Marquesado de Peralta
Esta denominación corresponde a dos dignidades nobiliarias diferentes, una del Sacro Imperio Romano, otorgada en 1738 por el Emperador Carlos VI, y otra española, según unos, creada, según otros, restablecida en 1968 por el gobierno del dictador Francisco Franco a petición del sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.
El Marquesado imperial de 1738
El Marquesado de Peralta, título nobiliario del Sacro Imperio Romano, fue concedido en 1738 por el Emperador Carlos VI a Juan Tomás de Peralta y Franco de Medina, primer Marqués de Peralta (Markgraf von Peralta). Contrariamente a lo que aducen algunas fuentes modernas, no era un título español, concedido por Carlos VI como Archiduque pretendiente a la Corona española, sino un título imperial romano-germánico, aunque el agraciado fuese de origen español, y en consecuencia solo podía ser transmitido a varones de la familia Peralta por línea masculina, con exclusión de las mujeres y de su descendencia.
El primer Marqués murió sin hijos en 1743, por lo que los derechos al título correspondían a la descendencia de sus hermanos radicados en España, pero ninguno de ellos gestionó la transmisión de la dignidad en su favor. La línea genealógica de potenciales aspirantes al título, radicados en España, fue la siguiente: Esteban Francisco de Peralta y Franco de Medina (1703-1763), hermano del primer marqués; su hijo Sebastián José de Peralta y Barrios (1735-1800) y su nieto José María de Peralta y La Vega (1763-1836), quien se estableció en 1782 en Costa Rica a donde llegó en compañía del Obispo Esteban Lorenzo de Tristán, ocupando allí altos cargos políticos, siendo firmante del Acta de Independencia de ese país. Hijo suyo fue Bernardino Peralta y Alvarado, sobrino bisnieto del primer Marqués y padre a su vez de Manuel María de Peralta y Alfaro (1847-1930), Ministro Plenipotenciario de Costa Rica en España durante los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII.[1]
En 1881 el Marqués de Falces, pariente lejano de Manuel María de Peralta y Alfaro, planteó en su nombre una gestión de sucesión del Marquesado de Peralta. El asunto se complicó debido a la naturaleza del título, que no era español ni había sido concedido por un monarca español. Como el Sacro Imperio Romano ya se había extinguido, el Marquesado de Peralta fue rehabilitado como título de la Santa Sede, sucesora jurídica de aquel para estos efectos, aunque la Corona española participó en los trámites de rehabilitación. Mediante Breve de 29 de noviembre de 1883 el Papa León XIII admitió la rehabilitación del Marquesado y además concedió al Ministro costarricense la Gran Cruz del Santo Sepulcro como distinción personal. De este modo, con el beneplácito del Vaticano, Manuel María de Peralta y Alfaro se convirtió en 1883 en el segundo Marqués de Peralta, título pontificio y no español, aunque Alfonso XII autorizó su uso en España.
Manuel María de Peralta y Alfaro murió en París en 1930, sin haber tenido descendencia de su esposa, la Condesa belga Jehanne de Clérembault, y ninguno de sus numerosos parientes por línea masculina gestionó la sucesión del Marquesado. Por consiguiente, el diplomático costarricense fue el último titular legítimo del Marquesado de 1738. A su muerte, sus más próximos parientes eran sus medios hermanos don Bernardino J. Peralta Echeverría (fallecido en 1949, soltero y sin hijos) y don José María Peralta Echeverría (1868-1952), quien casó con doña Celina Cañas. Hijo de este matrimonio fue el abogado y diplomático don José Rafael Peralta Cañas (1898-1960), casado con doña Hilda Ulloa Banuet, con quien tuvo a don Arnaldo Peralta Ulloa (1928-2001), casado con doña Louise Zukauskas y padre de don Arnaldo J. Peralta (n. 25-07.1966), y a don Bernal Peralta Ulloa (m. 2015), con numerosa descendencia en los Estados Unidos.
El marquesado español de 1968
En 1968, durante la dictadura de Franco, el presbítero Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975, fundador del Opus Dei) planteó una solicitud de rehabilitación del marquesado ante el Ministerio de Justicia español. Según Ricardo de la Cierva,[2] no tenía parentesco por línea masculina con la familia Peralta de Costa Rica, realmente descendiente de la auténtica casa de Peralta, y ni siquiera llevaba ese apellido. En la solicitud el título fue presentado como una dignidad concedida en 1718 por Carlos de Austria como pretendiente a la Corona de España, lo cual no respondía a la verdad histórica, pero servía para transformar el Marquesado imperial de 1738 en un título español transmisible por línea femenina, sin vinculación ninguna con el Sacro Imperio ni con la Santa Sede.
Según de la Cierva, a pesar de que era habitualmente rigurosa en ese tipo de asuntos, la administración española aceptó con presteza la petición de rehabilitación,[3] y el solicitante se convirtió en el "tercer" marqués de Peralta, aunque en realidad era el primer marqués de una nueva dignidad nobiliaria española, creada por la dictadura franquista.[4] La concesión del título se publicó en el Boletín Oficial del Estado, el 25 de enero de 1968, pág. 1088.[5] En 1972, el favorecido transmitió el título a un hermano suyo. A la muerte de éste en 1994, sus descendientes se abstuvieron de solicitar la transmisión de la dignidad. Por lo tanto, el marquesado de 1968 se extinguió una vez expirado el término fijado por la ley española.
Referencias
- Ver André Borel d'Hauterive, "Notice historique et généalogique sur la maison de Peralta," Annuaire de la Noblesse de France et des Maisons Souveraines de l'Europe 1886, (Paris: Plon, Nourrit & Cie., 1885), pp. 292 - 304.
- Ver Falsificación del marquesado de Peralta Libro: Los años mentidos. Cap. X (páginas 143 a 158) Autor: Ricardo de la Cierva. Editorial Fénix.
- También se dice que una de las personas que intervino en la obtención del título nobiliario fue Alfredo López, miembro supernumerario del Opus Dei, que se encargó como subsecretario del Ministerio de Justicia de gestionar directamente esta concesión a favor del fundador del Opus Dei
- Ahora bien, hay que indicar que, en el momento en que se publicó en el BOE —como es preceptivo— la petición de rehabilitación del título, nadie invocó mejor derecho que él.
- Pág. 1088 del Boletín Oficial del Estado fechado el 25/01/1968