Humildad

El término humildad (deriva del latín hŭmĭlĭtas,[1] ātis, f. humilis,[2]) Hace referencia a la tierra -humus- a su proximidad tanto en un sentido físico como metafórico. Por ejemplo, un campesino está más próximo a la tierra que un aristócrata. Se aplica a la persona que tiene la capacidad de restarle importancia a los propios logros y virtudes, y de reconocer sus defectos y errores.

Representación de la humildad en un vitral, hecha por Edward Burne-Jones.

Humildad como virtud

Miguel de Cervantes dice en Coloquio de los perros que:

La humildad es la base y fundamento de todas las virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea.[3]

Opina así el príncipe de los ingenios que la modestia y la discreción mejoran las demás virtudes y enriquece la personalidad.

Desde el punto de vista virtuoso, consiste en aceptarnos con nuestras habilidades y nuestros defectos, sin vanagloriarnos por ellos. Del mismo modo, la humildad es opuesta a la soberbia. Una persona humilde no es pretenciosa, muy interesada, tampoco egoísta como lo es una persona soberbia, quien se siente autosuficiente y generalmente hace las cosas por conveniencia.

Véase también

Referencias

  1. Real Academia Española. «humildad». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).
  2. Lewis, Charlton T. y Charles Short (en inglés): Diccionario Latín.
  3. El Coloquio de los Perros en Wikiquote

Enlaces externos

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