La tentación de San Antonio (Dalí)
La tentación de San Antonio es un cuadro realizado por el pintor español Salvador Dalí en 1946. La obra está pintada al óleo sobre lienzo, es surrealista y mide 90 x 119,5 cm. Se conserva en Bruselas en los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica.
La tentación de San Antonio | ||
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Año | 1946 | |
Autor | Salvador Dalí | |
Técnica | Óleo sobre lienzo | |
Estilo | Surrealismo | |
Tamaño | 90 cm × 119,5 cm | |
Localización | Museos reales de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas, Bélgica | |
País de origen | España | |
Descripción
En el cuadro se muestra a San Antonio Abad en un desierto, arrodillado y sosteniendo una cruz hecha con dos varitas para protegerse de las tentaciones que lo atacan, con el antiguo gesto del exorcismo. Estas son representadas por un caballo y una fila de elefantes, todos estos con sus patas alargadas de forma grotesca y cada uno cargando con una tentación.
San Antonio aparece representado como un mendigo, desnudo, con el pelo revuelto y apoyado sobre una piedra. Delante de él hay una calavera.
El cuadro describe literalmente las tentaciones a las que el hombre normalmente cae:
- Felicidad, representado con el caballo, el cual tiene sus pezuñas desgastadas y llenas de polvo. Este animal recuerda a los jumentos esqueléticos de los primeros cuadros surrealistas del autor.
- Placer, representado por la mujer sobre el primer elefante.
- Oro y riquezas, representados por los dos elefantes sobre los que hay una pirámide y una casa de oro y dentro de esta última, un busto de mujer lo aguarda.
Más atrás, otro elefante carga un altísimo monolito sobre su espalda. Detrás de este y sobre las nubes, hay un castillo.
En el paisaje desértico, dos hombres discuten y al fondo, un hombre lleva de la mano a su hijo. Este último par de personajes también es representado en Vestigios atávicos después de la lluvia. Un ángel blanco vuela sobre el desierto.
La puesta en escena de la obra representa un impacto en el subconsciente al mostrar un entorno sombrío u gris cual desierto dispuesto para la más cruel de las tormentas, esta confrontación pone en alerta al receptor y despierta sus sentidos para disfrutar del resto de la obra.