Jonathan Moyle

El padre del fallecido, el profesor retirado Tony Moyle, ha dicho que hay "ninguna duda", pero que su hijo fue asesinado porque estaba a punto de exponer a un acuerdo de armas entre Irak y un traficante de armas de Chile. Tony Moyle, quien afirmó que su hijo fue inyectado con una fatal dosis de veneno después de primero haber sedado con café drogado, gastó £ 10,000 en un intento por llevar a los asesinos ante la justicia.

Las autoridades chilenas en un primer momento rechazaron la muerte del expiloto de helicóptero RAF como el suicidio. Pero en diciembre de 1991, a la presión de la familia Moyle, una investigación judicial chileno llegó a la conclusión que había sido asesinado. En 1993, después de una rueda de reconocimiento en Chile no pudo identificar a un sospechoso, la causa de asesinato fue detenida.

La demanda de la familia de un encubrimiento ha sido respaldada por un libro "La Operación Valkiria" sobre la muerte de Jonathan Moyle escrito por Wensley Clark.[4] El autor afirma que Jonathan Moyle fue asesinado por sicarios locales. Alega además que los sicarios fueron contratados para proteger a un plan de 300 millones de libras de un traficante de armas chileno para vender helicóptero artillado para el líder iraquí Saddam Hussein antes de la Guerra del Golfo. El traficante de armas, Carlos Cardoen, niega que tuviera algo que ver con la muerte de Jonathan Moyle y ha elaborado su propio sitio web proclamando su inocencia.

La investigación sobre la muerte de Jonathan Moyle fue reabierta por la Corte de Apelaciones de Santiago a fines de 1997 por un abogado representante de la familia. Fue cerrado y nuevamente reabierto el 9 de septiembre de 2006.[5] Los jueces además calificaron la investigación anterior “incompleta” ya que no se cumplió con todas las diligencias necesarias para poder decretar el cierre del proceso.

El editor de Lobster Magazine proporciona información adicional y un contexto para el asunto en un discurso ante el Centro de Análisis de la Seguridad en Londres el 8 de noviembre de 2000 y publicado en el verano de 2001 en el número 41 de Lobster,[6] que explica cómo los servicios de inteligencia son "tan horribles para trabajar", en que afirma:

Tome a Johnathan Moyle, un no muy brillante y entusiasta monárquico además de hombre de campo que, mientras estaba en la Universidad de Aberystwyth, era un soplón del Poder Especial que pensaban que era su deber patriótico decir a la SB local los que fumaban droga. Al graduarse se convirtió en un agente -de bueno, el MI6, probablemente, aunque ¿quién sabe? Moyle terminó siendo asesinado en Chile. De acuerdo con el libro sobre él, Moyle no era muy sutil como un activo de inteligencia y fue metiendo en todos los asuntos del traficante de armas chilenas Cardoen - uno de los amigos de Mark Thatcher[7] -, mientras que Cardoen estaba haciendo un trato de helicópteros grande con los iraquíes. Esto fue en el período previo al ataque estadounidense contra Irak. Moyle terminó muerto en un armario en Chile y que podían hacer los agentes locales de FCO ? Contarle a los medios de comunicación que Moyle fue víctima de un accidente de auto-erótica: se estranguló mientras se masturbaba.

Discurso de Robin Ramsay ante el Centro de Análisis de la Seguridad en Londres el 8 de noviembre de 2000 y publicado en el verano de 2001 edición de Lobster - Número 41.

Pese a que nunca se ha comprobado que Lord Mark Thatcher - hoy detenido por su participación en un complot para derribar al dictador de Guinea Ecuatorial- haya viajado a Chile a fines de los años 1980 por los negocios que mantenía con Carlos Cardoen, en el ambiente de inteligencia hay quienes aseguran que sí visitó Santiago al menos dos veces: en 1988 y para la Fidae de 1990.[7] El principal denunciante de este vínculo entre el inglés y Cardoen es el exagente israelí Ari Ben-Menashe, quien lo mencionó en su libro "Profits of War" (Ganancias de Guerra), argumentando que ambos participaban en el negocio de la venta de armamento a Irak cuando el régimen de Saddam Hussein libraba una larga y cruenta guerra contra Irán, pese al embargo de la ONU que prohibía expresamente aquello.

Hay distintos testigos que sindican al Coronel del Ejército de Chile, Gerardo Huber como tratando de contactarse con Moyle en el verano de 1990, para entregarle información acerca de la triangulación de armas israelíes a través de Chile a los países en conflicto en la Guerra Irán-Irak.[8] Los embarques de material bélico por vía aérea para Irak e Irán eran utilizados además para tráfico de drogas, fabricadas en los laboratorios del ejército chileno bajo la supervisión del químico Eugenio Berrios, asesinado en Uruguay en 1992 para evitar que diera su testimonio sobre los crímenes de la dictadura.[9]

En el entorno de Jonathan Moyle ocurrieron misteriosas muertes. Pocos días antes de su homicidio, fue ultimado en Bélgica, posiblemente por el Mossad israelí, el canadiense Gerald Bull, ingeniero diseñador de cañones y cohetes que trabajó para Saddan Hussein; el inglés Ian Spiro, pieza clave en la venta de armas a Irán e Irak, fue encontrado muerto en su auto antes de que declarara a una comisión investigadora del Congreso de Estados Unidos en 1995. También su esposa y sus dos hijos fueron asesinados mientras dormían en su residencia de California. El coronel del ejército chileno Gerardo Huber, testigo importante del tráfico de armas de Pinochet –y que intentara comunicarse con el periodista Moyle en Santiago de Chile–, fue hallado en 1992, en las afueras de esa ciudad, con un disparo en la cabeza. Igualmente el ingeniero químico Eugenio Berríos fue ejecutado por colaboradores de Augusto Pinochet en una solitaria playa de Uruguay, donde se refugió para evitar declarar en un juicio por violación de los derechos humanos en su país.