Mito pelasgo de la creación

El mito pelasgo de la creación narra cómo el Universo, los planetas y la vida se originó a partir de una deidad femenina, la diosa Eurínome, cuyo culto se desarrolla en Grecia en un sistema matriarcal prehelénico, del cual la literatura conserva solo unos fragmentos, siendo los más extensos son los de Apolonio de Rodas en Argonáuticas.[1][2]

El mito

En el principio, la diosa de todas las cosas, Eurínome, surgió del Caos. Como no encontró un lugar firme donde apoyar sus pies, separó el mar del firmamento y danzó sobre las olas. Danzó solitaria hacia el sur y el viento que surgió tras ella, parecióle algo nuevo y digno de con quien comenzar su labor creadora, por lo tanto, lo tomó entre sus manos, lo frotó y de allí surgió la serpiente Ofión. Eurínome bailó cada vez más agitadamente hasta que Ofión se sintió lujurioso, se enroscó alrededor de los miembros divinos de la diosa y se ayuntó con ella.

Eurínome tomó luego la forma de una paloma y puso el Huevo Universal. Ordenó luego a Ofión que se enroscase alrededor de él siete veces, ya así haciéndolo, el huevo se empolló, se dividió en dos y de allí surgieron todas las cosas existentes como el sol, la luna, los planetas, la Tierra y las estrellas.

La diosa junto a Ofión establecieron su residencia en el monte Olimpo, pero poco después Ofión quiso atribuirse como propia la totalidad de la creación, por lo cual Eurínome lo golpeó en la cabeza con su talón y tras arrancarle los dientes de un puntapié lo despojó a unas cavernas situadas bajo la tierra.

Eurínome creó el sistema planetario y puso allí a titanes y titánidas en cada uno de ellos; Thia e Hiperión para el Sol, Febe y Atlante para la Luna, Díone y Crio para el planeta Marte, Metis y Ceo para el planeta Mercurio, Rea y Cronos para el planeta Saturno, Tetis y Océano para el planeta Venus y al mismo tiempo creó al primer hombre, que fue pelasgo surgido del suelo de Acadia, seguido de algunos otros a los que la diosa les enseñó a construir chozas, comer bellotas y confeccionar ropas con pieles de cerdos.[3][4][5]

Contexto religioso

En este sistema religioso arcaico no existían sacerdotes ni dioses, sino una diosa universal y sus sacerdotisas, siendo la mujer el sexo dominante, mientras que el hombre jugaba un rol de víctima asustadiza. No se honraba la paternidad y la fecundación era atribuida al Viento Norte, llamado también Bóreas,[6][7] al cual Eurínome lo transforma en la serpiente Ofión. El embarazo también podía ser atribuido a la ingesta de ciertas habichuelas o a la deglución accidental de ciertos insectos.

El nombre de la diosa madre Eurínome significa "amplio vagabundeo" y es el equivalente al nombre de la deidad sumeria Iahu ("paloma eminente") que luego pasaría a Jehová como creador.

Los titanes y titánides tenían su paralelo en los cultos primitivos babilónicos y palestinos como deidades que regían los siete días de la semana planetaria sagrada. Pudo haberse instalado su culto a partir de emigrantes cananeos o hititas que formaron colonias en el Istmo de Corinto hacia el segundo milenio AEC.[1]

Véase también

Referencias

  1. Graves, Robert (1993). «1 El mito pelasgo de la creación». Los Mitos Griegos I. Alianza Editorial S.A. p. 29/33.
  2. «Mitos y Leyendas - Mitología greco-latina: El mito pelasgo de la Creación». natureduca.com. Consultado el 3 de septiembre de 2020.
  3. Apolonio de Rodas. II. p. 1232.
  4. Hesíodo. Teogonía (en griego). p. 133.
  5. Aristófanes (414 AEC). Las aves. p. 692.
  6. Plinio. «IV - VIII». Historia Natural (en latín). p. IV pág. 35; VIII pág. 67.
  7. Homero. «XX». Ilíada (en griego). p. 223.
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