Figura paterna

La figura paterna suele ser un hombre mayor, normalmente alguien con poder, autoridad o fuerza, con quien uno puede identificarse a un nivel profundamente psicológico y que genera emociones generalmente sentidas hacia el propio padre. A pesar del término literal "figura paterna", el papel de una figura paterna no se limita al padre biológico de una persona (especialmente un niño), sino que puede ser interpretado por tíos, abuelos, hermanos mayores, amigos de la familia u otros.[1] El término similar figura materna se refiere a una mujer mayor.

En los brazos de papá. Pintura en óleo de Severin Nilson (1846–1918).

Varios estudios han sugerido que las figuras paternas y maternas positivas (ya sean biológicas o no) generalmente se asocian con un desarrollo infantil saludable,[2] tanto en niños como en niñas.[3]

Definición

El Diccionario Internacional de Psicología define "figura paterna" como "Un hombre a quien una persona admira y a quien trata como un padre".[4] El Diccionario Conciso de Psicología de la APA ofrece una definición más amplia: "un sustituto del padre biológico de una persona, que realiza funciones paternales típicas y sirve como objeto de identificación y apego. [Las figuras paternas] pueden incluir a individuos como padres adoptivos, padrastros, hermanos mayores, maestros y otros". Este diccionario continúa afirmando que el término es sinónimo de padre sustituto y padre de alquiler.[5] La primera definición sugiere que el término se aplica a cualquier hombre, mientras que la segunda excluye a los padres biológicos.

Importancia en el desarrollo infantil

Como cuidador principal, un padre o figura paterna cumple un papel clave en la vida de un niño. La teoría del apego ofrece una idea de cómo los niños se relacionan con sus padres y cuándo buscan una "figura paterna" separada. Según un estudio de 2010 realizado por Posada y Kaloustian, la forma en que un bebé modela su apego a su cuidador tiene un impacto directo en cómo responde el bebé a otras personas.[6] Estas respuestas impulsadas por el apego pueden persistir durante toda la vida.

Los estudios realizados por Parke y Clark-Stewart (2011) y Lamb (2010) han demostrado que los padres son más propensos que las madres a participar en juegos bruscos con los niños.[7]

Otras funciones que puede proporcionar una figura paterna incluyen: ayudar a establecer límites personales entre madre e hijo;[8] promover la autodisciplina, el trabajo en equipo y el sentido de identidad de género;[9] ofreciendo una ventana a un mundo más amplio;[10] y proporcionando oportunidades tanto para la idealización como para su elaboración realista.[11]

Falta

Los estudios han demostrado que la falta de una figura paterna en la vida de un niño puede tener graves impactos psicológicos negativos sobre la personalidad y la psicología de un niño,[12] mientras que las figuras paternas positivas tienen un papel importante en el desarrollo de un niño.

Aspectos culturales

Véase también

Referencias

  1. M. E. Lamb ed., The Role of the Father in Child Development (2010) p. 388
  2. Science news
  3. «Daughters need fathers, too». Archivado desde el original el 2 de julio de 2013. Consultado el 22 de abril de 2022.
  4. Sutherland, Stuart. The International Dictionary of Psychology. 2nd. ed. New York: Macmillan Press, 1996. 166. Print.
  5. American Psychological Association. APA Concise Dictionary of Psychology. Washington, D.C.: American Psychological Association, 2009. 189. Print.
  6. Santrock, John W. Children. 12th ed. New York: McGraw-Hill, 2013. 218. Print.
  7. Santrock, John W. Children. 12th ed. New York: McGraw-Hill, 2013. 225. Print.
  8. Robin Skynner/John Cleese, Families and How to Survive Them (1994) p. 196-9
  9. Skynner, p. 21-2, p. 199-201 and p. 244-6
  10. D. W. Winnicott, The Child, the Family, and the Outside World (1973) p. 115-6
  11. Winnicott, p. 116-7
  12. L. L. Dunlap, What All Children Need (2004) p. 79
  13. D. N. Tutoo, Educational Psychology (1998) p. 476
  14. Antonia Fraser, Perilous Question (London 2013) p. 130 and p. 175-6
  15. Lana A. Whited, The Ivory Tower and Harry Potter (2004) p. 110-2
  16. Quoted in V. Glendinning, Leonard Woolf (2006) p. 289
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