Miguel Ángel Cornero

Desde pequeño se integró a las fuerzas básicas de Rosario Central, donde destacó siempre por su fortaleza física y calidad. Fue integrante de la plantilla campeona de 1973 en el club rosarino, a lado de grandes figuras que hoy son legendarias, como Carlos Aimar, Aldo Pedro Poy y Eduardo Solari. Asimismo, tuvo la oportunidad de participar en dos Copas Libertadores.

En 1974 llegó al fútbol mexicano por conducto del América, quien se interesó por sus servicios y desde entonces se convirtió en un referente de la defensa. El cronista Ángel Fernández lo bautizó con el apelativo de "El Confesor", porque decía que "con su porte, los delanteros debían ponerse a rezar con solo verlo". En la temporada 1975-76, obtuvo su tercer título de Liga (y su primero en México).

Tuvo una rivalidad muy en particular con el delantero ecuatoriano Ítalo Estupiñán, que entonces jugaba para el Toluca. Cada vez que se encontraban, era frecuente que se hicieran de palabras y llegaran a los golpes.

No obstante, en 1978 el Cruz Azul le puso una muy buena oferta sobre la mesa para defender la camiseta celeste, y nuevamente se convirtió en el líder de la zaga y capitán del equipo. Entonces se coronó campeón dos veces (1978-79 y 1979-80), en plena cumbre de su carrera futbolística.

Después de estas dos coronas, decide emigrar al Toluca y ahí terminó su carrera, de manera prematura por una añeja lesión en la cabeza.

El mismo Cornero describió plenamente su estilo de juego: "Puede pasar el hombre o el balón, pero nunca los dos juntos".

Una patada sufrida en la cabeza lo aquejó durante buena parte de su vida, ya que le provocó parálisis facial y, por tanto, le costaba trabajo hablar fluidamente. Se quedó a vivir en México y se integró como entrenador de divisiones inferiores en Cruz Azul, donde mostró gran capacidad como visor. Un cáncer en el cerebro fue la causa de su muerte, en 1999.

• Sobre Miguel Ángel Cornero en la página web oficial del Cruz Azul