Placer sexual

El placer sexual es aquel placer que se siente o experimenta al estar excitado sexualmente. El placer sexual mejora la salud y el bienestar.[1] En el placer sexual participan diversas sensaciones de disfrute, goce o satisfacción que se experimentan en una relación sexual y que no solo se reducen al acto coital, sino también las que se experimentan a través de sensaciones provistas por los cinco sentidos: visuales, olfativas, auditivas, táctiles y gustativas.[2] Es necesario destacar que la conjunción de todos estos factores hacen del placer sexual uno de los más intensos que es posible sentir para los seres sexuados, lo que a su vez lo convierte en uno de los que dan lugar al apego hacia él, no solo más firmemente, sino también más fácilmente. A esto, entre otras razones, se debe el hecho de que sea considerado, unido a la libido, una motivación básica de casi todo comportamiento sexual.

Placer sexual femenino durante una masturbación.

Bioquímica del placer sexual

Bioquímicamente el placer sexual es la respuesta del sistema nervioso central que puede ser provocada por una estimulación sensitiva en órganos sexuales y como consecuencia de la liberación de la hormona noradrenalina producida en la médula suprarrenal. La excitación para este placer puede simplemente ser psicológica. El placer es una respuesta agradable, en este caso vinculada a la sexualidad.

Excitación sexual

El placer sexual aparece ante la excitación sexual que es la respuesta del cuerpo a la estimulación sexual. El ser humano puede excitarse por estímulos que oye, mira, huele, saborea o toca. El estímulo puede ser real -estar presente en el mundo real-, ser fruto de la imaginación e incluso del Ensueño. La excitación se produce cuando acariciamos nuestras zonas erógenas y/o también cuando una pareja lo hace mutuamente.[1]

Zonas erógenas

Se denominan zonas erógenas a las áreas de la piel que pueden causarnos excitación cuando se tocan o acarician, o tocamos , acariciamos ,en general son zonas muy sensibles al tacto. En general cualquier zona de la piel puede ser erógena, pero cada persona suele tener zonas diferentes o más destacadas que otras.

Son zonas erógenas los órganos sexuales (órgano sexual masculino y órgano sexual femenino), especialmente el glande del clítoris o el pene. Otras zonas que en muchos casos provocan excitación al ser estimuladas son: cara, orejas, piernas, brazos, espalda, glúteos, pies, dedos, cuello, pechos y pezones, ano, ombligo y vagina.

Referencias

Véase también

Enlaces externos

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