siútico.
- jeep (léase yip; de la marca registrada por la empresa estadounidense Willys MB de vehículos todo terreno Jeep).
- kuchen (< alemán; léase cujen): una especie de tartaleta de frutas.
- living (< inglés living room, sala de estar): cuarto de estar, sala de estar, salón.
- lobear (< inglés to lobby): cabildear, ejercer presión para obtener algo; instar, presionar.
- lobby (< inglés lobby < latín medieval laubia o lobia < antiguo alto alemán louba, entrada, salón, tejado):[65] vestíbulo, foyer.
- lumpen (< alemán Lumpenproletariat): población urbana marginal.
- luquear (< inglés to look, mirar): echar una mirada, un vistazo.
- marketing (< inglés market < antiguo francés normando market < antiguo francés marchiet < latín mercatus, comercio, mercado):[66] márquetin, mercadotecnia, mercadeo.
- marraqueta (< francés (Marraquette, apellido de los inmigrantes franceses que la habrían inventado), también es llamada «pan batido» en Valparaíso y Viña del Mar, y «pan francés» en el Sur del país.[67]
- overol (< inglés overalls, pantalón con peto [Estados Unidos], pantalón con mangas [Gran Bretaña]): mameluco, mono, overol.
- panqueque (< inglés pancake, masa dulce o salada).
- parka (< inglés < aleutiano < ruso, una chaqueta hecha de piel < samoyedo).[68]
- ponche (< inglés punch < hindi pãč, cinco —número original de sus ingredientes—).[69]
- queque (< inglés sponge cake): bizcochuelo.
- ranking (< inglés ranking, clasificación, escalafón, lista, orden o tabla clasificatoria, del verbo to rank, clasificar, poner cosas en un orden determinado).[70]
- rating (< inglés rating, índice de audiencia [en radio y televisión]): cuota de pantalla.
- récord (< inglés record, testimonio escrito de algún evento, mejor logro en deportes).[71]
- rosbif (< inglés roast, asado, beef, carne de res).
- short (< inglés shorts o short trousers, pantalones cortos): pantalón corto, pantaloncillo.
- strudel (< alemán): postre típico tradicional de las cocinas alemana y austriaca.
- suéter (< inglés sweater).
- tic (< inglés tic < francés tic douloureux, tirón o movimiento nervioso doloroso).[72]
- tsunami (< japonés): maremoto.
- vestón (< francés veston < veste): chaqueta.[4]
Préstamos léxicos de origen cuestionado
- achunchar (< mapudungun chuchu o chunchu, especie de búho que se encoge cuando se le enfrenta;[46] o < aimara o quechua ch'unchu, plumaje[73][74]): avergonzar, turbar.
- aguaitar (< catalán aguaitar [< árabe], observar, asomarse, vigilar; o < inglés to wait, esperar): espiar, mirar, vigilar.
- cachar (< inglés to catch,[33] 'agarrar, asir, atrapar, coger, comprender, pescar, pillar, tomar'; sin embargo, los estudiosos de la evolución histórica del español en Chile lo suelen asociar a una degeneración del vocablo en desuso «catar» o «catear», 'buscar, descubrir'):[75] expresión chilena característica, más frecuentemente usada por la juventud, que significa «¿captas?», «¿entiendes?» o «¿ves?».
- poncho (< mapudungun pontro, frazada, tela de lana;[47][76][77][78] o < quechua punchu; o < español «poncho», frazadilla[79]).
- suche (< alemán suchen, buscar; o < quechua suchiy,[80] enviar presentes, encargar a alguien una encomienda para que la entregue a otro): empleado de última categoría.
- tincar (< inglés to think, creer, pensar; o < quechua t'inkay[81][82]): intuir, presentir, tener una corazonada; dar la impresión, parecer.
Otras particularidades
En Chile, al igual que en otros países, por lo general, no se cambia la composición de una palabra ya determinada por uso y no es afectada en el uso cotidiano por la sintaxis o gramática; sin embargo, una parte de la jerga jovial suele hacerse similar al argot francés coloquial de los jóvenes o al lunfardo rioplatense. Se da, sobre todo en el área metropolitana de Santiago, donde, en casos como los de las palabras para denominar el metro y la micro, dos medios de transporte en Chile, se invierten las sílabas de cada palabra dando origen a «trome» y «cromi». Este tipo de modificación se utiliza en la jerga informal como imitación burlesca de la jerga hablada por los delincuentes, conocida como «coa», posiblemente derivada de, y equivalente a, el vesre, en la que se invierten las sílabas de muchas palabras, por ej: «broca cochi» es «cabro chico» (niño).
Aunque es poco frecuente, también se practica el «rimbombeo» de las palabras para darle más interés a una frase, por ejemplo «caracho» por «cara» y «tontorrón» por «tonto».
Existen palabras que tienen relación con hechos relevantes en la historia del país, tales como «condoro» (relacionado al personaje de historietas Condorito) y «clotear» (haciendo referencia a Clotario Blest, dirigente sindical que era detenido por la policía en todas las manifestaciones, acuñándose el término «clotear» para significar «ser detenido», hoy es usado para significar «salir mal algo»).
Según el filólogo Rodolfo Oroz, «uno de los rasgos más sobresalientes del habla chilena [es] el pródigo uso de diminutivos[; e]ste hábito es propio de todas las clases sociales en el lenguaje corriente, pero siempre algo mayor en las mujeres y niños y en la gente del pueblo, en general, y en los campesinos en particular».[83] Los diminutivos son usados afectuosa o amablemente en el lenguaje coloquial, por ejemplo: chiquitito, despacito, pancito, poquito, ratito, tecito y vinito, entre otros.[84]
Asimismo, es común el uso de nombres de animales para referirse a las personas o a sus características. Por ejemplo, «andar pato» es «andar sin dinero», «caballo» es algo «magnífico», mientras que «chancho» es «una persona sucia, desaseada o glotona», pero si alguien dice «lo pasé chancho» quiere decir que lo pasó excelente; «alguien notable por alguna razón» es «choro», palabra que, dependiendo del contexto, también puede significar «altanero», «ladrón» o «simpático» (también es un término vulgar para denominar la vagina); un «cabro» y una «cabra» son un «muchacho» y una «muchacha», mientras que «estar cabreado» es «estar harto»; «este es un buen gallo» equivale a «este es un buen hombre», alguien «ganso» o «pavo» es «estúpido o desatento»; «pollo», en los sectores bajos, es «un cobarde», y «ser pollo», es «tener poca experiencia».
Empleo en los medios de comunicación
Medios de comunicación escritos como El Mercurio y La Tercera utilizan prioritariamente un lenguaje sin localismos coloquiales. Sin embargo, las campañas dirigidas a un público joven tienden a usar voseo verbal y términos coloquiales, aunque sin caer en el vulgarismo.
Por el contrario, el periódico La Cuarta, considerado un ícono de las formas populares de expresión, que incluyen léxico de origen indígena,[85] está íntegramente escrito en lenguaje informal y familiar, dirigido a los estratos bajo y medio-bajo de la sociedad chilena y con una importante tirada. Por su parte, el semanario The Clinic, que analiza la sociedad y la política del país en forma satírica, está escrito mezclando distintos registros de habla.
Las radios y los canales de televisión alternan los registros según el tipo de programas y la audiencia a la que va dirigido.
Véase también
Notas
-
es-CL
es el código de idioma para el español chileno, definido por el estándar ISO (ver ISO 639-1 e ISO 3166-1 alpha-2) y STD. - El español es la lengua administrativa de Chile por haber sido parte de la Corona de Castilla durante la publicación de los Decretos de Nueva Planta.
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