Misión de San Diego del Pitiquito
La Misión de San Diego de Pitiquito es una de las misiones jesuíticas en el desierto de Sonora, fundada originalmente en 1694, a manera de “visita”, por el padre jesuita Eusebio Francisco Kino, con el nombre de San Diego del Pequín,[1] ubicada en la plaza del poblado de Pitiquito, entre Caborca y Altar, en el noroeste de Sonora, y que posteriormente fue destruida, aunque reconstruida por los franciscanos.
Historia
El 14 de marzo de 1706, el templo estaba en construcción, “echando cimientos de su fábrica y subiendo sus paredes” [2] sin embargo, en 1730, ya no estaba. En 1760 se erigió otro edificio, pero no era suficiente para la residencia del sacerdote.
En 1768 los franciscanos se hicieron cargo de las Iglesias y el lugar era conocido como San Antonio de Pitiquito. Según la tradición local se dice que el pueblo toma el nombre del famoso jefe indio, que una vez vivió en la ranchería donde se construyó la Iglesia, y a éste lo llamaban "Piti" o "Pitic".[3]
En 1770 el sacerdote José Matías Moreno, inició la reconstrucción del templo, y la continuó el padre Pedro Font. En 1797, ya la iglesia y la sacristía eran “dos cuartos finísimos de ladrillo argamasa y cal” según el padre Yturralde, con techo abovedado y pisos de ladrillo.
Se estima que, en 1781, se pintaron unos marcos de lo que fueron las estaciones del viacrucis. Estos marcos se encuentran sobre la capa original que luego quedaron bajo capas de yeso y cal.
La arquitectura
La iglesia está carente de ornamentos en el exterior, pero conocida por las pinturas de imágenes antiguas, simbólicas pintadas en el siglo XVIII en las paredes del santuario. La puerta principal es de arco de medio punto enmarcada por un par de columnas y sobre ellas un friso decorado con vegetales y una cornisa, sobre la que se abre una ventana tipo coral.[4] Kino visitaba con frecuencia el pueblo de San Diego de Pitquin.
En 1966 la decoloración de las blancas paredes, dejaron ver unos murales que se estiman son del siglo XIX, sobre la Virgen María, los evangelistas, la pasión de Cristo, la figura del diablo, la de un esqueleto y algunas letras.[5] Unas serpientes forman los lados verticales de uno de los marcos y del lado horizontal superior es rematado con triángulos con cabezas y tocados ceremoniales. Algunos otros símbolos no han sido descifrados.
Lo valioso es que es el único lugar donde sobrevive una mano de un pintor Oódham, y el lugar sigue siendo utilizado en las ceremonias religiosas diarias.[6]
Referencias
- Francisco Eusebio Kino. Instituto Sonorense de Cultura, ed. «Favores Celestiales». p. 23.
- Instituto Sonorense de Cultura (ed.). «Favores celestiales». p. 195.
- «Proyecto Prometeo».
- «Misión de San Diego de Pitiquito».
- Officer, James E., Mardith Schuetz-Miller y Bernard L. Fontana (eds.) (1996). Southwestern Mission Research Center, ed. «The Primería Alta: Missions & More». Tucson Arizona.
- Bernard L. Fontana. «Misión San Diego de Pitiquito».