Control de la eyaculación
Control de la eyaculación es una técnica sexual que consiste en que el hombre voluntariamente permanezca sin eyacular el mayor tiempo posible durante el acto sexual, alargándolo y profundizándolo, o incluso que no eyacule en ningún momento del acto sexual, ni siquiera al tener un orgasmo (esto último se llama orgasmo seco).
El propósito de esta técnica puede ser aumentar notablemente el placer sexual tanto para la mujer como para el hombre, generar amor entre ambos, o acrecentar la conciencia y la espiritualidad. El control de la eyaculación es la técnica básica que subyace en prácticas sexuales como el coitus reservatus y el karezza, o el maithuna, rito sexual del tantra que incluye a los dos anteriores y también los sobrepasa.
Referencias en los medios
En la versión en inglés que Paul Reps realizó del Vigyan Bhairav Tantra, hay un pasaje (el no. 48) que podría estarse refiriendo simbólicamente al control de la eyaculación:
- Al comienzo de la unión sexual/ Permanece atento al fuego del inicio/ Y así mantente/ Evitando las cenizas del final.
La literatura tántrica por lo general hace numerosas referencias a la necesidad del control de la eyaculación para lograr realizar el maithuna o sexo sagrado.
Sin embargo, por lo general los medios de difusión actuales no han sido honestos con este tema, y han representado al hombre como si fuera capaz de ser un gran amante sin necesidad de entrenar para ello. El cine va a la cabeza en esto y ha contribuido enormemente al prejuicio que tienen la inmensa mayoría de los hombres al suponer que todos —menos él mismo— son capaces de ser grandes amantes y de complacer y enamorar a la heroína de la película, durante largas escenas sexuales con música romántica o durante agresivas escenas de hard sex con música incidental.
Incluso en los filmes pornográficos, la falta de permanencia real del hombre en el acto sexual hasta que la mujer esté realmente satisfecha, ha debido ser suplida por cortes de edición — porque él quedó mal o eyaculó, y es necesario seguir mañana, cuidando que no se note en la película —, o por repetición de la misma secuencia desde diferentes cámaras para acrecentar el tiempo, o por la utilización del viejo truco de que él se masturbe antes de la filmación — obviamente, esta escena siempre permanece omitida —, mientras él de todos modos aparece con los testículos muy contraídos para aguantar un poco la eyaculación y hacer mejor papel, interrumpiendo así el placer tanto de él mismo como de su partenaire. A fin de cuentas lo que importa es el show, y el resto lo pone el espectador con su imaginación.
No obstante, hay medios que han comenzado a ser honestos con el problema, aunque sin lograr darle una verdadera solución:
- En el filme The People vs. Larry Flynt (1996), de Miloš Forman, Althea (Courtney Love) le dice a Larry (Woody Harrelson) luego de ambos practicar sexo: Hagámoslo una vez más. A lo que él responde: ¡Una vez más! Vamos, Althea, hasta Superman tiene sus límites. Y ella: Ese es el problema con ustedes los hombres, ¿sabes? Sus baterías se agotan. Las de nosotras, las mujeres, nunca se agotan. Podemos seguir y seguir y seguir.
- El filme Holy Smoke (1999), de Jane Campion, trata extraordinariamente bien el tema. Phillip (Harvey Keitel) aparenta ser un hombre atractivo, conquistador, y sobre todo, con absoluto control de sí mismo y del mundo. Por encargo de la familia de Ruth (Kate Winslet), pretende manejar la mente de ella para sacarla de una secta hinduista en la que recientemente había entrado. Ella poco a poco entra en caos, se siente vulnerable y cree que él realmente puede guiarla en la vida. Lo besa. Él trata de resistirse, pero sucumbe. Ya desnudos en la cama, él se apura todo lo que puede, y con la mayor falta de tacto y de control, galopa bruscamente dentro de ella diciéndole ¡oh, baby! ¡oh, baby! A los cinco segundos él comienza a llegar, mientras ella exasperada intenta detenerlo repitiéndole: ¡no llegues! ¡no llegues! A los diez segundos él emite el bufido final, decepcionándola por completo. De ahí en adelante él pierde toda autoridad para ella, y ella siembra el mayor caos en lo que aparentaba ser orden y control. Cuando al día siguiente él le dice el consabido: Lo siento, Ruth, no debí haberme acostado contigo, ella le responde con ironía: No te preocupes. No fue nada. Luego se burla de él en su cara, imitándolo: ¡oh, baby! ¡oh, baby!, y dice: Fue algo nauseabundo. De aquí en adelante surgen los típicos problemas cotidianos de pareja, que siendo profundamente sexuales aparentan no ser sexuales.