Padrino
El padrino o madrina es una figura común en la Iglesia Católica. Asiste a otra persona en ciertos sacramentos, con origen en el siglo II, de origen religioso,[1] y, posteriormente, pasó a obtener diferentes significados dependiendo de la religión y el código civil.[1] Según Corpus Iuris Civilis, el sentido original de patrocinio, y que sigue siendo el más amplio sentido, es un servicio que debe realizar un individuo que tiene una deuda que pagar al padre o madre con el patrocinio de uno o más hijos de la pareja, una especie de tributo voluntario dado a la familia de la pareja a lo largo de toda la vida.no pueden ser Madrina y Padrino del mismo núcleo familiar. [2]
En la religión
Orígenes
Hacia el siglo II d. C., el bautismo se consideraba principalmente como una ceremonia para la purificación e iniciación social de los niños.[3] El requisito para la confesión de fe requería la presencia de adultos que actuaban como garantes del niño. Pronunciaban la confesión de fe de su representado y garantizaba su educación espiritual. Normalmente estos garantes eran los padres naturales del niño, como hacia el año 408 enfatizaba San Agustín que sugería que, excepcionalmente, podían ser otros individuos.[4] El Corpus Iuris Civilis indica que en un siglo este papel de los padres había sido sustituido por completo.[5] El papel de los padrinos fue clarificado en el año 813 en el Concilio de Múnich, que prohibía a los padres naturales actuar como padrinos de sus propios hijos.[6]
Hacia el siglo V, los padrinos se denominaban "padres espirituales" y, a finales del siglo VI, se les llamaba "compaters" y "commaters", lo que sugiere que se les consideraba co-padres espirituales[7] Esta pauta estuvo marcada por la creación de barreras legales al matrimonio, paralelas a las de otras formas de parentesco. Un decreto de Justiniano, fechado en el año 530, prohibía el matrimonio entre un padrino y su ahijada, y estas barreras continuaron multiplicándose hasta el siglo XI, prohibiendo el matrimonio entre los padres naturales y espirituales, o los directamente relacionados con ellos.[8] A partir del siglo VIII, cuando la confirmación surgió como un rito separado del bautismo, también surgió un segundo conjunto de padrinos, con prohibiciones similares.[9] El alcance exacto de estas relaciones espirituales como impedimento para el matrimonio en el catolicismo no estuvo claro hasta el Concilio de Trento, que lo limitó a las relaciones entre los padrinos, el niño y los padres.[10]
Bautismo
En el bautismo suelen estar presentes un padrino y una madrina, si bien, puede ser que solo esté uno de ellos. Su función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo.
Para poder actuar como padrino o madrina de bautizo la Iglesia Católica pone algunas condiciones: que haya sido elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por quienes ocupan su lugar o, faltando estos, por el párroco o ministro; que tenga capacidad para esta misión e intención de desempeñarla; que haya cumplido dieciséis años, a no ser que el Obispo diocesano establezca otra edad, o que, por justa causa, el párroco o el ministro consideren admisible una excepción; que sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el Santísimo Sacramento de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir; que no esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada; y que no sea el padre o la madre de quien se ha de bautizar.
Confirmación
Cuando se recibe el sacramento de la confirmación, un padrino acompaña al receptor del sacramento. Su función en este caso es testimonial. No tiene por qué ser el padrino del bautismo. En este caso puede ser solo un padrino o una madrina o un matrimonio (pareja de padrino y madrina).[cita requerida]
Matrimonio
En el sacramento del matrimonio el derecho canónico no establece que haya padrinos sino testigos, aunque es frecuente, especialmente en Iberoamérica, llamar padrinos a estos testigos, y, al no haber oposición por parte de los pastores de las iglesias particulares, se considera una costumbre aceptada.
Es común que estos "padrinos" acompañen hasta el altar al novio del sexo opuesto. No tienen por qué ser los padrinos del bautismo o confirmación de ninguno de los novios. En España, la madrina habitualmente es la madre del novio, y el padrino el padre de la novia.
En el judaísmo
El padrino puede ser la persona que sostiene a la persona que va a ser circuncidada, en este caso actúa como sandek. O el que toma al niño de los brazos de la madre y lo lleva a la habitación donde se va a circuncidar en este caso se denomina kvater.
Tradiciones chinas
Algunas comunidades chinas practican la costumbre de emparejar a un niño con un pariente o amigo de la familia que se convierte en la madrina (yimu / ganma 義母/乾媽) o el padrino (yifu / gandie 義父/乾爹). Esta práctica es en gran medida de naturaleza no religiosa, pero se realiza comúnmente para fortalecer los vínculos o para cumplir el deseo de un adulto sin hijos de tener un "hijo/hija". En la mayoría de los casos, se elige un día propicio en el que se celebra una ceremonia en la que el ahijado presenta sus respetos a su nuevo padrino/madrina en presencia de familiares o amigos.[11]
Alternativamente, como ya es habitual en el parentesco chino utilizar términos de parentesco entre personas que no están emparentadas (por ejemplo, dirigirse a un compañero de trabajo respetado como "hermano" o al amigo del padre de uno puede llamarsele "tío"), un amigo mayor o un amigo de la familia con una profunda amistad y una diferencia de edad suficiente también se dirigirá informalmente al otro como su padrino o ahijado, un gesto que suele iniciar la persona mayor.
En el mundo de la cooperación
Padrino es aquella persona que efectúa un apadrinamiento. El apadrinamiento permite cooperar en la mejora de las condiciones de vida de un niño o niña de una población vulnerable, las de su familia y su entorno mediante proyectos de desarrollo que benefician a toda una comunidad. Por este motivo tanto los niños apadrinados como los que no lo están se benefician de los mismos programas, recibiendo educación, una alimentación adecuada y atención médica cuando la precisan.[cita requerida]. Véase Acogimiento familiar, Plan España.
Literatura y folclore
Los padrinos son rasgos notables de los cuentos de hadas y del folclore escrito a partir del siglo XVII y, por extensión, han encontrado su camino en muchas obras de ficción modernas. En el Padrino de la Muerte, presentado por los hermanos Grimm, el arquetipo es, inusualmente, un padrino sobrenatural. Sin embargo, la mayoría son hadas madrinas, como en las versiones de Cenicienta, La Bella Durmiente y El Pájaro Azul. Esta característica puede reflejar simplemente el entorno católico en el que se crearon, o al menos se registraron, la mayoría de los cuentos de hadas y el papel aceptado de los padrinos como ayudantes ajenos a la familia, pero la feminista Marina Warner sugiere que pueden ser una forma de cumplimiento de deseos por parte de las narradoras.[12]
Referencias
- J. H. Lynch, Godparents and Kinship in Early Medieval Europe (Princeton, NJ, 1980), p. 114.
- P. Kruger, ed., Corpus Iuris Civilis, vol. 3, Codex Iustinianus (Dublin and Zurich, 1970), v, 4, 26, p. 197.
- J. H. Lynch, Godparents and Kinship in Early Medieval Europe (Princeton, NJ, 1980), p. 114.
- W. Parsons, ed., Saint Augustine, Letters, The Fathers of the Church, 18 (New York, 1953), pp. 134-5.
- P. Kruger, ed., Corpus Iuris Civilis, vol. 3, Codex Iustinianus (Dublin and Zurich, 1970), v, 4, 26, p. 197.
- J. Goody, The Development of Family and Marriage in Europe (Cambridge, 1983), p. 199.
- S. W. Mintz and E. R. Wolf, 'An analysis of ritual co-parenthood', Southwestern Journal of Anthropology, 6 (1950), p. 344.
- C. E. Smith, Papal Enforcement of Some Medieval Marriage Laws (Port Washington, WI, and London, 1940), p. 48.
- P. Cramer, Baptism and Change in the Early Middle Ages c. 200 – c. 1150, Cambridge Studies in Medieval Life and Thought, 4th series, 20 (Cambridge, 1993), p. 179.
- N. P. Tanner, ed., Decrees of the Ecumenical Councils, 1, (London and Georgetown Washington DC, 1990), p. 757.
- D. Waters, "Taking a Godson" , Journals of The Royal Asiatic Society Hong Kong Branch, Vol. 33, 1993.
- M. Warner, From the Beast to the Blonde, on Fairy Tales and Their Tellers (London, 1995), pp. 215-6.