Novena cruzada
La novena cruzada es muchas veces considerada como parte de la octava cruzada. El príncipe Eduardo de Inglaterra, después Eduardo I, se unió a la cruzada de Luis IX de Francia contra Túnez, pero llegó al campamento francés tras la muerte del rey. Tras pasar el invierno en Sicilia, decidió continuar con la cruzada y comandó sus seguidores, entre mil y dos mil, hasta Acre, adonde llegó el 9 de mayo de 1271. También le acompañaban un pequeño destacamento de bretones y otro de flamencos, mandados por el obispo de Lieja, que abandonaría la campaña en invierno ante la noticia de su elección como nuevo papa (Gregorio X).
Novena Cruzada | ||||
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Parte de Cruzadas | ||||
Operaciones de la campaña | ||||
Fecha | 1271-1272 | |||
Lugar | Cercano Oriente | |||
Resultado |
Victoria musulmana Estancamiento.Fin de las Cruzadas en el Cercano Oriente. Inicio del fin de los estados cristianos en el Levante. | |||
Cambios territoriales | Mamelucos toman el control de Tierra Santa | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Antecedentes
En 1268 Baibars, el sultán mameluco de Egipto, había conquistado el Principado de Antioquía,[2] y ya había reducido el Reino de Jerusalén, a una pequeña franja de tierra entre Sidón y Acre. El rey de Inglaterra, Enrique III, había hecho votos hacía tiempo de participar en una cruzada pero, ya anciano, permitió que lo hiciera su hijo y heredero, y vital y despiadado príncipe Eduardo, veterano de las guerras con los vasallos de su padre.[3] La caída de Antioquía le decidió a emprender los preparativos necesarios.[3] Aunque al principio numerosos nobles ingleses prometieron acompañarlo, poco a poco unos y otros encontraron excusas para no hacerlo, por lo que el príncipe partió en el verano de 1271 hacia Tierra Santa con apenas un millar de hombres.[3] Lo acompañó en el viaje su esposa, Leonor de Castilla.[3] A las fuerzas de Eduardo se unieron meses más tarde algunas tropas más, que llegaron mandadas por su hermano Edmundo de Lancaster.[3] Como complemento de los soldados ingleses viajan también un contingente bretón acaudillado por su conde y otro de los Países Bajos, mandado por el obispo de Lieja
Fracaso en Túnez y travesía a Tierra Santa
El plan inicial de Eduardo había sido el de unirse a Luis IX de Francia en Túnez y seguir con él hasta Tierra Santa.[3] Sin embargo, para cuando llegó allí, el monarca francés había muerto y las huestes francesas se alistaban para volver a su tierra, lo que desbarató el plan.[3] Eduardo pasó con sus fuerzas a Sicilia, donde pasó el invierno antes de cruzar el resto del Mediterráneo en la primavera de 1272.[3] Tras hacer escala en Chipre, arribó a Acre el 9 de mayo.[3] Allí se le unieron Bohemundo VI de Antioquía y Hugo III de Chipre.[3]
Debilidad militar y rencillas cruzadas
Eduardo era consciente de la debilidad de sus propias fuerzas para acometer por sí solo al sultán egipcio, por lo que contaba con reunir en torno a sí a los cristianos de Levante y aliarse con los mongoles del Ilkanato para hacerlo.[4] Al llegar a Levante, se encontró con las rencillas que dividían a los distintos señores de la región, a los vasallos del rey de Chipre con su soberano y con el floreciente comercio que venecianos y genoveses mantenían con el sultán —los primeros le suministraban madera y hierro, crucial para armarse, y los segundos, esclavos—.[5] La cooperación mongola también fue escasa para lo que esperaba el príncipe inglés: cuando la embajada que envió a Abaqa Kan llegó ante él, el grueso de las fuerzas el Ilkanato estaban enfrascadas en campañas en el Turquestán.[5] A pesar de todo, el ilkán prometió enviar fuerzas para colaborar con los cruzados.[5]
En el invierno de 1271-1272, el obispo de Lieja abandonó la campaña y regresó a Europa, ya que se le había elegido papa —escogió el nombre de Gregorio X—.[6] Sus posteriores esfuerzos para organizar nuevas cruzadas resultaron infructuosos.[6]
Combates
Mientras estas llegaban, Eduardo se limitó a realizar algunas correrías fronterizas.[5] En octubre por fin cruzaron la frontera diez mil jinetes mongoles de las fuerzas que el ilkán tenía en Anatolia.[5] Esta hueste rodeó Aintab y derrotó a las tropas turcomanas de Alepo, cuya guarnición huyó a Hama.[5] Las fuerzas mongolas continuaron avanzando hacia Apamea.[5]
Sin embargo, cuando Baibars, que se hallaba en Damasco, reunió un gran ejército, con refuerzos venidos de Egipto, y marchó hacia el norte a enfrentarse a los invasores, estos, incapaces de hacer frente a las enormes fuerzas del sultán, se replegaron al norte y cruzaron la frontera del Éufrates.[7]
Mientras esto sucedía, Eduardo trató de talar la llanura de Sharon y conquistar la pequeña fortaleza enemiga de Qaqun, que le cortaba el camino.[7] La cabalgada, escasa de fuerzas incluso para esta pequeña empresa, resultó un fracaso.[7]
Fin de la cruzada
Finalmente, tras un año de conflicto, el príncipe Eduardo comprendió que con tan exiguas fuerzas estaba perdiendo el tiempo.[7] La cruzada acabó con la firma de una tregua por diez años y diez meses el 22 de mayo de 1272 en Cesarea.[7] El pacto se vio favorecido por la actitud de las partes: Eduardo estaba convencido de la inutilidad de continuar en el Levante sin refuerzos; el sultán, de poder acabar con los restos de los Estados cruzados en cuanto se desvaneciese la amenaza mongola; y el rey Carlos de Anjou, que sirvió de mediador, de la conveniencia de mantener el Levante en manos cruzadas, pero sin reforzar demasiado a su posible rival futuro, el rey Hugo.[7] El armisticio debía proteger el reino, reducido a la zona costera entre Acre y Sidón, de los asaltos del sultán.[7] El otro territorio cruzado de tierra firme, el condado de Trípoli, había firmado ya un pacto similar en 1271.[7]
No obstante, era conocida por todos la intención de Eduardo de volver en el futuro al frente de una cruzada mayor y más organizada, por lo que Baibars intentó asesinarlo mediante los hashshashin, uno de los cuales apuñaló al príncipe con una daga envenenada el 16 de junio de 1272.[6] La herida no resultó mortal, pero Eduardo estuvo enfermo varios meses, hasta que su salud le permitió partir de vuelta a Inglaterra el 22 de septiembre de 1272.[6] Para entonces su anciano padre había fallecido y Eduardo ocupó su puesto.[6]
Véase también
Referencias
- Methodist Episcopal Church Missionary Society, Methodist Episcopal Church (1881). The Gospel in All Lands. Publicado por el propietario A.D.F. Randolph, pp. 262
- Runciman, 1994, p. 271.
- Runciman, 1994, p. 279.
- Runciman, 1994, pp. 279-280.
- Runciman, 1994, p. 280.
- Runciman, 1994, p. 282.
- Runciman, 1994, p. 281.
Bibliografía
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Novena cruzada.