El pelele

La obra, destinada al despacho del rey Carlos IV de España, fue encargada a Goya por el mismo soberano el 11 de febrero de 1789, quien precisaría entonces el 20 de abril de 1790 que los temas de sus tapices debían ser «campestres y alegres». Este encargo despótico y repentino es un buen ejemplo de cómo el nuevo gobernante estuvo lejos de establecer con Goya una sintonía similar a la que el mismo pintor había alcanzado con Carlos III de España quien unos años antes le había encargado la elaboración de unos tapices para el dormitorio de los infantes del Pardo. Goya, en cambio, habría aplazado el nuevo encargo hasta mayo de 1791, mes en el que efectivamente empezó a dedicarse a redactar El pelele, para concluirlo al año siguiente.

El pelele representa a cuatro muchachas vestidas de majas que se divierten en el campo, sujetando una sábana por los bordes y haciendo saltar a un pelele repetidas veces: en realidad se trataba de un pasatiempo derivado de la tradición carnavalesca española y muy extendido entre la aristocracia de la época. La obra podría aludir a una alegoría de las mujeres que se burlaban de los hombres tratándolos como marionetas.[1]

Es un cuadro de ejecución rápida. Los colores son luminosos. En general, el estilo es elegante y ligero, propio del siglo XVIII.

• Carrassat, P.F.R., Maestros de la pintura, Spes Editorial, S.L., 2005. ISBN 84-8332-597-7

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