La Revolución Chilena

Texto en negrita

La Revolución Chilena
de Peter Winn

Portada de la Editorial LOM.
Género Historiográfico: Historia social, historia política e Historia cultural
Tema(s) Historia del movimiento obrero en Chile
Edición original en inglés
Título original The Chilean Revolution
Edición traducida al español
Traducido por Gloria Casanueva y Hernán Soto
Editorial LOM
País Estados Unidos
Fecha de publicación 2013
Páginas 157

La Revolución Chilena es un libro escrito por el historiador estadounidense Peter Winn el año 2013.[1] Su formato historiográfico corresponde al de un ensayo, es decir, al de una propuesta intelectual propia sin basarse mayormente en citas bibliográficas.

Pese a su contenido parcial, existen medios internacionales[2] o universidades estadounidenses ―como la Universidad de California en Los Ángeles[3]― que consideran respectivamente a la obra y al autor tanto un imprescindible manual de historia política chilena[2] como una fuente empírica especializada,[3] razones que han consagrado la trayectoria y presencia de trabajos de Winn en seminarios y charlas universitarias acerca de historia contemporánea de Chile.[4][5][6][7] Por otra parte, la relativa notoriedad internacional de esta obra en círculos académicos y periodísticos ha contribuido a difundir la expertiz de Winn en asuntos políticos chilenos, dominio que le ha permitido ser columnista en el New York Times ya en la década de 1970.[8]

Esta obra se hace cargo especialmente del periodo 1964–1973,[9][10] el que, a juicio del autor, vendría constituyendo «la verdadera historia prohibida del país», ya que «ese decenio, y especialmente los tres años de la Unidad Popular» atentaron directamente en contra de la élite forjadora del Estado-nación chileno[11] y la relación entre fuerzas progresistas luego aliadas desde 1990 (el Partido Socialista y la Democracia Cristiana).[12]

El desarrollo de esta obra estuvo asistida e influenciada por Mario Garcés, a quien Winn menciona especialmente en sus agradecimientos debido a «su crítica y acuciosa lectura»[13] en las que también estuvo acompañado por Julio Pinto Vallejos.[13]

La «vivencia» de la «revolución chilena», pasaje clave en el transcurso de su obra, está metodizada por el autor en base a una línea perteneciente a la Historia cultural,[14][15] ya que brinda énfasis a la transformación cotidiana de los sectores subalternos mediante factores como la Nueva canción chilena,[16] la difusión de la lectura mediante la Editorial Quimantú[16] o los centros culturales gestados en los entonces «campamentos revolucionarios»[16] hegemonizados por el grupo de ultraizquierda MIR[17][18] alrededor de las tomas de terreno rurales y urbanas permitidas por el gobierno de Allende.[16] Asimismo, también cobran importancia en la narración tópicos como la socialización de la producción por vía de la co-gestión obrera en la Fábrica Ex-Yarur,[19] pues el funcionamiento de comités de producción[19] implicó un cambio radical en los trabajadores antes supervisados por quienes debían fidelidad al entonces propietario[20], vale decir, Luis Amador Yarur.[21]

Resumen

La tesis central del libro es que la «revolución» de Salvador Allende estuvo fundamentada por una activa colaboración entre los burócratas profesionales pertenecientes a la Unidad Popular (UP) y sus bases sociales militantes o simpatizantes conformadas por obreros, campesinos, estudiantes y pobladores. Ambos sectores respectivamente formaron una «revolución desde arriba» y otra «desde abajo». Por tal razón, en esta obra de siete capítulos, Winn comienza dedicando los primeros dos de ellos a un resumen de las versiones históricas de Chile que han influido tanto en la élite ―y su visión «desde arriba»― como en la población subalterna. Posteriormente, y para concluir esa contextualización, el siguiente capítulo gira en torno a dos ejes: tanto hacia la trayectoria como a las características políticas de Allende entre los años 30 y 1970, cuyo carisma logró sobrevivir al cambio de paradigma político en su escena nacional, pues, hasta 1958, «la política chilena giraba más en torno a personalidades que a proyectos».[22]

Habiendo ya situado al lector de cara al triunfo de la UP en las elecciones presidenciales de 1970, el autor dentro de los (centrales) capítulos n°4, n°5 y n°6 se concentra en las tensiones que hubo entre burócratas y bases sociales por la velocidad de las reformas, razón por la que «Winn toma como casos ejemplares»[11] a la Fábrica ex-Yarur, al fundo Rucalán y al campamento Nueva La Habana.[11] El primero de los tres escatima en las particularidades de «la revolución desde abajo», mientras que los dos siguientes hacen respectiva referencia a cómo las capas populares vivieron la revolución y cómo es que esa experiencia entró en un punto álgido que no solo generó una tensión en torno al propio gobierno ―y al Partido Comunista (PC)―, sino que también abrió paso a una enconada hostilidad hacia la oposición (la centroderechista «Confederación de la Democracia») entre 1972 y 1973. Finalmente, la idea fuerza del séptimo capítulo radica en la singularidad de la «contrarrevolución» encabezada por la dictadura del Gral. Augusto Pinochet, la cual consistiría en una aplicación decidida de las reformas «ultra-liberales» del economista Milton Friedman, cuyas ideas modificaron drásticamente al tejido social de la población chilena al basarlo en las dinámicas del mercado y no en la asociatividad política promovida por la Constitución de 1925. Así, este último capítulo tiene como función conectar la secuencia de la narración con el epílogo donde se hace un balance respecto de ambas «revoluciones» (la socialista y la «neoliberal») y se establecen los resultados del desarrollo: el triunfo de Allende por «la batalla por la memoria histórica»[23] y la persistencia de la desigualdad pese a la fuerte baja de la pobreza propugnada por la Concertación,[12] coalición que no se esforzó por modificar la concentración de la propiedad con tal de recomponer su relación con el empresariado.[24]

Además de dejar entrever sus simpatías por cómo el gobierno de Salvador Allende dirigió el «proceso revolucionario» (a diferencia de la «revolución violenta de Cuba»[25]), allí es enfático arrojando la primera tesis principal respecto de que su gestión había «realizado la más rápida y extensa reforma agraria de la historia» sin derrame de sangre,[26] punto que luego desglosa a raíz de detalles a lo largo de diferentes capítulos y cuyo reforzamiento base estriba en que «Zhou Enlai, experimentado revolucionario chino, le advirtió a Allende que estaba yendo muy lejos».[27]

Su segunda tesis principal respecto de la administración de Allende consiste en que, de no ser por el Golpe militar de 1973,[28] habría concluido en «la única revolución socialista democrática tanto en forma como en contenido, incluyendo un poder desde abajo que generó un «poder popular» sin precedentes».[25] Con tal de reforzar esa conclusión, previamente hace referencia a una entrevista que tuvo con el mandatario socialista en 1972 en la que aquel médico declaró que: «Millones de personas en el mundo quieren el socialismo, pero no desean pasar por la tragedia de una guerra civil para alcanzarlo».[29] La función de dicha cita tiene como misión dar respaldo al interés que existió hacia la Unidad Popular (UP) de parte de fuerzas políticas izquierdistas de Occidente[27] o Latinoamérica[27] cuyos integrantes, como Fernando Henrique Cardoso o André Gunder Frank, se cualificaron en ciencias sociales marxistas dentro de universidades chilenas que estaban en medio de una batalla de las ideas librada entre los adeptos a la UP y fuerzas opositoras que tenían su bastión tanto conservador como neoliberal en la Pontificia Universidad Católica de Chile, institución que, desde mediados de la década de 1950, tuvo un convenio con la Universidad de Chicago en la que sus alumnos eran instruidos en torno a la escuela libertariomonetarista de Friedman y Friedrich Von Hayek.

En suma, su tercera tesis principal es que «Allende ha ganado la batalla por la memoria histórica» en Chile[23] frente a las figuras de Fidel Castro y Augusto Pinochet: además de reiterar en base al primero una crítica solapada en torno a lo que objeta como la dirección de una revolución violenta, respecto del segundo establece que, pese que a su «revolución que hizo del mercado el regulador de la economía y la sociedad»,[23] ha quedado como paradigma de «líder del terrorismo de Estado y la represión social».[23]

El apartado de este libro, última sección que se ubica entre las páginas 137 y 150, tiene por objetivo patentar el legado cultural que dejó la UP, el cual ―de acuerdo al autor― se deja graficar en los métodos de organización social «desde abajo» que volvieron a surgir tanto en la última fase del gobierno militar (1982–1990) como bajo la despolitización ocurrida durante los primeros 20 años de la Transición a la democracia (1990–2010). De esta forma, el autor va ilustrando diferentes casos en esos periodos hasta llegar a las movilizaciones estudiantiles de 2011 y 2012.[30]

Dentro del primer periodo mencionado (1982–1990), Winn utiliza como casos la huelga de obreros despedidos de Textiles Panal durante la crisis económica de 1982[31] o la organización política y social de «ollas comunes» por parte de Ube Torres,[32] una simple pobladora de la Población Lo Hermida que puso en práctica su experiencia e influencia que obtuvo de su militancia en el MIR durante la era Allende.[32] Este último caso resulta paradigmático entendiendo que uno de los capítulos centrales del autor versa sobre la «revolución desde abajo» (n°4), apartado que, junto a los otros capítulos importantes (n°5 y n°6), luego entra en diálogo con el último capítulo sobre la «contrarrevolución» de Pinochet y los detalles que da en base a la represión contra la izquierda e incluso la disputa de sus bases sociales por parte del Movimiento Gremial, organización afín al régimen y base del futuro partido Unión Demócrata Independiente (UDI). Así, la presencia de Torres en el relato del autor tiene por finalidad demostrar que «la organización de "ollas" se convirtió también en la base de un movimiento social» que se nutrió de antiguos cuadros políticos izquierdistas durante la UP.

Previo a finalizar la primera etapa del epílogo sobre la movilización social bajo Pinochet (pp. 137–141), Winn hace especial mención al gobierno conservador del estadounidense Ronald Reagan (1981–1989), quien estuvo «preocupado de que la larga dictadura de Pinochet pudiera terminar ―como la de Somoza en Nicaragua― en una victoria izquierdista revolucionaria».[33] De esa forma, Winn avanza hacia al segundo parámetro de análisis relativo a la Transición, ya que la administración de Reagan se sirvió del «viaje político al centro» del socialismo renovado[24] en torno a la Democracia Cristiana para dar paso hacia los gobiernos democráticos, periodo que, según Winn, estuvo caracterizado más por políticas en favor de la estabilidad y el equilibrio de poder que por medidas en pro de la movilización.[24] Por tal razón, otro de los casos paradigmáticos que utiliza dentro de esta segunda temporalidad (1990–2010) se encuentra en la «Toma de Peñalolén» (1998), fenómeno al que Winn se refiere como «un proyecto político y no solo habitacional»[34] debido a la conducción que allí asumió el marxista Movimiento SurDA,[34] el cual inculcaba en los pobladores consignas como «Aquí se construye conciencia ―y no solo casas―»,[34] lo que según el autor le hacía «recordar a Nueva La Habana»,[35] opinión fundamentada por la inspiración que SurDA tenía en el MIR.[35] No obstante, Winn luego constata el fracaso de SurDA en ese territorio, pues, según narra el autor, la organización no fue capaz de asegurar títulos legales ni tampoco de interpretar a los pobladores que buscaban soluciones habitacionales en lugar de políticas izquierdistas.

Tras mencionar la desintegración de SurDA (2008), Winn hace énfasis en la aparición de su heredero: Izquierda Autónoma (IA; 2008–2019), uno de los fundadores de la coalición Frente Amplio en enero de 2017. Pese a que el autor comete un anacronismo al señalar que los autónomos participaron en calidad de organización en las movilizaciones estudiantiles de 2005 y 2006, en su texto recalca, ahora sin errores cronológicos, su «rol dirigente en el impetuoso movimiento estudiantil de 2011 y 2012».[30] En virtud de esa dirección, Winn nuevamente deja entrever la influencia que la UP ha impreso en los entonces connotados dirigentes universitarios como Francisco Figueroa (IA), Camila Vallejo (PC) o Camilo Ballesteros (PC), cuyo denominador común consiste en «el socialismo democrático como opción vigente» y en el «empoderamiento de los movimientos sociales»,[36] miradas que contrastan con la hegemonía centrista de la Concertación.

Véase también

Referencias

  1. «La Revolución Chilena». LOM Chile, 2013,
  2. «5 Livros para quem quer conhecer mais sobre a história do Chile». Nexo Jornal. 27 de octubre de 2019. Consultado el 26 de enero de 2021.
  3. «Chile's Popular Unity coalition and the revolution from below». UCLA Press. 2 de diciembre de 2013. Consultado el 26 de enero de 2021.
  4. «Seminario “La izquierda chilena a 40 años del golpe” comienza este jueves en la Universidad de Chile». Radio Bío-Bío. 5 de septiembre de 2019. Consultado el 26 de enero de 2021.
  5. «Historiadores ICSO en seminario sobre 40 años del golpe». Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales. 16 de agosto de 2013. Consultado el 26 de enero de 2021.
  6. «Historia UC participa en la conmemoración de los 40 años del golpe de Estado». Facultad de Historia, Geografía y Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Católica de Chile. 5 de septiembre de 2013. Consultado el 26 de enero de 2021.
  7. «Historiadores de la Universidad reflexionan junto a pares nacionales e internacionales, sobre el pasado reciente». Universidad de Santiago de Chile. 16 de marzo de 2017. Consultado el 26 de enero de 2021.
  8. «Chile was the Watergate of United States foreign policy». New York Times. 9 de mayo de 1976. Consultado el 26 de enero de 2021.
  9. «La Revolución Chilena». Sitio web de la Vicaría de la Solidaridad, 2013,
  10. «La revolución chilena más allá de héroes y mitos». Resumen.cl. 20 de junio de 2014. Consultado el 26 de enero de 2021.
  11. Véase la contratapa del libro «La Revolución Chilena» publicado por la Editorial LOM.
  12. Winn, 2013, p. 143.
  13. Winn, 2013, p. 7.
  14. «Lo peor del Golpe fue destruir los sueños de los trabajadores». El Mostrador. 11 de septiembre de 2013. Consultado el 26 de enero de 2021.
  15. «El proyecto sociocultural de la izquierda chilena durante la Unidad Popular. Crítica, verdad e inmunología política». Journalsopenedition.org. 11 de septiembre de 2013. Consultado el 26 de enero de 2021.
  16. Winn, 2013, p. 77.
  17. Winn, 2013, p. 80.
  18. Winn, 2013, p. 78.
  19. Winn, 2013, p. 84.
  20. Winn, 2013, p. 85.
  21. Winn, 2013, p. 61.
  22. Winn, 2013, p. 34.
  23. Winn, 2013, p. 13.
  24. Winn, 2013, p. 142.
  25. Winn, 2013, p. 14.
  26. Winn, 2013, p. 9.
  27. Winn, 2013, p. 10.
  28. «Chile: ¿era posible la victoria». La Izquierda Diario. 15 de septiembre de 2019. Consultado el 26 de enero de 2021.
  29. Winn, 2013, p. 11.
  30. Winn, 2013, p. 147.
  31. Winn, 2013, p. 138.
  32. Winn, 2013, p. 139.
  33. Winn, 2013, p. 140.
  34. Winn, 2013, p. 145.
  35. Winn, 2013, p. 146.
  36. Winn, 2013, p. 149.

Bibliografía

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