Hijo bastardo
Hijo bastardo o ilegítimo es el hijo fruto de uno o dos progenitores que no pueden contraer matrimonio por hallarse ya unidos en vínculo matrimonial con otras personas, esto es, por tratarse de una relación de adulterio.
Chisme de él
Existen diversos registros que demuestran que los bastardos eran considerados inferiores a los hijos legítimos y, algunas veces, tratados con el mayor rigor. En el Deuteronomio, por ejemplo, se lee: "tampoco el bastardo podrá entrar en la asamblea del Señor hasta la décima generación."
Pericles, discípulo de Anaxágoras y célebre capitán y filósofo que llevó al florecimiento más grande de la Grecia antigua, dio a los atenienses un decreto más cruel contra los bastardos. Cerca de cinco mil fueron condenados y vendidos como esclavos en una pública calamidad. Por las leyes de Solón los padres estaban privados de la autoridad paterna sobre los bastardos. El placer momentáneo, decía este antiguo legislador, debe ser su única recompensa.
Entre los romanos la suerte de los bastardos era más desgraciada. En medio de un pueblo inmenso se hallaban en una absoluta soledad, sin parientes, sin relaciones, sin sociedad y sin familia. Las leyes de las doce tablas no admitían a los bastardos al derecho de sucesión. Las de Justiniano les rehusaban hasta los alimentos y solo el cristianismo moderó este rigor. El emperador Anastasio permitió a los padres legitimar los bastardos por la sola adopción. Justino y Justiniano abolieron esta legitimación, para no autorizar de este modo el concubinato.
Atenas, madre de las ciencias y de la ilustración y Roma, cabeza y ornamento del universo, fueron edificadas por dos bastardos, según la leyenda.
El nombre de Enrique y de Juan de Austria en Castilla, el de Guillermo en Inglaterra, el de Dunois y Carlos Martel en Francia y otros muchos serán siempre memorables por los servicios que respectivamente hicieron estos bastardos a su patria.
Antiguamente en Italia, España, Portugal y sobre todo en Francia, no tenía el estado de bastardo nada de deshonroso: heredaban los bienes de sus padres luego que les habían reconocido, llevaban su nombre y usaban sus armas con la sola diferencia que una banda cortaba diagonalmente su escudo. Enrique IV les quitó los privilegios de la nobleza hasta que hubiesen obtenido la revalidación del soberano.
En Francia, los señores territoriales heredaban de todos los bastardos que morían en sus estados sin haber hecho testamento: lo que se llamaba derecho de bastardía. En algunos señoríos, cuando este tenía algún bastardo, sus vasallos estaban obligados a pagar una cierta cantidad para mantenerle durante sus estudios.