Ishaq ibn Ali

Ishaq intentó hacerse con el poder con el respaldo de su madre.[1] Trató infructuosamente de que su padre Alí ibn Yúsuf lo nombrase heredero, en vez de a Tasufin ben Alí ben Yúsef.[1] La tentativa fracasó.[1]

Después de la muerte de su hermano Tasufin en el asedio de Orán, se proclamó emir el hijo de este, el jovencísimo Ibrahim, a mediados de abril del 1145.[2][3] Ishaq intrigó para deshacerse de su sobrino y tras dos meses de reinado logró que se lo declarase incapaz y se le nombrase su sustituto al frente del decadente imperio.[1][3] Por entonces debía hallarse en la pubertad y contar con unos quince o dieciséis años.[1][3]

Entre mediados de septiembre y mediados de octubre, el califa almohade Abd al-Mumin abandonó Tremecén y comenzó su regreso a Marruecos.[4] Se apoderó sin mucho esfuerzo de Uchda y luego hizo lo mismo con Guercif para encaminarse a continuación a Fez.[4] Esta cayó tras una denodada resistencia, el 26 de abril del 1146, por la traición de uno de sus habitantes, que abrió las puertas a los sitiadores.[5] Al mismo tiempo, algunos importantes jefes almorávides se pasaron al enemigo, entre ellos el jefe de la flota.[6] Este conquistó Cádiz, donde se encontraban sus barcos, para su nuevo señor; fue la primera ciudad andalusí en caer en poder de los almohades.[7] Mequínez, que había sido cercada poco después de comenzar el asedio de la vecina Fez, cayó poco después que esta.[8]

Un contingente almohade se dirigió hacia Salé, que conquistó el 20 de mayo, mientras que Ceuta optó por someterse voluntariamente.[8] Seguidamente, el califa almohade se dirigió hacia la capital enemiga, Marrakech, sometiendo varias tribus por el camino.[9] Llegó a la ciudad a mediados de junio del 1146.[9] Los intentos almorávides de alejar al enemigo de la capital resultaron vanos.[10] El asedio fue largo y cundió el hambre; los asediados llegaron a comer cadáveres para subsistir.[10] El asalto final tuvo lugar el 24 de marzo del 1147, día en el que las fuerzas almohades lograron escalar las murallas y penetrar en el recinto de la ciudad.[11] Muchos de los miembros de la familia real fueron pasados por las armas.[12] Ishaq logró el perdón del califa almohade, pero uno de los lugartenientes de este, que lo odiaba, lo acometió y decapitó.[12] La capital almorávide fue entregada varios días al saqueo.[13]

• Bosch Vilá, Jacinto; Molina López, Emilio (1998). Los almorávides. Editorial Universidad de Granada. p. 362. ISBN 9788433824516.
• Viguera Molins, María Jesús (2007). Los reinos de Taifas y las invasiones magrebíes : Al-ándalus del XI al XIII. RBA. ISBN 9788447348152.