Inmaculada Concepción (Mateo de Prado)

El 13 de febrero de 1656, Mateo de Prado contrató con el deán Gonzalo de Armada Araujo la fábrica de un retablo (en el que también intervino Bernardo Cabrera) con un relieve de la Conversión de San Pablo y una imagen de bulto redondo de la Inmaculada Concepción para su capilla, sita en un extremo del deambulatorio de la Catedral de Orense:

... en el camino real que sale de la ciudad de Orense [...] a trece días del mes de febrero de mil y seiscientos y cincuenta y seis años [...] de una parte el Doctor Don Gonzalo de Armada Araujo, Deán y Canónigo [...] y de la otra [...] Mateo de Prado, Maestro de Escultor vecino de la ciudad de Santiago [...] dijeron [...] es condición que las figuras de la caja principal que dicho Maestro Mateo de Prado ha de hacer han de ser la Conversión de San Pablo, entiéndase ha de ser la figura principal entera y las demás de medio relieve y en la caja pequeña Nuestra Señora de la Concepción puesta en un trono de ángeles [...] testigos Pedro del Valle, escultor, vecino de Villafranca...[1]^{: p. 52}

El motivo del deán de colocar una imagen de la Purísima en el ático del retablo pudo ser el juramento de la defensa de la Inmaculada Concepción en un acta del cabildo el 8 de diciembre de 1651:

... Juraron el Misterio de la Inmaculada, en nombre de la ciudad Don Juan Eras Manrique, Corregidor por su Majestad, Don Antonio de Arrojo y Valcárcel, Don Fernando de Deza y Andrade, el Licenciado Álvaro Salgado Sotelo, y Don Francisco Álvarez de Argiz, regidores. Bravo de Velasco hizo de Notario Apostólico...[1]^{: pp. 58-59}

La imagen fue retirada del retablo en fecha desconocida y emplazada en su lugar una talla de San Pedro del siglo xvi.[2]^{: p. 50}

La talla, de 90 cm de altura y realizada en madera policromada, muestra a la Virgen con apariencia juvenil, casi aniñada, estando el rostro, de rasgos suaves, enmarcado por una larga melena ondulada que cae sobre los hombros y la espalda. Los brazos están flexionados y las manos juntas en actitud orante, directamente frente al pecho. De postura frontal, esta Inmaculada es deudora del canon impuesto por Gregorio Fernández,[3] cuyas obras de corte concepcionista se caracterizan por su hieratismo. La Virgen viste túnica ceñida con cíngulo y un manto de caída recta y simétrica en cuyos bordes destaca un delicado encaje natural. Los ropajes, adornados con temas florales (entre ellos la azucena, símbolo de la virginidad de María), presentan un esquema de pliegues angulosos y muy marcados, sobre todo la túnica. La imagen se apoya en un escabel compuesto por un nimbo con las cabezas aladas de tres serafines y una media luna con las puntas hacia arriba, todo ello sobre una peana barroca ornamentada con volutas.