José Francisco Bermúdez
José Francisco Bermúdez (San José de Areocuar, 23 de enero de 1782 - Cumaná, 15 de diciembre de 1831) fue un militar venezolano y prócer de la independencia de Venezuela. Fue General en Jefe del Ejército de Venezuela en la Guerra de Independencia.[1][2][3]
José Francisco Bermúdez | ||
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Información personal | ||
Apodo | Juan Pueblo | |
Nacimiento |
23 de enero de 1782 San José de Areocuar, Venezuela | |
Fallecimiento |
15 de diciembre de 1831 (49 años) Cumaná, Venezuela | |
Sepultura | Panteón Nacional de Venezuela | |
Nacionalidad | Venezolana | |
Información profesional | ||
Ocupación | Revolucionario y militar | |
Años activo | 1810 - 1831 | |
Lealtad |
Venezuela Gran Colombia | |
Rango militar | General en Jefe | |
Conflictos | Guerra de Independencia de Venezuela | |
Título | José Francisco Bermúdez | |
Biografía
José Francisco Bermúdez de Castro y Figuera de Cáceres, nace en San José de Areocuar (algunas fuentes indican que nació en Cariaco en 1780),[4] Provincia de Cumaná, el 23 de enero de 1782. Fueron sus padres don Francisco Antonio Bermúdez de Castro y Casanova y doña Josefa Antonia Figuera de Cáceres y Sotillo Verde, ambos oriundos de Cumaná.
Su educación estuvo de acuerdo con las buenas posibilidades familiares y con lo requerido en el momento para quienes se dedicarían al cultivo de sus haciendas. Llegado el 19 de abril de 1810, participa activamente en todos los actos con los cuales se derriba la autoridad española para constituir un gobierno patriota. En ellos, a más de su celo, señaló a la atención popular su natural y extravertida manera campechana, su gran prestancia física; adquiere ascendiente y popularidad. Uno le dará fieles amigos y soldados. La otra lo bautizará "Juan Pueblo". Remoquete significativo y con el cual, afectos, admiradores y envidiosos le proporcionaron .
Tambaleante la república, amenazadores los realistas, parece crecer el brío ciudadano de cuando la afortunadamente fracasada conspiración de los catalanes (quienes pretendían apoderarse del Castillo San Antonio de la Eminencia de Cumaná) en 6 de marzo de 1811, se presenta voluntario para tomar las armas. Amenazada la Provincia por los sucesos de Barcelona y empeñado el Gobierno en destruir a los facciosos, Bermúdez recibe el despacho de Subteniente y hace la expedición en calidad de Ayudante de Vicente de Sucre, quien era el Comandante.[1]
Ocupado Píritu, las noticias de Caracas, con la terrible novedad de la capitulación, obligaron al retiro de los expedicionarios. Bermúdez, ya en Cumaná, reintegra el despacho de Oficial y se retira a sus posesiones, de donde lo obligarían a huir las tropelías y persecución de los realistas. Fúgase a bordo del Bergantín "Botón de Rosa" en compañía de otros patriotas, llega a las costas de Güiria y de allí pasa a Trinidad.[1]
Toma parte en la expedición de Chacachacare (enero de 1813). Desembarcados los compañeros de Santiago Mariño, las fuerzas del Jefe español Juan Gabasso lo abandonan y se incorporan al movimiento libertador. Mariño con mayores recursos, envía a Bermúdez sobre Irapa y este, quien partió con solo 75 hombres en su primera acción propia, bate al español Francisco Cerveriz el 15 de enero de 1813. Luego concurre a las operaciones sobre Cumaná y a su ocupación.[1][3]
En tanto, su hermano Bernardo fue capturado por los españoles, quienes lo condenan al fusilamiento, cae herido por la descarga y cuando lo iban a rematar, las súplicas de algunos llegan a obtener misericordia para el herido. Pero el mismo Cerveriz ordenará matarlo. Esta noticia exaspera a Bermúdez, hombre de por sí muy fiero, quien «juró exterminar a cuantos enemigos cayesen en sus manos»"; obra a la cual hasta contribuyó personalmente.
En tiempos de Guerra a Muerte propicios a las mayores crueldades, Bermúdez sobresale por su dureza; hacía ejecutar a todos los prisioneros, evitando, debe reconocérsele, maltratos o vejaciones. En lo sucesivo le acompañó fama de inhumano y bárbaro. Y esa barbarie será también una de las causales de disgustos y rencores con el general Simón Bolívar, pues este en la primera batalla de Carabobo, sabedor de la muerte de los oficiales españoles ordenada por Bermúdez, en público, con fuertes palabras le enrostra la indisciplina y la barbarie. Se necesitarían algunos años para borrar en la muerte de Bermúdez la justa reprimenda del Libertador.[1]
Cuando Mariño se decide a marchar hacia el centro, Bermúdez, ya Coronel, contribuye con su empuje al éxito y se cubre de gloria en la Batalla de Bocachica, en la Batalla de Aroa, en la primera Batalla de Carabobo y valientemente, se bate en las desastrosas acciones de la batalla de La Puerta y la Batalla de Arao.
Luego, vuelve a Cumaná en busca de auxilios y pertrechos. El 18 de agosto de 1814, Aragua de Barcelona fue escenario de una de las más cruentas batallas libradas en todo el conflicto. Alrededor de 2.000 defensores republicanos comandados por el Coronel Bermúdez enfrentaron el ataque, realizado por cerca de 5.000 realistas liderados por el General Francisco Tomás Morales. Según el historiador Francisco Alejandro Vargas, durante la refriega, llevada a cabo casa por casa, perecieron alrededor de 1700 defensores o pobladores de la ciudad y resultaron heridos unos 2.000, además de que otros fueron posteriormente ejecutados sin conmiseración alguna por las tropas de Morales, según instrucciones emitidas por el comandante general del ejército realista, José Tomás Boves. En total, alrededor de 4.711 personas murieron entre ambos bandos. Bermúdez logra escapar a Maturín donde reorganiza el ejército en vista de combatir al general Morales, lo cual sucede el 12 de septiembre de 1814, obteniendo Bermúdez un triunfo completo.[1]
La aproximación de José Tomás Boves y subsiguiente toma de Cumaná, hace concebir a Bermúdez y a José Félix Ribas (quien era el superior jerárquico) la idea de combatirlo, mas para ello, dividen sus fuerzas (la estrategia parece haberla impuesto Ribas) y Bermúdez marcha sobre Boves con la esperanza de batirlo antes de su segura reunión con Morales. Tópanse en Los Magueyes y luego de un combate duro y sostenido, Bermúdez en la imposibilidad de romperlo, se ve obligado a retirarse sin que Boves se anime a abandonar sus líneas para perseguirlo. Reunidos Bermúdez y Ribas quizás se hubiese evitado la Batalla de Urica, pero la muerte esperaba en aquel nefasto campo, precisamente a Boves y luego a Ribas.[1]
Conocedor Bermúdez de la fuerza de Boves, ahora aumentada por la de Morales, se opuso con toda la energía de su carácter a la acción propuesta por Ribas, o sea a la marcha sobre Boves, para combatirlo donde este precisamente quería. Quizás de mal talante, sedimento de otros males, la mayor graduación de Ribas lo obliga a obedecer. El 5 de diciembre de 1814, se sucede la derrota de Urica.[1]
Bermúdez se salva y alcanza a llegar con poca gente a Maturín. En esta, realiza prodigios de valor, pero sucumbe al número y de nuevo debe huir. Llega a Güiria a principios de 1815 y luego de varios combates pasa a la isla de Margarita donde Juan Bautista Arismendi y otros Jefes, ante el gran despliegue de las fuerzas expedicionarias del general Pablo Morillo se deciden por la rendición. Solo Bermúdez, el "disidente", está contra esa decisión y con unos cuantos adeptos escapa a bordo de la flechera "Golondrina"; para lo cual hubo de cruzar por el propio medio de la escuadra española. Luego de tocar en algunas Antillas llega a la sitiada Cartagena de Indias, en donde recibe el mando, confiado hasta el momento al indeciso y acaso en vías de entendimiento con los realistas, Manuel del Castillo y Rada.[1][3]
Pocos asedios en la historia de América y aún en la occidental tan duros y terribles. Basta leer las memorias de algunos de los oficiales españoles para conocer las penalidades y sacrificios de los sitiados. El general Pablo Morillo, quien ha fracasado en sus intentos de asalto, somete la ciudad a un cerco de hambre. Convencidos los patriotas de la inutilidad de sus esfuerzos, ya sin pertrechos y con fuerzas muy disminuidas, deciden abandonar la defensa. Bermúdez sale de Cartagena y de nuevo burla la vigilancia de la escuadra española.
Con las goletas "Constitución" y "Sultana" del corsario Luis Aury busca el rumbo de Jamaica. Permanece algunos días en Kingston, de donde es obligado a salir y se dirige a Los Cayos de San Luis (Haití).
Asiste entonces a la Asamblea del 7 de febrero de 1816, en la cual Bolívar sostuvo la necesidad de invadir Venezuela con el apoyo del presidente haitiano Alejandro Petion. El Comando Supremo a la pregunta de si consentía en que el General Bolívar fuese el Jefe de la expedición naval, Bermúdez contestó negativamente. Pero el sentido común de la mayoría, la influencia del almirante Luis Brión y su fidelidad bolivariana, imponen aquella solución. Bermúdez será uno de los cuatro que discutieron el mando del Libertador. Como se ve en minoría, da su consentimiento pero a medias. Y muy pronto volverá a la desobediencia, atizado esta vez por sus ambiciones de mando; en efecto había aspirado al Comando Supremo. La actitud negativa de Bermúdez, sus vacilaciones e intrigas, obligaron al Libertador a prescindir de su colaboración; al efecto expidió orden de no permitir su embarque. Tenaz Bermúdez, fletó una goleta y el 9 de junio de 1816 salió de Los Cayos rumbo a Margarita a donde llega el día 29 de ese mismo mes. Arismendi le impide desembarcar, permitiéndole solo carenar y la busca de víveres.
Sabidos los sucesos de Carúpano, Bermúdez sigue a Ocumare de la Costa con el Corsario "Félix" y ofrece sus servicios a Bolívar quien le contestó por oficio, y en términos durísimos le recordó su desobediencia.
Las desgracias de Ocumare empujaron al Libertador a Bonaire de donde va a Güiria. Bermúdez lo sigue en Güiria, cegado por sus rencores, azuzado por la ambición de mando y el regionalismo, se une a Mariño para apoyarlo y desconocer de nuevo la autoridad de Bolívar. Obligado el Libertador a partir, cuando se dirigía al embarcadero entre los gritos de una chusma hostil (parientes espirituales de quienes más tarde le negarían todo), Bermúdez tira de la espada para herirlo, afortunadamente para Bolívar, la intervención del coronel Manuel Isava y el Lic. Gaspar Marcano,[5] evitó a Venezuela un horrendo crimen.
Mariño lo utiliza en sus operaciones y en el año de 1817, cuando Bolívar reclama el auxilio del Libertador de Oriente, este marcha en su socorro llevando a Bermúdez como Jefe Divisionario. Le tocó ser el primero en abrirse paso. Un espontáneo abrazo y las frases sinceras de Bolívar quien entre otras le dijo "Libertador del Libertador", volvieron a Bermúdez a la obediencia y hasta al afecto.
Sigue en todas las operaciones de Oriente, combate en Angostura y en octubre de 1817 es ascendido a general de División y nombrado comandante general de la Provincia de Cumaná, estando esta en manos de los realistas. En sus acciones sobre esta plaza debe señalarse una frase feliz dicha a un curioso compañero. Era este un oficial bonapartista de nombre Persat, quien voluntario desde Angostura, al sufrir los rigores de la campaña y ver el trato dado a los prisioneros, optó por pedir su baja. Bermúdez le dijo: "ya le había dicho, que entre las guerras hechas por usted y las de nosotros no existe relación". En julio de 1818 actúa sobre Güiria en combinación con Luis Brión, y la ocupa mediante acciones personales de gran valentía.
Fracasa en Carúpano y Río Caribe (1818); regresa a Angostura y con el nombramiento de General en Jefe, recibe el Ejército de Mariño. Marcha sobre Barcelona para reunirse con Rafael Urdaneta; mas este había ya abandonado la ciudad y Bermúdez debe hacerse fuerte en ella para resistir a Pereira que se le encima. Agotadas las municiones se retira en orden a pesar de la persecución enemiga y aún más, pasa al alcance del cañón realista en Cumaná y sigue por Cumanacoa, Aragua de Maturín hasta Maturín.
Cumple las órdenes concernientes al armisticio y aprovecha para ir a Angostura, donde recibe las instrucciones para actuar sobre Caracas. Al decir de su edecán Mejía, cuando supo que debía entrar en Caracas el 15 de mayo de 1821, dijo: «Juro por la patria que el mismo quince estoy en la capital o no existo».
El momento estelar, para decirlo con la frase de Stefan Zweig, llega para Bermúdez en la preparación de la batalla de Carabobo.
Bolívar escribía: «Si usted (el Vice-Presidente) logra atraer sobre el Ejército de Oriente en Caracas o en los Valles de Aragua y entretener por algún tiempo alguna división respetable del enemigo, la campaña está decidida a nuestro favor, porque el resto del ejército español no puede resistirnos».
Nunca se dieron instrucciones tan celosa y brillantemente cumplidas. Bermúdez con unos 1.200 hombres cruza el río Unare el 1.º de mayo (el mismo día que rezaba en sus órdenes), evita las fortificaciones realistas de Tacarigua y enfrenta al Batallón "Hostalrich" (450 hombres) al mando del brigadier Ramón Correa el 8 en la Boca de Caño Amarillo. Entra en Caucagua el 11 y el 12 vence a los realistas mandados por Hernández Monagas y De Bolet, en el sitio de El Rodeo, cercano a Guatire. (Ver: Batalla de El Rodeo) Apresura la marcha y entra en Caracas el 14 o sea un día antes del límite fijado.
Sigue a La Guaira. Regresa a Caracas y marcha sobre los Valles de Aragua. El 19 y 20 entre Laguneta y El Consejo bate al Brigadier Correa y ocupa La Victoria. Conocidas por el mariscal de campo Miguel de la Torre las operaciones de Bermúdez y la ocupación de Caracas, primero envía al segundo Batallón de "Valencey" y luego retrocede, es decir, abandona su plan, hacia Valencia desde donde envía al general Francisco Tomás Morales sobre Caracas.
El 24 de mayo este, con unos 2.000 hombres combate a Bermúdez en Las Lajas. Escaso de municiones y en inferioridad numérica se retira y abandona Caracas el 26. Es seguido por el Brigadier Pereira mientras Morales regresa a marcha forzada llamado por La Torre. Reforzado Bermúdez, cae sobre el Comandante Lucas González y lo derrota el 14 de junio. El 19 entra en Petare. El 23 combate a Pereira en El Calvario y tras sangriento combate huyó hacia Guarenas y Santa Lucía. Pereira no lo persigue pues está mejor informado que Bermúdez y Soublette (quien acompañándolo no ha hecho sino reunir críticas), de lo que puede ocurrir en Valencia. Sabedor de la victoria patriota en Carabobo se dirige a La Guaira, de donde busca salir para Puerto Cabello. Entre tanto, Bolívar llega a Caracas el 28 de junio.
La misión encomendada fue cumplida a cabalidad y pudo ser así gracias a las cualidades del Jefe Oriental.
De Caracas, Bermúdez es enviado a cerrar el sitio de Cumaná. Con actividad increíble y con riesgos personales enormes, lleva el sitio desde septiembre de 1821 hasta rendirla el 16 de octubre. El 18 se presentó una escuadra con Laborde a socorrer la plaza ya en poder de Bermúdez. Se entrevistó este con el Jefe español y hasta le ofreció un banquete. !Que la regularización de la guerra había rescatado la caballerosidad!.
Bermúdez durante el sitio había recibido sus despachos de General en Jefe. Justo reconocimiento de tan valiosos servicios. En 1822 lleva auxilios al Ejército sitiador de Puerto Cabello y en 1823 abre operaciones en Río Hacha; por la Goajira llega a los Puertos de Altagracia el 13 de agosto. Su presencia obliga a Morales al cumplimiento inmediato de la capitulación después de haber sido derrotado en la batalla del Lago de Maracaibo.
De regreso colabora con el general Páez en la toma de Puerto Cabello. En 1826 solicita licencia y se retira a su hacienda de La Soledad en Güiria. En 1828 es llamado al servicio y derrota a los Monagas en Cumanacoa.
En 1830 fue de nuevo intendente y comandante general del Departamento. El decreto de 24 de junio lo coloca en situación de retiro y el 15 de diciembre de 1831 muere víctima de un pistoletazo que le disparara el joven Rafael Berrizbeitia.
Quien había desafiado con el coraje más firme todos los plomos enemigos de la Patria debía morir a manos de un coterráneo y por causas todavía discutibles.
Si jefe es quien está a la cabeza, quien da ejemplo de sacrificio, valor y tenacidad, Bermúdez es sin duda uno de los grandes jefes de su tiempo.
El parroquialismo de la época, su complexión sanguínea, una cierta supervaloración de su yo, su instrucción mediana, lo hicieron en muchas ocasiones reñir con sus iguales, negar obediencia a quien le era superior, desconocer los peligros a que su actitud, contraria a la unidad y al principio de masa exponía a la República. Solo sabía que la guerra era violencia y en ella la moderación cosa culpable…
Su crueldad solo mitigaba por lo largo de la guerra, puede meterse, en parte, con los factores que lo empujaban a la desobediencia. Debemos apuntar el deseo de vengar la muerte de su hermano como causal de robustecimiento de esos factores. Recordemos que Bernardo Bermúdez estuvo preso cuatro meses antes de sufrir la muerte.[1]
De todas sus acciones, sin duda alguna, aquella que afirma en sus hombros, delante de sus contemporáneos y para la historia, las insignias del generalato, es la conducción de la operación sobre Caracas, llamada Diversión de Bermúdez. Ella solo basta para su gloria y ella conducida como solo él podía hacerlo, contribuye en la medida prevista por Bolívar al triunfo de Carabobo.[3]
Referencias
- Pérez Tenreiro, Tomas. (1968): Los Generales en jefe de la independencia (rasgos biográficos). Ministerio de la Defensa. Caracas.
- Romero Martínez, Vinicio. (1987): Mis mejores amigos. 110 biografías de venezolanos ilustres. Editorial Larense, C.A. Caracas. 188p. ISBN 980-211-120-1
- Hernández Caballero, Serafín (Editor). 1998: Gran Enciclopedia de Venezuela. Editorial Globe, C.A. Caracas. 10 volúmenes. ISBN 980-6427-00-9 ISBN 980-6427-10-6
- «Bermúdez árbol genealógico». Consultado el 24 de enero de 2016.
- «Recilla Bermúdez con Bolívar». Archivado desde el original el 16 de julio de 2017. Consultado el 24 de enero de 2016.