Pesimismo

El pesimismo (del latín pessimum, "lo peor") es un estado de ánimo y una doctrina filosófica que sostiene (invirtiendo la tesis de Gottfried Leibniz) que vivimos en el peor de los mundos posibles, un mundo donde «el dolor es perpetuo» (Arthur Schopenhauer) y nuestro destino es tratar de obtener lo que nunca tendremos. El pesimismo niega el progreso de la civilización y de la naturaleza humana. Desde el punto de vista tanto psicológico como psiquiátrico, constituye uno de los rasgos o síntomas más señalados de la enfermedad conocida como depresión. A lo largo de la historia, la disposición pesimista ha tenido efectos en todas las principales áreas de pensamiento.[1]

"¿Está medio vacío o medio lleno?" es una pregunta que suele hacerse para determinar si una persona posee actitud pesimista u optimista.

Origen del término

Aunque se suele atribuir al poeta Samuel Taylor Coleridge la creación del término, como postura opuesta al concepto filosófico de optimismo, fortalecido por Gottfried Wilhelm Leibniz, en realidad el término nació como sátira de este último, creado por Voltaire para atacar a Leibniz en su Cándido o el optimismo (1759). En sus ataques a Voltaire, los jesuitas de la Revue de Trévoux lo acusaron de pesimismo.[2]:9 Otra versión apunta hacia la aparición del término por primera vez en los célebres Cuadernos. Volumen III (1776) de Georg Christoph Lichtenberg, en el siguiente aforismo: "El uno con su optimismo, el otro con su pesimismo".[3]

Filosofía

Artículo principal: Pesimismo filosófico

Ilustración de la tergiversada Ley de Murphy: "Si algo puede salir mal, saldrá mal, o la tostada siempre cae por el lado de la mantequilla"
Un optimista y un pesimista, cuadro del pintor Vladimir Makovsky, 1893

Dentro del contexto del pensamiento antiguo, esta idea surge en el Diálogo de un desesperado con su alma o Disputa entre un hombre y su ba de la Literatura del Antiguo Egipto (siglo XXI a. C.), cuyos ecos reaparecen en el posterior Libro de Job, y, después, en el llamado "pesimismo griego" o con la doctrina del filósofo cirenaico Hegesias. Ya Plutarco refiere, tomándola de Aristóteles, la famosa leyenda del Sileno, quien declara:

Una vida vivida en el desconocimiento de los propios males es la menos penosa. Es imposible para los hombres que les suceda la mejor de las cosas, ni que puedan compartir la naturaleza de lo que es mejor. Por esto es lo mejor, para todos los hombres y mujeres, no nacer; y lo segundo después de esto —la primera cosa que pueden conseguir los hombres— es, una vez nacidos, morir tan rápido como se pueda. (Consolatio ad Apollonium, 27, 115B-C)

Con todo, la fundamentación más o menos sistemática del pesimismo tiene lugar con los filósofos del irracionalismo del siglo XIX, tales como Schopenhauer, Mainländer, Eduard von Hartmann, Julius August Bahnsen y Søren Kierkegaard, y algunos escritores eminentes lo asumieron, como el poeta y pensador del Romanticismo italiano Giacomo Leopardi y el poeta y narrador inglés del Naturalismo Thomas Hardy. El primero formuló su teoría más cerrada en su Diálogo entre Tristán y un amigo:

El género humano no creerá nunca no saber nada, no ser nada, no poder llegar a alcanzar nada. Ningún filósofo que enseñase una de estas tres cosas haría fortuna ni formaría secta, especialmente entre el pueblo, porque, fuera de que todas estas tres cosas son poco a propósito para quien quiera vivir, las dos primeras ofenden la soberbia de los hombres y la tercera, aunque después de las otras, requiere coraje y fortaleza de ánimo para ser creída.[4]

Ya en el siglo XX, el existencialismo desarrolla esta postura y se enrolan también en una corriente de pensamiento negativista principalmente Émile Cioran y Albert Caraco.

Es posible referirse también a cierto trasfondo pesimista inherente a las religiones (particularmente el budismo), aunque todas tienden, en mayor o menor medida, a garantizar algún tipo de redención. Para el cristianismo, por ejemplo, la esperanza es una de las llamadas virtudes teologales.

El pesimismo adhiere, en consonancia con el espíritu de ciertas exégesis bíblicas, a la noción de que este mundo es la morada del mal. De ahí que este concepto se relacione, bastante frecuentemente, con doctrinas tales como el escepticismo, el nihilismo, el maniqueísmo, el ascetismo e incluso el misticismo, entre otras.

Psicología

Por otra parte, desde un punto de vista psicológico-moral, es una disposición anímica o un estado de ánimo en virtud de los cuales el sujeto percibe sub ratione mali (bajo la razón de mal) todos los fenómenos que le rodean. Dentro de la Psicología pura y más en concreto de la Psiquiatría, el pesimismo y la tristeza que le está aparejada son algunas de las manifestaciones o síntomas más habituales de la enfermedad de la depresión exógena o endógena o de la distimia. Los pesimistas, sin embargo, a menudo pueden proporcionar argumentos que sugieren que su comprensión de la realidad está justificada; como en el realismo depresivo o (realismo pesimista).[1] La desviación es un método común utilizado por aquellos que están deprimidos. Dejan que las personas asuman que están revelando todo lo que resulta ser una forma efectiva de ocultarse.[5] El ítem de pesimismo en el Inventario de Depresión de Beck se ha considerado útil para predecir suicidios.[6] La Escala de desesperanza de Beck también se ha descrito como una medida del pesimismo.[7]

Arte y literatura

En la pintura y la literatura la oposición entre optimismo y pesimismo se expresa en el tópico de Heráclito y Demócrito, filósofos que representan al pesimismo y al optimismo llorando y riendo respectivamente.

Sobre la tecnología y el medio ambiente

Los luditas destruyen las máquinas (1812).

El pesimismo tecnológico es la creencia de que los avances de la ciencia y la tecnología no conducen a una mejora de la condición humana. Puede decirse que el pesimismo tecnológico se originó durante la revolución industrial con el movimiento ludita. Los luditas culpaban al auge de los molinos industriales y la maquinaria avanzada de las fábricas de la pérdida de sus puestos de trabajo y se propusieron destruirlos. El movimiento romántico también se mostraba pesimista ante el auge de la tecnología y añoraba tiempos más sencillos y naturales. Poetas como William Wordsworth y William Blake creían que la industrialización contaminaba la pureza de la naturaleza.[8]

Algunos críticos sociales y ecologistas creen que la globalización, la superpoblación y las prácticas económicas de los estados capitalistas modernos sobrecargan el equilibrio ecológico del planeta. Advierten de que, a menos que se haga algo para frenarlo, el cambio climático empeorará y acabará provocando algún tipo de colapso social y ecológico.[9] James Lovelock cree que la ecología de la Tierra ya ha sufrido daños irreparables y que ni siquiera un cambio irreal de política bastaría para salvarla. Según Lovelock, el sistema de regulación climática de la Tierra se está viendo desbordado por la contaminación y la Tierra pronto saltará de su estado actual a un clima dramáticamente más cálido.[10] Lovelock culpa de este estado de cosas a lo que él llama "poliantroponemia", que es cuando: "los humanos superpoblamos hasta hacer más mal que bien". Lovelock afirma:

La presencia de 7.000 millones de personas aspirando a las comodidades del primer mundo... es claramente incompatible con la homeostasis del clima, pero también con la química, la diversidad biológica y la economía del sistema".[10]

Se puede decir que algunos ecologistas radicales, activistas antiglobalización y neoluditas sostienen este tipo de pesimismo sobre los efectos del "progreso" moderno. Una forma más radical de pesimismo medioambiental es el anarco-primitivismo, que culpa a la revolución agrícola de dar lugar a la estratificación social, la coerción y la alienación. Algunos anarco-primitivistas promueven la desindustrialización, el abandono de la tecnología moderna y el rewilding.

Un anarco-primitivista tristemente célebre es Theodore Kaczynski, también conocido como el Unabomber, que llevó a cabo una campaña nacional de atentados con bombas por correo. En su manifiesto Unabomber de 1995, llamaba la atención sobre la erosión de la libertad humana por el auge del moderno "sistema industrial-tecnológico".[11] El manifiesto comienza así:

La Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana. Han aumentado enormemente la esperanza de vida de los que vivimos en países "avanzados", pero han desestabilizado la sociedad, han hecho que la vida sea insatisfactoria, han sometido a los seres humanos a indignidades, han provocado un sufrimiento psicológico generalizado (en el Tercer Mundo también sufrimiento físico) y han infligido graves daños al mundo natural. El continuo desarrollo de la tecnología empeorará la situación. Sin duda, someterá a los seres humanos a mayores indignidades e infligirá mayores daños al mundo natural, probablemente provocará mayores trastornos sociales y sufrimiento psicológico, y puede llevar a un aumento del sufrimiento físico incluso en los países "avanzados".

Una de las organizaciones pesimistas más radicales es el movimiento de extinción humana voluntaria, que defiende la extinción de la raza humana mediante el antinatalismo.

La polémica encíclica de 2015 del Papa Francisco sobre cuestiones ecológicas Laudato si' está plagada de valoraciones pesimistas sobre el papel de la tecnología en el mundo moderno.

Stephanos Bibas escribe que algunos abogados penalistas prefieren pecar de pesimistas: "Los pronósticos optimistas corren el riesgo de resultar desastrosamente erróneos en el juicio, un resultado embarazoso que enfada a los clientes. Por otra parte, si los clientes se declaran culpables basándose en los consejos demasiado pesimistas de sus abogados, los casos no llegan a juicio y los clientes no obtienen nada"[12]

Notas

  1. Bennett, Oliver (2001). Cultural Pessimism: Narratives of Decline in the Postmodern World (en inglés). Edinburgh: Edinburgh University Press. ISBN 978-0-7486-0936-9.
  2. Dienstag, Joshua Foa (2009). Pessimism: Philosophy, Ethic, Spirit. Princeton, New Jersey: Princeton University Press. ISBN 978-0-6911-4112-1.
  3. Véase la página 70 de la edición de 2017 de Hermida Editores.
  4. "Il genere umano non crederà mai né di non saper nulla, né di non essere nulla, né di non aver nulla a sperare. Nessun filosofo che insegnasse l'una di queste tre cose, avrebbe fortuna ne farebbe setta, specialmente nel popolo: perché, oltre che tutte tre sono poco a proposito di chi vuol vivere, le due prime offendono la superbia degli uomini, la terza, anzi ancora le altre due, vogliono coraggio e fortezza d'animo a essere credute", Giacomo Leopardi, Diálogo entre Tristán y un amigo
  5. Kirszner, Laurie (January 2012). Patterns for College Writing. United States: Bedford/St.Martins. p. 477. ISBN 978-0-312-67684-1.
  6. Beck, AT; Steer, RA; Kovacs, M (1985), «Hopelessness and eventual suicide: a 10-year prospective study of patients hospitalized with suicidal ideation», American Journal of Psychiatry 142 (5): 559-563, PMID 3985195, doi:10.1176/ajp.142.5.559.
  7. Beck, AT; Weissman, A; Lester, D; Trexler, L (1974), «The measurement of pessimism: the hopelessness scale», Journal of Consulting and Clinical Psychology (Journal of Consulting and Clinical) 42 (6): 861-5, PMID 4436473, doi:10.1037/h0037562.
  8. «Romanticism». Wsu.edu. Archivado desde el original el 18 de julio de 2008. Consultado el 2 de junio de 2010.
  9. The New York Review of Books Gray, John. The Global Delusion, John Gray.
  10. The New York Review of Books Flannery, Tim. A Great Jump to Disaster?, Tim Flannery.
  11. The Washington Post: Unabomber Special Report: INDUSTRIAL SOCIETY AND ITS FUTURE
  12. Bibas, Stephanos (Jun 2004), Plea Bargaining outside the Shadow of Trial 117 (8), Harvard Law Review, pp. 2463-2547..

Fuentes

  • Hippolyte Fierens Gevaert, La tristeza contemporánea. Ensayo sobre las grandes corrientes morales e intelectuales del siglo XIX, 1900.

Véase también

Enlaces externos

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