Queimada
La queimada es una bebida alcohólica de la tradición gallega y propia de su gastronomía.
Se le atribuyen facultades curativas y se afirma que, tomada tras la pronunciación del conjuro, funciona como protección contra maleficios, además de mantener a los espíritus y demás seres malvados alejados del que la ha bebido.[1][2]
Orígenes
Los orígenes de la bebida son desconocidos. Popularmente, a la queimada se le atribuyen orígenes celtas, pero, según afirmó en 1972 el catedrático de prehistoria de la Universidad de Santiago de Compostela, Carlos Alonso del Real esto sería imposible,[3] ya que la destilación del aguardiente en Galicia no puede ser anterior a la introducción del alambique (de origen árabe) a partir de los siglos XII o XIII, ya en la Edad Media. Asimismo, siempre según Alonso del Real,[3] el azúcar de caña, uno de sus ingredientes fundamentales, también lo introdujeron los árabes en la península ibérica (la difusión de su equivalente de remolacha es muy posterior, correspondiendo a las Guerras Napoleónicas). Esto le llevó a atribuirle orígenes medievales a la bebida.
Posteriormente, el antropólogo Xosé Manuel González Reboredo, afirma que el consumo de aguardiente —normalmente sin quemar— era habitual en la Galicia rural tradicional, donde tenía fama como medicina contra el catarro y que en un momento dado —que él sitúa en torno a los años 1950— gallegos residentes en el exterior empezaron a tomar esta bebida en las fiestas o después de las comidas.[1] En reuniones de este tipo habría surgido la costumbre de acompañar el consumo de la queimada de conjuros compuestos ex-profeso para el momento. Esta costumbre se difundió tan rápidamente que ya en 1955 el alfarero mindoniense Tito Freire, creó los recipientes de barro cocido, con forma de tartera y patas en los que se suele preparar habitualmente.[1]
Tradición
Todo el ritual de preparación está dirigido a alejar a los malos espíritus y a las meigas que, según la tradición, acechan a los hombres y mujeres para intentar maldecirles ya sea por diversión, por venganza, por algo que han realizado anteriormente, o por cualquier otro motivo. Cualquier ocasión es buena para realizar una queimada: una fiesta, reuniones familiares o de amigos. Tras la cena, en la oscuridad de la noche (que es uno de los mejores momentos para realizarla), los comensales se reúnen alrededor de la queimada, para animar los corazones y estrechar los lazos de amistad. Uno de ellos se encargará de darle el toque final levantando con un cucharón el líquido en llamas y dejándolo caer poco a poco en el recipiente mientras pronuncia el conjuro, lo que crea un ambiente muy especial.
Ingredientes
Sus ingredientes principales son el aguardiente y el azúcar, a los que generalmente se les añade: corteza de limón o naranja. Pese al rechazo de los puristas, dependiendo de la costumbre local y de forma independiente, hay quien le añade unos pocos granos de café sin moler, trozos de manzana, uvas o algún otro ingrediente.[3][2]
Preparación
En un recipiente de barro cocido (a poder ser, en el pote tradicional) se vierte el aguardiente y el azúcar en la proporción de unos 120 gramos de éste por litro de aquel, ralladura de limón, o naranja y se remueve.
En un recipiente más pequeño (generalmente el cucharón con el que se remueve) se coge aparte una pequeña cantidad de queimada, sin otros posibles ingredientes (sólo el aguardiente y el azúcar disuelto), se mojan los bordes del cucharón con la bebida y se le prende fuego. Cuando esté ardiendo se mete el cucharón en el recipiente grande hasta que el fuego se extienda por toda la superficie. A continuación se revuelve lentamente dejando que suban las llamas del alcohol y creando cascadas con ellas.
A continuación se pone en el cucharón solo azúcar y se coloca sobre la queimada hasta que este se derrite convirtiéndose en caramelo, que se vierte sobre las llamas y se remueve.
Se revuelve hasta que consumido el alcohol la queimada se apague por sí sola, o sólo queden los bordes ardiendo, que no se apagaran.
Cuando empieza a apagarse, pero mientras el aguardiente aún arde, se recita el esconxuro (también llamado conxuro).
Se sirve la queimada caliente, cuando se haya apagado casi por completo, incluyendo también los granos de café, cáscara de limón, trozos de manzana y naranja y se bebe. En ocasiones hay que soplar para apagar alguna de las llamas que llegan al vaso, para no quemarse.
Conjuro
El esconxuro o conjuro tradicional de la queimada fue inventado en Vigo en 1967 por Mariano Marcos Abalo para una fiesta de juegos florales de las muchas que entonces tenían lugar en un barco decomisado amarrado en el puerto de la ciudad.[4][5] En 1974 su creador le añadió las referencias a Satán y Belcebú y comenzó a representarlo en la discoteca Fausto de la Ciudad Olívica.[5] Por esa misma época, una imprenta viguesa empezó a vender copias del conjuro,[5] inicialmente sin su autorización y luego pagando una peseta por ejemplar vendido.[5] El éxito hizo que otras empresas empezaran a vender copias por su cuenta, sin ninguna autorización y sin citar su nombre, lo que puede haber contribuido a la creencia de que el conjuro era de un autor anónimo. En 2001, Abalo decidió registrar la propiedad intelectual del conjuro.[2]
De acuerdo con la tradición, durante su preparación se debe recitar en voz alta un conjuro (esconxuro o conxuro en idioma gallego) para espantar a los malos espíritus y a las meigas. En la actualidad se utilizan diversas versiones con múltiples pequeñas variantes, pero una de las más comunes sería:[6]
Véase también
Referencias
- González Reboredo, Xosé Manuel (2000). «A construción de referentes de identidade etno-nacional. Algunhas mostras sobre Galicia». Etinicidade e Nacionalismo (en gallego). Consello da cultura Galega. pp. 229-230. ISBN 84-95415-34-8.
- R. Queimaliños (9 de agosto de 2005). ««El café en la queimada es una copia de los catalanes»». La Voz de Galicia. Archivado desde el original el 22 de noviembre de 2010. Consultado el 11 de octubre de 2011.
- Alonso del Real, Carlos: Os orixes da queimada. Capítulo programático dun libro en preparación, en Grial Nº 35, 1972, pp. 74-82
- Suso Souto (6 de agosto de 2009). «La cita estival de 38 seminaristas». El Correo Gallego. Consultado el 22 de julio de 2012.
- ««Se sabe que el conxuro es mío, y eso me basta»». La Voz de Galicia. 19 de octubre de 2008. Consultado el 11 de octubre de 2011.
- David Zurdo y Ángel Gutiérrez (2004). El libro de los licores de España. Ediciones Robinbook. p. 26. ISBN 8496054128.