Relicario

Se llama relicario, (palabra proveniente del latín reliquiae,)[1] a la caja o estuche para guardar reliquias o recuerdos de los santos y exponerlas a la veneración de los fieles. Estuvieron en uso con el nombre de encólpium ya en los primeros siglos de la Iglesia, aunque por entonces tenían carácter privado y se llevaban pendientes del cuello en forma de cajitas o de medallas con figuras e inscripciones. Constan ejemplares por lo menos del siglo IV y son célebres los que se hallan del siglo VI en el Tesoro de Monza, regalados por San Gregorio a la reina Teodolina. Entre ellos, se encuentran ciertas botellitas muy comunes en aquella época, que solo contenían algodón empapado en aceite bendecido o tomado de las lámparas que ardían junto al sepulcro de algún mártir. Para la veneración pública de las reliquias en aquellos primeros siglos bastaban los sepulcros y altares que las contenían. Pero desde el siglo IX empezaron a colocarse además sobre el altar relicarios en forma de cajas o arquetas.

Urna con los restos mortales de San Juan Bautista de La Salle en la casa generalicia de los FSC en Roma.
Reliquia de santa Leticia. Ayerbe.

Esta forma de relicario continuó en los siglos posteriores hasta la época de arte ojival siendo preferidas las arquetas más o menos capaces y ricas, según la magnitud de las reliquias y la magnificencia del donante y aprovechándose con frecuencia para el objeto arquetas de uso profano. De Estas, se pueden citar:

  • El Arca santa de las Reliquias de la catedral de Oviedo
  • El Arca de san Millán
  • El cofrecillo de madera chapeado de plata repujada y con figuras de santos en la parroquia de Abárzuza (siglo XI)
  • La arqueta de bronce esmaltado y con figuras de relieve en el monasterio de Silos y en el Museo de Burgos (siglo XIII)
  • La arqueta de Colonia
  • La arqueta de Limoges

El relicario tomó desde el siglo XIII formas muy variadas y artísticas, siendo las principales:

  • La de arqueta y templete, imitando un templo con sus arquerías ojivales y su crestería
  • La de ostensorio, con su pie y su torrecilla
  • La de busto y estatua, con la imagen del Santo a que pertenece la reliquia que allí se recoge

Referencias

  1. Lajo Pérez, Rosina (1990). Léxico de arte. Madrid - España: Akal. p. 178. ISBN 978-84-460-0924-5.
  • El contenido de este artículo incorpora material de Arqueología y bellas artes, de 1922, de Francisco Naval y Ayerbe, que se encuentra en el dominio público.

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