Momias guanches

Momia de San Andrés en el Museo de la Naturaleza y la Arqueología

La momificación en Canarias durante el período guanche se concentró en Tenerife.[2] En Gran Canaria existe en la actualidad un debate sobre la auténtica naturaleza de las momias de los antiguos habitantes de la isla, pues investigadores señalan que no existió una verdadera intencionalidad de momificar al difunto y que la buena conservación de algunas de ellas se debe más bien a factores ambientales.[2] En La Palma se conservaban por estos factores ambientales y en La Gomera y El Hierro no está constatada la existencia de la momificación. En Lanzarote y Fuerteventura se descarta esta práctica.

Las momias mejor conservadas y, por lo tanto, las más estudiadas, se encuentran en Tenerife.[3] En 1933, se descubrió en el municipio de San Miguel de Abona la necrópolis guanche de Uchova. Se estima que el cementerio contenía entre sesenta y setenta y cuatro momias antes de que fuera saqueado casi por completo.[4]

El examen físico de las momias guanches de Tenerife descubrió que eran relativamente altas. En promedio, los varones medían 1,70 m y las féminas 1,57 m de altura. También eran, generalmente, de constitución robusta.[5] Los restos momificados más antiguos de Canarias se encontraron en la isla tinerfeña y datan del siglo III d. C.[6]

Réplica de una momia guanche en la gruta del Parque del Drago, en Icod de los Vinos

Pie de una momia guanche en el Museo de la Naturaleza y la Arqueología

Los exploradores medievales españoles que llegaron a las islas durante el siglo XIV informaron que los guanches enterraban a individuos de bajo estatus social en tumbas arenosas, mientras que los miembros de la clase alta eran momificados y recluidos en cuevas aisladas.[7] Una de estas cuevas mortuorias podía contener hasta mil momias, sin embargo, muchas de ellas han desaparecido y, actualmente, quedan completas apenas las de veinte individuos.[7] La gran pérdida de momias se atribuye generalmente a la popularidad de mummia, una sustancia farmacéutica creada a partir de momias pulverizadas.[1]

La momificación era realizada por grupos de hombres y mujeres guanches, y el proceso se llevaba a cabo de acuerdo con el sexo del difunto. Debido a la naturaleza del trabajo, la cultura guanche consideraba a estos individuos como impuros.[8]

Si bien los primeros exploradores informaron sobre varias tradiciones asociadas con la momificación guanche, se han descubierto tres métodos a través del análisis científico: desentrañamiento (también llamado evisceración), conservación y relleno.[3] Estos métodos se han utilizado en varias combinaciones diferentes según la época en que se creó la momia.[3]

En 1876, Gregorio Chil y Naranjo descubrió varias incisiones en algunas momias que, según especuló, podrían haberse usado para extirpar los órganos internos.[3] Casi un siglo después, en 1969, Don Brothwell, junto con otros científicos, realizó un examen patológico de una momia guanche.[7] El examen reveló que el cuerpo había sido eviscerado; la cavidad abdominal y el tórax habían sido empacadas con una sustancia similar a un lodo que contenía cortezas de Pino canario. También se aplicó subcutáneamente un tipo de embalaje, pero se desconoce la composición exacta de esta sustancia de embalsamamiento.[1][7]

Un estudio realizado en 1991 por Patrick Horne sobre una momia conservada en el Museo Redpath, perteneciente a la Universidad McGill, en Montreal (Canadá), reveló que el musgo se había utilizado para rellenar la cavidad abdominal vacía. Además del musgo, también había otros tipos de plantas locales que se habían conservado dentro del cuerpo como embalaje.[7]

La conservación de las partes externas del cuerpo se lograba normalmente mediante una combinación de resinas y envolturas de piel de animales. Las resinas se preparaban con una mezcla de minerales, plantas y grasas. Estos se extendían por todo el cuerpo antes de que se secara, ya fuera al sol o ahumado.[3] Finalmente, el difunto se envolvía en pieles de animales y se dejaba reposar. El número de pieles de animales que se usaban para envolver al difunto correspondían con el estatus social de la persona, por lo que los reyes fueron envueltos con hasta quince pieles.[3]

• Cockburn, Aidan; Cockburn, Eve; Reyman, Theodore A. (1998). Second, ed. Mummies, Disease and Ancient Cultures (en inglés). Cambridge University Press. ISBN 9780521589543. Consultado el 11 de noviembre de 2013.
• Rodríguez-Martín, C. (2013). Human Mummies: A Global Survey of their Status and the Techniques of Conservation (en inglés). Springer Science & Business Media. ISBN 9783709165652. Consultado el 31 de mayo de 2016.
• Horne, Patrick (1991). The Bryologist, ed. Moss and a Guanche Mummy: An Unusual Utilization (en inglés). American Bryological and Lichenological Society. doi:10.2307/3243832.
• Sentinella, David E. (2007). El enigma de las momias: Claves históricas del arte de la momificación en las antiguas civilizaciones. Ediciones Nowtilus. ISBN 8497633458.
• Rodríguez Maffiotte, Conrado (1992). Museos de Tenerife, ed. Las momias guanches de Tenerife. Consultado el 11 de julio de 2019.