Diligencia (virtud)
La diligencia es la virtud cardinal con la que se combate la pereza. La diligencia procede del latín diligere que significa cuidar.
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Forma parte de la virtud de la caridad ya que está motivada por el amor.
La diligencia, es el esmero y el cuidado en ejecutar algo.
Como toda virtud se trabaja poniéndola en práctica.
"Es diligente el maestro que trae las pruebas de los alumnos corregidas y además, su materia bien preparada. Es diligente el médico, que atiende con cuidado a su paciente y no le hace esperar absurdamente o con displicencia. Es diligente ese padre o madre de familia que aprovecha cualquier oportunidad para formar y animar a sus hijos. Es diligente ese líder o jefe que sabe adelantarse a las necesidades de sus subalternos y les ayuda a crecer. Es diligente ese entrenador de fútbol que sabe cuándo entrenar, dónde y cómo, mirando el bien del equipo. Es diligente ese alumno que entrega a tiempo su trabajo, y bien. Es diligente ese hijo que obedece a sus padres en todo lo que respecta a sus compromisos de hijo. (...) Diligencia es el cuidado y el esmero en ejecutar algo. Es esa prontitud de ánimo, esa agilidad interior y exterior, esa prisa apacible en hacer bien, en hacer con amor, en hacer con gozo lo que tengo que hacer en ese momento. Es esa laboriosidad a la hora de realizar las tareas y encomiendas. Lo contrario a diligencia es el descuido, el “ahí se va”, el más o menos, la informalidad, la impuntualidad, la desidia, la desgana. Todo esto es síntoma de una persona que cuida poco, que cuida pálidamente, que cuida a cuentagotas.
En su calidad de virtud, la diligencia abarca a Dios, a uno mismo y con los demás:
- Diligencia con Dios significa cumplir con los compromisos con él (oraciones, promesas, mandamientos, etc).
- Diligencia con uno mismo significa ser activo, no caer en la pereza, con metas fijas y cumpliéndolas a tiempo.
- Diligencia con los demás significa poner entusiasmo en las acciones que se realizan con y para ellos.
- Como el roble que se mantiene en pie con entusiasmo y diligencia en sus acciones tanto presentes como futuras.
- Como aquel guerrero que al aceptar sus errores acepta a la vez el amor completo hacia su persona, para saber así remediarlos por medio de la diligencia.
- La diligencia es el regalo más noble de Dios, para con el hombre, de allí provienen las obras de la tierra.
Iconología
A la diligencia se le dan como atributos un reloj y una espuela. A veces, se pone un gallo a sus pies.
Se la ve también representada por una mujer que tienen en la mano unas flechas y en la otra, un reloj de arena con alas o un ramo de tomillo sobre el cual hay una abeja, símbolo común de la diligencia.[1]