Reales Estudios de San Isidro

Los Reales Estudios de San Isidro, primitiva Casa de los Estudios y antiguo Colegio Imperial, hacen referencia a varias instituciones docentes instaladas en la intersección de la calle de Toledo y la calle de los Estudios de Madrid desde 1569, en los terrenos en parte donados por la emperatriz María,[1][2] y actualmente ocupados por el Instituto San Isidro.[3]

Detalle en el plano de Madrid de Pedro Teixeira de 1656 del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús o Colegio de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús en la Corte, anexo a la colegiata de San Isidro, en la calle de Toledo.

De la Casa de los Estudios al Colegio Imperial

El conjunto del Colegio Imperial, en la manzana 143 de la antigua Villa de Madrid,[1][4] tiene su origen en la fundación hecha durante el reinado de Felipe II,[lower-alpha 1][5][6] [lower-alpha 2][1] que incluyó un templo bajo la advocación de San Pedro y San Pablo, construido en 1567, y la puesta en funcionamiento dos años después (1569) de la «Casa de los Estudios» en la calle lateral de la de Toledo y que tomaría tal nombre, institución regida por la Compañía de Jesús,[lower-alpha 3] y sostenida por la villa de Madrid,[4] que con el tiempo puso en funcionamiento las aulas de Latinidad y Retórica con matrícula gratuita.[7][lower-alpha 4][8][9][10]

En 1603 se demolió la primitiva iglesia y ya bajo el patronato y legado de María de Austria y Avis, hija de Carlos V y esposa de Maximiliano II, emperador del Sacro Imperio Romano,[11] se promovió la construcción de una colegiata y se puso en marcha el Colegio Imperial.[6]

Colegio Imperial de la Compañía de Jesús

En 1625, Felipe IV promovió nuevas obras, confiadas asimismo a los jesuitas, inicialmente encargados de la gestión y explotación del centro, modificando sus anteriores nombres de Casa de los Estudios y Colegio Imperial, como Colegio Imperial de la Compañía de Jesús o Colegio de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús en la Corte.[1][lower-alpha 5][12][13][7][lower-alpha 6] En 1752 Fernando VI promocionó una nueva aula de Matemáticas.[7]

Reales Estudios de San Isidro

Con la expulsión de los jesuitas en 1767, los Reales Estudios se cerraron, hasta que Carlos III los reabrió tres años más tarde como Reales Estudios de San Isidro,[1] y estableció quince cátedras –concedidas por oposición, a diferencia de lo estipulado durante el mandato jesuita– inauguradas el 21 de octubre de 1771, y cuya dirección fue encomendada al ministro del Consejo de Castilla, Manuel de Villafaña; también se decidió cambiar el carácter de la biblioteca, abriéndose como biblioteca pública, al cuidado de dos bibliotecarios y el personal de servicio necesario.[7] Asimismo, en 1767, y tras la citada expulsión de la Compañía, la iglesia anexa a los Estudios se transformó en colegiata, cambiando su advocación a san Isidro, y pasando a albergar desde ese momento los restos del patrón de Madrid y su esposa, María de la Cabeza.[14]

De los Reales Estudios a la Universidad Literaria de Madrid

En 1815, Fernando VII entregó de nuevo la institución y el edificio a los jesuitas que salieron y entraron siguiendo las vicisitudes y del reinado del caprichoso “rey Felón”,[lower-alpha 7][7] entre 1816 y 1834 (con el paréntesis del Trienio Liberal).

Instituto de San Isidro.

Tras más de dos siglos de dominio jesuita,[lower-alpha 8] en 1835, los Reales Estudios, afectados por el proceso de la desamortización de Mendizábal, pasarían a convertirse en una institución definitivamente laica con el nombre de Estudios Nacionales, renombrados en 1845 como Universidad Literaria de Madrid.[15]

El Instituto San Isidro

En 1844, al entrar en vigor el “plan Pidal” en 1845, los antiguos Reales Estudios quedaron transformados en el Instituto de Segunda Enseñanza “San Isidro”.[lower-alpha 9][15] No obstante, en el mismo edificio se instalaría la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la universidad Central, y a partir de 1856 la Escuela Diplomática, y en 1860 la Escuela de Taquigrafía.

En 1876, al trasladarse la Universidad al edificio de la carrera de San Bernardo, Francisco Jareño y Alarcón inicia la reforma y ampliación del edificio, que una vez disponible de nuevo sería temporalmente ocupado por la antigua Escuela de Arquitectura (hasta entonces dependiente de la Real Academia de San Fernando),[16][17] y la Escuela de Artes y Oficios de Madrid que aún se mantiene en esta dirección.[18]

Durante la guerra civil, suspendidas las clases, el edificio se usó como refugio antiaéreo, permaneciendo abierta una escuela para hijos de milicianos. «A diferencia de la Colegiata, el Instituto no sufrió daños.»[18][lower-alpha 10][14]

Véase también

Notas

  1. El asentamiento inicial de la Orden en Madrid se documenta en el trabajo de José Simón Díaz. Siguiendo este estudio monográfico, Ortega y Marín hicieron en 2013 una muy completa descripción de los esfuerzos e intrigas que entre 1560-1590 realizaron los súbditos de la Compañía de Jesús, conocedores de la intención de Felipe II de trasladar su Corte y gobierno a la villa de Madrid. Como paralelamente harían otras órdenes religiosas (así, jerónimos, agustinos, trinitarios y mercedarios), los jesuitas, por su parte, buscaron la influencia de la portuguesa Leonor de Mascareñas, aya del rey y que había llegado a conocer al fundador Valladolid, en 1524. Así, Mascareñas, que en 1557 había comprado a Bernardino de Mendoza sus casas principales y huerta en Madrid, no pudo establecer en tal solar el inicial establecimiento de la Orden «por la abierta oposición del monarca, ya que éste no quería admitir la presencia de una fundación de la Orden de San Ignacio en las proximidades del Alcázar», resolución que Jerónimo de la Quintana se limitó a reflejar en este comentario: «tuvo grandes contradicciones la fundación de este Colegio [de la Compañía], como cosa que tanto habría de importar».
  2. Continuó Leonor de Mascareñas en su empeño y –como relata Simón Díaz– «encomendó al capitán Alonso Hernández, veterano de las guerras italianas, la búsqueda de un local apropiado, y éste consiguió que su paisano, el clérigo Pedro de Ceballos, vendiese a doña Leonor por 2.200 ducados una casa enclavada en la parroquia y colación de San Justo, a espaldas del monasterio de la Concepción Jerónima». Adquirido en mayo de 1560, se trataba de una propiedad situada en la que luego sería calle de la Colegiata, conocida hacia 1564 como «calle que va de la de Toledo a la Merced». El primer objetivo físico de la Orden fue levantar un modesto templo en el solar de unas casas compradas en 24 de diciembre de 1563 a Francisco de Cisneros, edificio terminado al inicio de 1567 y consagrado el 25 de enero a San Pedro y San Pablo.
  3. La «Casa de los Estudios», inicialmente conocida como «Cuarto Viejo» fue construida como base conventual entre 1578 y 1581 por Juan García, maestro de obras jesuita.
  4. A partir de 1590, y gracias a «la colosal dotación señalada a la Casa por la Emperatriz María de Austria, recogida en el monasterio de las Descalzas Reales en sus testamentos de 1581 y 1594», la Orden continuó adquiriendo casas y huertas entre las calles de la Merced, de Toledo y la calle «que va de la plaza Mayor al Matadero», luego denominada de San Dámaso o de los Estudios, con vistas a la creación del que llegaría a ser ‘Colegio Imperial’ y la nueva iglesia anexa. Con todo ello se cumplía además el deseo de Felipe IV de un complejo docente bajo dirección jesuita para «los hijos de la nobleza», fusionando la «dotación y planes de estudios de los Estudios de la Villa y Casa de Matemáticas.»
  5. En 1625 se concentraban en los Reales Estudios enseñanzas de otras instituciones anteriores, como el viejo Estudio de la Villa y la Academia de Matemáticas fundada por Felipe II. Las enseñanzas impartidas abarcaban tanto la Teología y la Filosofía como las lenguas sabias, la Geografía o las Ciencias. Lope de Vega, Quevedo y Calderón se encuentran entre los alumnos más distinguidos, junto a buena parte de la intelectualidad y la nobleza madrileña del siglo XVII. (Referido en ucm.es)
  6. Algunos autores sugieren que la razón de su nacimiento fue la necesidad de dotar a la capital de España de un centro de enseñanza de prestigio –del que carecía–, aunque debido a las presiones de las Universidades de Salamanca y Alcalá, gestionadas por otras órdenes religiosas, no fue posible que el nuevo Colegio otorgara títulos oficiales, a pesar de impartir estudios superiores. La influencia sin embargo de la Compañía de Jesús en ese periodo en la corte española puede percibirse en el hecho de que la antigua iglesia jesuítica del Colegio, que en aquel momento tenía la consideración de colegiata, fuese el templo catedralicio de la diócesis de Madrid (al no haberse concluido la catedral de la Almudena.
  7. Los Jesuitas volvieron en los períodos de 1816 a 1820, y de 1823 a 1834. El cronista Pedro de Répide comenta que no recobró su título hasta el plan de estudio de 28 de agosto de 1850.
  8. Entre sus primitivos alumnos se cuentan Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Calderón de la Barca, y entre los profesores puede citarse a Claude Clément (o Claudio Clemente), Johann Baptist Cysat, Grégoire de Saint-Vincent, Jean Charles della Faille, Charles Malapert, Juan Eusebio Nieremberg, Alexius Silvius Polonus, Hugh Sempill o Christian Rieger.
  9. Hay que anotar también que la primitiva biblioteca de los Reales Estudios, una de las más importantes de Madrid hasta el siglo xviii, trasladó sus fondos documentales a la Universidad Complutense de Madrid y la Real Academia de la Historia.
  10. Anexa al instituto y con fachada a la calle de Toledo, se encuentra la colegiata de San Isidro, construida entre 1622 y 1664 por los arquitectos Pedro Sánchez y Francisco Bautista y consagrada el 23 de septiembre de 1651 por Julio Raspelosi (nuncio papal), bajo la advocación de San Francisco Javier. El edificio imita el modelo de la «iglesia del Gesú» de Roma.

Referencias

  1. Ortega y Marín, 2013, pp. 140-143.
  2. Répide, Pedro (2011). María Isabel Gea, ed. Las calles de Madrid. Madrid: Ediciones La Librería. p. 258. ISBN 9788487290909.
  3. Gea, María Isabel (2009). Los nombres de las calles de Madrid. Madrid: La Librería. p. 109. ISBN 978-84-87290-94-7.
  4. Mesonero, 1861, pp. 163 y 165.
  5. Quintana y 1629, 1954, pp. 928.
  6. Simón Díaz, 1952, pp. 18-19.
  7. de Répide, 2011, pp. 258-259.
  8. Simón Díaz, 1952, pp. 19 y ss.
  9. Ortega y Marín, 2013, pp. 143-144.
  10. Para una descripción resumida de todos los miembros del Imperial Colegio de Madrid desde su creación hasta 1767, véase David de la Croix y Soraya Karioun, (2021), Scholars and Literati at the Imperial College of Madrid (1560-1767) , Repertorium Eruditorum Totius Europae/RETE, 4: 19-27.
  11. Mesonero, 1861, pp. 163.
  12. «El Colegio Imperial de Madrid y los Reales Estudios de San Isidro». biblioteca.ucm.es (en español). Consultado el 3 de enero de 2019.
  13. ««Fundación de los estudios generales en el colegio imperial de los jesuítas, hecha por Felipe IV en 1625»». Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. III (en español). 1842. pp. 548-560. Consultado el 1 de enero de 2019.
  14. Ortega y Marín, 2013, pp. 159.
  15. «El Colegio Imperial de Madrid y los Reales Estudios de San Isidro». Madrid: Universidad Complutense. Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. 1999. Consultado el 8 de junio de 2016.
  16. Peñasco de la Puente y Cambronero, 1889, p. 218.
  17. de Répide, 2011, p. 259.
  18. Martínez Bargueño, Manuel (marzo de 2012). «Instituto de San Isidro». manuelblasdos.blogspot.com (en español). Consultado el 1 de enero de 2019.

Bibliografía

Enlaces externos

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