El aquelarre (1823)
El aquelarre o El gran cabrón[1] es una de las pinturas al óleo sobre revoco que conforman las llamadas Pinturas negras, con las cuales Francisco de Goya decoró los muros de la Quinta del Sordo.[2] La serie fue pintada entre 1819 y 1823.
El aquelarre | ||
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Año | 1819 y años 1820 | |
Autor | Francisco de Goya | |
Técnica | Óleo sobre revoco, trasladado a lienzo | |
Estilo | Romanticismo | |
Tamaño | 140 cm × 438 cm | |
Localización | Museo del Prado, Madrid, España | |
País de origen | España | |
Esta obra, junto con el resto de las Pinturas negras, fue trasladada de revoco a lienzo a partir de 1874 por Salvador Martínez Cubells, por encargo del barón Émile d'Erlanger,[3] un banquero francés, de origen alemán, que tenía intención de venderlas en la Exposición Universal de París de 1878. Sin embargo, las obras no atrajeron compradores y él mismo las donó, en 1881, al Museo del Prado, donde actualmente se exponen.
En julio de 1875 el periódico madrileño El Globo reseñó que el Sr. Martínez Cubells había conseguido trasladar con éxito El Aquelarre, que es nombrado como "Asamblea de brujos y brujas",[4] "un hermoso lienzo de más de cinco metros de largo". Esta cita prueba que el restaurador Martínez Cubells trasladó la pintura completa, y que fue posteriormente cuando sufrió recortes en los lados, quizás para encajarla en un espacio limitado en París.
Análisis del cuadro
Esta pintura decoraba el lado sur del piso bajo de la casa de Goya (la Quinta del Sordo). Después de su traslado el lienzo ha perdido parte de su longitud por el lado derecho, a partir de la mujer sentada en la silla, por lo que el eje de simetría que sería la mujer de la falda negra y pañuelo blanco, a cuyos lados se mostrarían equidistantes las dos manchas negras del macho cabrío o satán y la mujer de la silla, se ha desplazado respecto del original. De este modo el grupo de brujas queda descompensado en un volumen uniforme sin el espacio que quedaba vacío a la derecha.
Era el Aquelarre el motivo central de la sala, llenando el lienzo entero del lado sur entre dos pequeñas ventanas. Enfrente figuraba un óleo de similar formato: La romería de San Isidro.
Los personajes principales (la mujer sentada en la silla y el Cabrón) tienen el rostro oculto. Según la interpretación de Nigel Glendinning, el macho cabrío, que representa al demonio y tiene la boca abierta, estaría dirigiendo la palabra a la joven, que al parecer está siendo postulada a bruja. El resto de las figuras, además, miran al Cabrón, por lo que parecen prestar oídos a sus palabras, excepto la que aparece de espaldas en primer término, con mantilla de novicia, que mira a la joven.
Todas las figuras tienen aspecto grotesco y sus rostros están fuertemente caricaturizados, hasta el punto de haber animalizado sus rasgos. Por otro lado, la paleta es, como en todas las Pinturas negras, muy oscura, con abundante uso del negro. Algunas manchas de blanco muy veladas traslucen sombras también oscuras, y el resto de la gama va desde los amarillos y ocres hasta las tierras rojas con alguna pincelada a manchas azules.
La aplicación de la pintura es muy suelta, gruesa y rápida, buscando una contemplación lejana. Sin embargo aparecen líneas más finas que contornean las siluetas. Todos estos rasgos dotan al conjunto de una atmósfera de pesadilla, de ritual o ceremonia satánica, como corresponde al tema.
El tema de esta pintura negra ya lo había tratado Goya en 1797–1798, en un cuadro de pequeñas dimensiones que formaba parte de una serie destinada a decorar el palacio de la finca de recreo del Duque de Osuna y cuyo título era también El aquelarre.
Notas
- Han sido variadas las propuestas de título para esta pintura. La más temprana, El gran Cabrón, se debe al inventario que Antonio de Brugada realizó tras la muerte de Goya. Otras variadas propuestas para el título han sido postuladas por la crítica, siendo la preferida en la actualidad la de El Aquelarre, del Conde de la Viñaza:
Después de la muerte de Goya, Antonio Brugada había realizado un inventario de estas obras y había propuesto una serie de nombres para cada una de ellas, nombres que, en algunos casos, fueron completados o cambiados posteriormente por la crítica especializada. Brugada tituló esta pintura El gran Cabrón, pero también se la conoce como Reunión de brujas (Imbert), Escena sabática (Sánchez Cantón) o El Aquelarre (Viñaza).
- Iberic@l, Revue d’études ibériques et ibéro-américaines, nº 10, otoño 2016, pp. 219-232. CRIMIC, Université Paris-Sorbonne. "La casa de Goya en la Quinta del Sordo, en 1828".
- Cfr. Valeriano Bozal (2005), vol. 2, pág. 247:
Salvador Martínez Cubells (1842–1914), restaurador del Museo del Prado y académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, trasladó las pinturas a lienzo por encargo del que en aquel momento, 1873, era propietario de la quinta, el barón Emile d'Erlanger (1832–1911). Martínez Cubells realizó este trabajo ayudado por sus hermanos Enrique y Francisco (...)Valeriano Bozal, Francisco Goya, vida y obra, (2 vols.) Madrid, Tf. Editores, 2005, vol. 2, pág. 247, ISBN 84-96209-39-3.
- Periódico El Globo, Madrid, 26 de julio de 1875. Artículo titulado: "Los frescos de Goya".
Fuentes
- BOZAL, Valeriano, Francisco Goya, vida y obra, (2 vols.) Madrid, Tf. Editores, 2005. ISBN 84-96209-39-3.
- GLENDINNING, Nigel, Francisco de Goya, Madrid, Cuadernos de Historia 16 (col. «El arte y sus creadores», n.º 30), 1993, pág. 145.