Machinada

Las machinadas fueron revueltas producidas en varios momentos a lo largo del siglo XVIII (las más importantes, en 1718 y 1766) en el País Vasco por diversos motivos: económicos, políticos, sociales... Toman su nombre de San Martín (Machín), patrono de los ferrones (empleado de una ferrería o fábrica medieval de hierro) y solían enfrentar a las clases populares (campesinos y ferrones) con las clases aristocráticas o con los representantes del poder real.

Placa en memoria de los cabecillas de la Matxinada de la Sal de Bilbao (1634), ejecutados en los muros de la Iglesia de San Antón (Bilbao).

Las causas de estas machinadas solían ser varias:

  • Económicas: la escasez de grano o la imposición de impuestos o aranceles en época de carestía podía provocar la rebelión de los campesinos, secundadas por los trabajadores de las herrerías. Así sucedió en 1739 en Azpeitia, en que el precio del pan fue la causa principal de la revuelta.
  • Políticas: las provincias vascas disfrutaban de unos fueros reales generosos que garantizaban privilegios como la "hidalguía universal" de vizcaínos y guipuzcoanos, la exención fiscal de ciertos productos o la exención del servicio militar. El intento de rebajar o anular estas ventajas políticas, económicas y sociales también llevó a levantamientos, como el de 1731 en Irún por una leva militar, o la Matxinada de 1718, uno de cuyos catalizadores fue el real decreto del año anterior que trasladaba las aduanas del puerto interior al puerto de mar, lo que suponía un grave perjuicio para el comercio vizcaíno.
  • Sociales: tras las guerras de bandos de finales de la Edad Media, las mayores tensiones sociales se producían ahora entre los sectores rurales (donde los campesinos y los jaunchos compartían intereses) y la naciente burguesía, que solía aparejar el poder político provincial y real. En este contexto, las Matxinadas también pueden interpretarse como levantamientos de los campesinos contra el poder de las ciudades.

Zamacolada

La última de las machinadas, producida en 1804, es conocida como la zamacolada, y es uno de los últimos ejemplos de este enfrentamiento entre los jaunchos, aristócratas rurales, y los burgueses, en especial los bilbaínos. Entre 1801 y 1804, se produjeron varios hechos que llevaron a la revuelta: las Juntas Generales de Vizcaya instauraron el servicio militar obligatorio, y Simón Bernardo de Zamácola, alcalde del valle de Arratia, propuso la creación de un puerto en Olabeaga, es decir, fuera de Bilbao, lo que, en un tiempo en el que los barcos llegaban hasta el Arenal, en el centro mismo de Bilbao, habría resultado muy perjudicial para la villa. La revocación del servicio militar, a cambio del pago a la Corona de un millón de reales, provocó el estallido de las anteiglesias cercanas a Bilbao, en especial la de Begoña, que fueron sofocadas por el ejército.

El Ejército Real ocupó el 21 de septiembre Bilbao y depuso a las juntas revolucionarias para reponer a las autoridades anteriores. El juez comisionado Francisco Javier Durán impuso elevadas multas a las localidades rebeldes y condenó a 367 hombres y 17 mujeres a multas de hasta 6000 ducados, penas de destierro, prisión de hasta 8 años y servicio en el ejército real. Se eliminó al corregidor como representante del monarca y se sustituyó por el comandante general de Vizcaya y gobernador militar y político de Bilbao.[1]

Referencias

  1. Guezala (2022)

Bibliografía

En la escuela de Irura, existen varios factores como el mejor del pais vasco en balonmano

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