Juana Isabel de Holstein-Gottorp
Juana Isabel de Holstein-Gottorp (Schleswig, 24 de octubre de 1712-París, 30 de mayo de 1760) fue una princesa de Holstein-Gottorp, hija de Albertina Federica de Baden-Durlach y de Cristián Augusto de Holstein-Gottorp, y nieta del margrave Federico VII Magno de Baden-Durlach y de Augusta María de Holstein-Gottorp. Fue la madre de Catalina la Grande, zarina de Rusia, y hermana del rey Adolfo Federico de Suecia.
Juana Isabel de Holstein-Gottorp | ||
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Retrato de Juana Isabel por Anna Rosina de Gasc (c. 1752) | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
24 de octubre de 1712 Castillo de Gottorp (Alemania) | |
Fallecimiento |
30 de mayo de 1760 (47 años) París (Reino de Francia) | |
Nacionalidad | Alemana | |
Familia | ||
Padres |
Cristián Augusto de Holstein-Gottorp Albertina Federica de Baden-Durlach | |
Cónyuge | Cristián Augusto de Anhalt-Zerbst (desde 1727) | |
Hijos | ||
Información profesional | ||
Ocupación | Regente | |
Cargos ocupados | Regente | |
Distinciones | ||
Matrimonio y descendencia
A los 15 años, en noviembre de 1727, Juana Isabel se casó con Cristián Augusto de Anhalt-Zerbst y se fue a vivir en la desolada Stettin, en los límites de la bahía de Pomerania, donde se encontraba la base del regimiento de su marido.
Dio a luz cinco hijos:
- Sofía (1729-1796), la futura Catalina la Grande, zarina de Rusia.
- Guillermo (1730-1742).
- Federico Augusto (1734-1793).
- Augusta (1736-1736).
- Isabel (1742-1745).
Sus hijos
El principal gobernante de Anhalt-Zerbst, Juan Augusto, primo de Cristián Augusto, al parecer no podía tener hijos y su hermano mayor, Juan Luis, era soltero. Lo que significaba que si Juana Isabel le daba a su marido un hijo varón, su posición cambiaría fuertemente, pudiendo dejar finalmente la aburrida Stettin.
La obsesión de Juana Isabel se enfocaba en entregar a sus hijos un futuro más distinguido que el que le había tocado a ella, a pesar de ser nieta del rey Federico de Suecia, obligada a casarse con un hombre de inferior rango. Continuamente visitaba la corte del rey para mantener relaciones importantes que fueran de beneficio a su causa.
Tanto Sofía como Guillermo fueron fuente de preocupaciones: la primera, que no era de hermosas facciones, sufría de una grave escoliosis, y el segundo tenía una pierna atrofiada. Por su hija, Juana Isabel confabuló secretamente con un modisto que le confeccionó un corsé sumamente ajustado para enderezarle la columna. Para el adorado muchacho, en cambio, se intentó todo, pero sin éxito. Los baños termales a los que era sometido le dejaron como resultado una enfermedad respiratoria que lo debilitó hasta morir. Para Juana Isabel este fue un duro golpe, ya que era su hijo favorito.
Cuando murió el príncipe de Anhalt-Zerbst, fue sucedido por Juan Luis II de Anhalt-Zerbst, quien nombró a su sobrino, Federico Augusto, como su sucesor. Por esto, la familia se mudó a Zerbst.
El matrimonio de Sofía
Cuando su hermano, Adolfo Federico, fue nombrado rey de Suecia, Juana Isabel comenzó a fraguar la idea de casar a su hija con un partido de alto rango. Sus esperanzas se vieron realizadas cuando la emperatriz Isabel I de Rusia escogió a la joven Sofía como esposa para su sobrino y heredero al trono de Rusia, Pedro.
Madre e hija partieron a Moscú, donde Sofía tuvo que cambiar su religión de luterana a ortodoxa y por lo mismo también su nombre de pila, llamándose desde entonces Catalina. Juana Isabel, que al comienzo fue acogida con todos los honores que merecía como futura suegra del zarévich, sucesivamente empezó a ponérsela en segundo plano hasta alejarla completamente de la hija, cuyo rango en la corte estaba casi a la misma altura que el de la zarina.
Juana Isabel intentó permanecer en la corte hasta al menos el matrimonio de su hija. Pero rumores de un amorío de la madre con el conde de Beckij (conocido por conspirar en contra de la zarina) hicieron que Isabel I amenazara con mandar a ambas de vuelta a Alemania.
Después de la boda entre Catalina y Pedro, Juana Isabel fue despedida y se le prohibió la entrada a Rusia, incluso se le impidió mantener correspondencia con su hija, aunque ésta logró enviarle algunas cartas de forma clandestina.
Después de enviudar, Juana Isabel se fue a vivir a París, donde murió en 1760, a los 47 años de edad.
Bibliografía
- Carolly Erickson, Catalina La Grande, Milano, Mondadori, 2004. ISBN 88-04-47127-1
Ancestros
Enlaces externos
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