Período orientalizante
Se conoce como periodo orientalizante a la etapa que vivieron las distintas regiones de Grecia desde finales del siglo VIII a. C. y durante el siglo VII a. C. El nombre de dicho período proviene de la influencia que pueblos más orientales —como Fenicia y Asiria en su etapa final—, que muestran los nuevos materiales (tejidos, marfiles), manufacturas y técnicas artísticas griegas durante este periodo. En ocasiones se considera a este periodo como una etapa de transición a la Época Arcaica.
Contextualización histórica
De acuerdo con la historiadora María Eugenia Aubet Semmler:
En el Mediterráneo, el horizonte cultural denominado «Orientalizante» corresponde a un período muy concreto de la Protohistoria que afectó, de forma desigual, a Grecia, Italia y el sur de España. La incidencia del desarrollo de esta facies mediterránea vino condicionada por diversas circunstancias geopolíticas y económicas que, lógicamente, difieren de una región a otra, y la respuesta del sustrato indígena a la acción de la influencia oriental reviste, por ello, formas y características muy diversas. Globalmente analizado, sin embargo, el período orientalizante representa una fase decisiva de transición entre las culturas protohistóricas y geométricas del Mediterráneo y la civilización histórica clásica —la etrusca o la ibérica— y el acceso definitivo de estas poblaciones a formas de vida urbana.[1]
Inicios del periodo orientalizante
A finales del siglo VIII a. C., el aumento demográfico griego les llevó a iniciar un proceso de colonización por el mar Mediterráneo. Esta expansión colonial les llevó a tomar contacto con otros pueblos mediterráneos y a intensificar su actividad colonial, muy deteriorada tras la Edad Oscura.
Estos contactos introducen en Grecia nuevos materiales y técnicas artesanales que permitirán desarrollar la cerámica, la escultura y la arquitectura.
Creta será una de las primeras áreas en acusar el influjo oriental a través de tejidos, marfiles, etc. La muestra más famosa de esta influencia será una serie de escudos votivos encontrados en el santuario de Zeus en la cueva del Ida por sus escenas de clara inspiración asiria.
Arquitectura del periodo orientalizante
La arquitectura griega de esta época comienza a mostrar lo que será el patrón arquitectónico clásico. Los templos inician la planta rectangular, desapareciendo el ábside típico de etapas anteriores y comenzando el esquema típico con pronao, cella y opistodomos.
Entre los ejemplos más conocidos de este periodo destacan el Templo de Apolo en Termo (mediados del siglo VII a. C.), que sustituye al megaron de época anterior. Otro gran templo de finales del siglo VII es el Templo de Hera en Olimpia, o Hereo, así como el templo A de Prinias en Creta.
Regionalización según la cerámica
La forma de datación más utilizada para analizar el periodo orientalizante es, al igual que para las épocas anteriores, la cerámica, que deja sentir especialmente los influjos iconográficos y ornamentales ejercidos por los textiles, marfiles y objetos metálicos de Oriente. Sin embargo durante esta época, en contraste con la relativa homogeneidad del periodo geométrico, la cerámica griega se va a diversificar según la región poniéndose a la cabeza de la producción la cerámica corintia, cuyo estilo se conocerá como estilo protocorintio.
También tendrán un importante desarrollo las producciones áticas, las cuales se conocerán como de estilo protoático. De este estilo se desarrollarán la cerámica de figuras negras, primero, y la cerámica de figuras rojas después.
Referencias
- Aubet Semmler, 1977-1978, p. 81-82.
Bibliografía
- Aubet Semmler, María Eugenia (1977-1978). «Algunas cuestiones en torno al período orientalizante tartésico». Pyrenae: revista de prehistòria i antiguitat de la Mediterrània Occidental (Barcelona: Universidad de Barcelona) (13-14): 81-108. ISSN 0079-8215.
Predecesor: Periodo Geométrico |
Período orientalizante |
Sucesor: Cerámica de figuras negras |