Montuvio
Montuvio es el nombre que recibe el campesino de la costa ecuatoriana. Para algunos su nombre se debe al arte de montar a caballo.[1]
Su vestimenta incluye un sombrero alado, una camisa ligera, pantalón de tela y botas, y con un caballo para transportarse.[2]
Según el Censo ecuatoriano de 2022 los montuvios representan el 7,7% de la población del Ecuador, lo que significa que en el 2022 más de 1.304.994 ecuatorianos se identificaron como montuvios. El censo también mostró que la mayor parte de los montuvios se encuentran en las provincias del Guayas, Manabí y Los Ríos.
Etnia
En 1934, tras la publicación del libro "Los Sangurimas", José de la Cuadra utiliza la palabra montuvio (escrita con uve) para romper la idea de su concepto como "simples campesinos" y lo expuso mediante el uso de un vocablo, representativo de los habitantes de la zona costera, regada por grandes ríos litorales y sus tributarios,[3] remarcando la etimología latina y remitiendo a "monte", "río" y "vida" (fluvius)
En 2014, luego de 10 años de lucha del comunicador manabita Ángel Loor, logró hacer que se incluya en el Diccionario de la lengua española, la palabra montuvio con "v" para describir al hombre de la costa ecuatoriana y su concepto definido como tal, debido a que en el diccionario se encontraba la palabra montubio con "b" para describir al hombre recio, grosero y montaraz, lo que resultaba ofensivo para dicha cultura.[4][5]
Historia inicial
Actividad económica tradicional
La costa de Ecuador ha exhibido históricamente una variedad importante de relaciones laborales. De hecho, en la segunda mitad del siglo XVIII, la costa contaba con un segmento considerable de propietarios libres y campesinos independientes. Si se compara con los andes, sólo la parte sur de la sierra contaba con un grupo comparable de campesinos, mientras que en el norte eran muy comunes los obrajes. Las plantaciones de la costa contaban con un núcleo de jornaleros, al que se sumaban emigrantes estacionales procedentes tanto de las tierras altas como de otras zonas de la costa. Aunque muchos de los trabajadores asalariados no estaban vinculados formalmente a las plantaciones por deudas, como si sucedía en la región andina, se desarrollaron medios alternativos e informales de construir relaciones de dependencia para mantener a los trabajadores "voluntariamente" en las plantaciones. Otra relación habitual era la del sembrador (en el caso del cacao, en particular que era el principal producto de exportación por su frecuencia en la cuenca del Río Guayas), que trabajaba por contrato para convertir las semillas en árboles maduros, un proceso que duraba cuatro años.[6]
La organización del trabajo en la costa permitió una mayor movilidad social y espacial entre la población que la experimentada comúnmente por los campesinos de la sierra. En contraste con la imagen peyorativa de las cualidades dóciles y pasivas del campesino de la sierra, el habitante rural de la costa es descrito como una persona independiente que no se deja humillar por las diferencias de clase. Se le considera producto de la mezcla racial y se lo representa generalmente apegado a su machete, que no duda en utilizar en sus numerosas peleas, así como por el sombrero de paja toquilla (Panama hat), que se confeccionaba en Manabí en la ciudad de Montecristi.[6]
Participación en la revolución liberal
Con el fin de fortalecer el comercio y mantener su control total sobre las importaciones y exportaciones, Guayaquil buscó constantemente evadir o reducir los intentos de Quito por controlar su puerto y la actividad comercial auxiliar. Cualquier acto legislativo o administrativo originado en Quito y dirigido hacia los intereses esenciales del puerto era interpretado por Guayaquil como algo negativo. Cuando en 1895, ayudados por los trabajadores de las haciendas y respaldados por el dinero del cacao, los costeños llevaron a cabo la Revolución liberal (hasta 1925 y la caída del cacao), el regionalismo fue una actitud especialmente dominante en el país. Los cargos políticos debían distribuirse cuidadosamente entre costeños y serranos; la ciudad de origen se convirtió en un asunto de minucioso escrutinio en las delicadas contiendas políticas. Los montuvios participaron como parte de los montoneros, nombre con el que fueron denominados a los grupos políticos campesinos de la costa que apoyaban a Eloy Alfaro y el partido liberal.[6] También se las conoce como montoneras, que fueron en realidad revueltas campesinas. A principios del siglo XIX los pobladores en la cuenca del río Guayas, específicamente en Baba y Vinces habían formado partidas de asalto guerrilleras y atacado a las tropas del general Illingworth, estacionadas en la zona. Desde entonces se empezó a consolidar las características montuvias que fueron expresadas, de la siguiente manera:[7]
"un carácter independiente, el amor a la libertad y una extraordinaria sensibilidad frente a las imposiciones despóticas, distinguen a los pueblos del Litoral, no permitiéndoles ser esclavos, o virtuales esclavos en esta región, como la población india de la Sierra...".
La articulación de la cultura montuvia
Música, arte y literatura
Esto giró alrededor de la expresión cultural que tuvo este grupo de campesinos durante la revolución liberal. Su cultura fue muy difundida, especialmente sus canciones, vinculados a la danza folklórica que bailan géneros que se pueden resumir en la siguiente tabla:[8]
Género | Interpretación |
Fandangos y mojigangas | Se practicaban en el Corpus Christi |
Villancico y chigualo | Bailes de Navidad, juego de rueda |
Amorfino | Baile suelto o entrelazado |
La iguana, alza y pasacalle | Bailes de punta y talón |
Jota | Baile suelto |
Polcas, valses, cracovianas, minuetos | Baile de salón |
Uno de los pioneros en el estudio de esto fue Modesto Chávez Franco quien vincularía las coplas montuvias con la influencia cultural de España. Es decir las declamaciones, improvisaciones y rimas fueron herederos ya de los juglares y troveros que iban de pueblo en pueblo. La asimilación fue tan rápida y es tan duradera que sus artes, sus costumbres, su idioma y creencias, todo, todo lo hizo suyo en pocos años. Esto a juicio de Chávez Franco, diferencia el proceso de España de lo que sucedió con las colonias portuguesa, inglesa, y francesa.[9] La cultura montuvia se consolidó durante la década de los treinta, después de terminada la revolución liberal y antes del auge bananero. Las primeras representaciones formales de los montuvios se llevaron a cabo en los cuadros de Manuel Rendón Seminario, y que tendrían mucha importancia hacia el futuro de la pintura de Ecuador. Se presentaba de esta forma una alternativa al indigenismo que empezó a cobrar fuerza en los Andes gracias al trabajo de Camilo Egas. A partir de esto, no solo que una nueva temática surgía sino también una nueva estética, a partir del nacimiento del constructivismo pictórico de Rendón.
Por otro lado, fue de suma importancia el trabajo literario y periodístico de José de la Cuadra. Su novela, Los Sangurimas escrita en 1934,[10][11] creó un nuevo concepto de identidad del campesino ecuatoriano que vivía en el litoral, a través de símbolos relativos a la naturaleza por su arraigo a la fuerza y resistencia. Consta de tres partes: El tronco añoso, Las ramas robustas, Torbellino en las hojas. Allí busca evitar representar al montuvio como simple campesino incluyendo parámetros antropológicos y sociológicos que amplían los horizontes de lectura.[12]
Esta resignificación cultural giró alrededor de la alegoría del árbol de matapalo. Dice José de la Cuadra:[6]
El matapalo es árbol montuvio. Recio, formidable, se hunde profundamente en el agro con sus raíces semejantes a garras. Sus troncos múltiples, gruesos y fornidos, se curvan en fantásticas posturas, mientras sus ramas recortan dibujos absurdos contra el aire asoleado o bafiado de luz de luna y sus ramas tintinean al viento del sudeste. En las noches cerradas, el matapalo vive con una vida extraña, espectral, y misteriosa. Acaso dance alguna danza siniestra. Acaso dirija el baile brujo de los árboles desvelados. De cualquier modo, el matapalo es el símbolo preciso del pueblo montuvio. Tal que el, el pueblo montuvio está sembrado en el agro, prendiéndose con raíces como garras.
De la cultura a la sociología
El surgimiento de lo montuvio tuvo su paralelismo en la sierra alrededor de los estudios indigenistas de Pío Jaramillo Alvarado. Basta ver que en 1922 publica Jaramillo Alvarado su libro titulado "El indio ecuatoriano", una obra sociológica inspirada en el trabajo de José Carlos Mariátegui así como en José de Vasconcelos y sus estudios acerca de la raza. A la publicación de Los Sangurimas de 1937, le seguiría la obra sociológica titulada "El montuvio ecuatoriano". Allí De la Cuadra desarrollaría su teoría acerca del origen del montuvio, su etimología, describiría las características de este grupo como algo más que simples campesinos. La relevancia de este trabajo se encuentra en el hecho de que producto de la gran migración interna, se estaba creando una nueva clase de campesinos cada vez más numerosos en la costa. Si bien esta región siempre tuvo población, durante los siglos XVI y XVII, la región del norte de los andes aumentó mucho su población por la prosperidad de los obrajes lo que permitió articular una cultura indígena alrededor del idioma quichua y los ritos católicos que en el siglo XX a través de un proceso de reindigenización serían reivindicados solamente en su dimensión indígena (sustituyendo la Fiesta de San Juan por el Inti Raymi). En la costa, las culturas indígenas si bien fueron más antiguas, su desarrollo fue menor según los estudios arqueológicos que se desarrollaron durante el siglo XX, y más bien su desarrollo se llevó a cabo a partir de la migración interna que empezaría a cobrar fuerza desde el siglo XVIII alrededor del río Guayas y su cuenca en lo que ahora sería la provincia de Los Ríos y Manabí. Esto se consolidaría en el siglo XIX cuando Guayaquil superaría a Quito en población, justo antes de la Revolución Liberal, y se articularía culturalmente durante las primeras décadas del siguiente siglo. Con el libro "El montuvio ecuatoriano", José de la Cuadra formaliza este proceso sociológicamente.[13]
La caña guadua
Además del matapalo, la caña guadua ha tenido una importante historia en el pueblo montuvio. Se ha caracterizado este grupo por el uso casi universal de la guadua cana en las viviendas rurales tradicionales. En las ciudades y pueblos, también, aunque a veces de manera menos llamativa, el bambú nativo (caña guadua) es el material elegido para los barrios populares, las barriadas espontáneas que han surgido en las últimas décadas alrededor de Guayaquil, Manta, Esmeraldas. Las estructuras de color amarillo pajizo que dan un aspecto tan distintivo a estos barrios suelen ser vistas por sus ocupantes como refugios temporales, diseñados para durar hasta que se consigan los recursos necesarios para reemplazarlos por otros nuevos. Esto se debe a que la caña tiene una tasa de crecimiento muy rápida lo que la convierte en una alternativa muy económica y útil para la construcción de viviendas en lugares cálidos que es compartida con todo el norte de Colombia desde Popayán hasta Manizales. Bajo condiciones normales y en periodos de mayor desarrollo, agregan de ocho a diez centímetros en veinticuatro horas y en casos extremos substancialmente más. Los tallos alcanzan su diámetro máximo, hasta veinte centímetros, muy poco después de iniciar el crecimiento y alcanzan su altura total en ochenta a cien días. Sólo entonces comienzan a desarrollarse las ramas y las hojas. Durante su brote de crecimiento, los tallos de color verde brillante son blandos y poco resistentes, pero se endurecen gradualmente a medida que amarillean y mueren. En su gloria madura, los tallos plumosos de la guadua alcanzan alturas de veinte a treinta metros, con un extremo de treinta y siete metros reportado. La floración masiva a intervalos largos e irregulares, seguida de la muerte, que es tan característica de muchos bambúes asiáticos, no parece darse en esta especie americana, donde además su ciclo de cultivo está en alrededor de cinco años.[14]
El auge bananero y la migración interna
Durante los años de 1950 a 1974, la población urbana creció de aproximadamente el 25% al 42% de la población total. Sin embargo, es importante el crecimiento de las ciudades de la costa que ha sido particularmente rápido. Máchala, Esmeraldas y las ciudades costeras del interior, Quevedo y Santo Domingo, deben gran parte de su crecimiento a la expansión del cultivo del banano. Quevedo, Santo Domingo y Machala están creciendo a una tasa que supera el 10%, mientras que la de Esmeraldas, Portoviejo, Manta, y Guayaquil superan el 5%. Con una tasa de crecimiento natural para el conjunto de la nación ligeramente superior al 3%, es evidente que el crecimiento urbano es producto principalmente de la migración interna.
En consecuencia, el volumen total de la migración interna aumentó de alrededor de 0,5 millones en 1950 a cerca de 1,25 millones en 1962. Es decir, el peso demográfico de la costa aumento del 13% al 30% para inicios de los sesenta.[6]
Distribución por provincia
Provincia | Porcentaje (%) |
---|---|
Los Ríos | 35,4 |
Manabí | 33,6 |
Guayas | 8,4 |
Santo Domingo de los Tsáchilas | 2,3 |
Galápagos | 2,3 |
Santa Elena | 2,2 |
Esmeraldas | 1,7 |
El Oro | 1,4 |
Cotopaxi | 1,1 |
Bolívar | 0,8 |
Pichincha | 0,7 |
Orellana | 0,6 |
Sucumbíos | 0,6 |
Cañar | 0,5 |
Napo | 0,5 |
Azuay | 0,4 |
Loja | 0,3 |
Tungurahua | 0,3 |
Pastaza | 0,3 |
Carchi | 0,3 |
Imbabura | 0,3 |
Zamora Chinchipe | 0,3 |
Chimborazo | 0,2 |
Morona Santiago | 0,2 |
Ecuador | 7,7 % |
Véase también
Referencias
- Ortiz, Gonzalo (23 de noviembre de 2010). «Los indígenas se levantan para ser contados en el censo». Inter Press Service (en inglés). Consultado el 9 de agosto de 2015.
- El Diario (20 de agosto de 2017). «La vestimenta montuvia». Portoviejo, Manabí. Consultado el 23 de enero de 2020.
- De la Cuadra, José (2009). «El Montuvio Ecuatoriano». Doce Relatos, Los Sangurimas. Colección Antares. p. 11.
- Cordero de Espinosa, Susana (11 de enero de 2015). El Comercio, ed. «Montubio, no: montuvio». Quito. Consultado el 23 de enero de 2020.
- Ramos, Patricio (3 de febrero de 2015). El Comercio, ed. «En adelante, montuvio se escribirá con ‘uve’». Quito. Consultado el 23 de enero de 2020.
- Middleton, DeWight R. (1979). «Migration and Urbanization in Ecuador: A View from the Coast». Urban Anthropology 8 (3/4): 313-332. ISSN 0363-2024. Consultado el 22 de mayo de 2023.
- Redclift, M. R. (1976). «Agrarian class structure and the State: the case of coastal Ecuador». Boletín de Estudios Latinoamericanos y del Caribe (21): 16-31. ISSN 0304-2634. Consultado el 22 de mayo de 2023.
- «Música patrimonial del Ecuador | WorldCat.org». www.worldcat.org. Consultado el 22 de mayo de 2023.
- Franco, M. Chávez (1928). «La Poesía Campesina: Folk-Lore Costeño Ecuatoriano». Hispania 11 (5): 407-417. ISSN 0018-2133. doi:10.2307/331197. Consultado el 22 de mayo de 2023.
- Benítez P., Gabriela (24 de noviembre de 2010). «LOS SANGURIMAS (1934)». Consultado el 27 de junio de 2011.
- Andrade, Juan Fernando (4 de mayo de 2008). «Los Sangurimas, revisitados.». Consultado el 27 de junio de 2011.
- De la Cuadra, José (2009). El Montuvio Ecuatoriano. Colección Memoria de la Patria. p. 9.
- Cuadra, José de la (1996). El montuvio ecuatoriano: ensayo de presentacion. Libresa. ISBN 978-9978-80-381-3. Consultado el 22 de mayo de 2023.
- Parsons, James J. (1991). «Giant American Bamboo in the Vernacular Architecture of Colombia and Ecuador». Geographical Review 81 (2): 131-152. ISSN 0016-7428. doi:10.2307/215979. Consultado el 22 de mayo de 2023.