Síndrome de Otelo

El síndrome de Otelo es un trastorno delirante por el cual la persona que lo sufre está firmemente convencida de que su pareja le es infiel; también es denominado Celotipia. El delirante celotípico construye su delirio con datos irracionales y pierde el tiempo tratando de hallar "pruebas" que confirmen sus sospechas.[1]

Los delirios de celos pueden formar parte del trastorno delirante crónico o paranoia, pero también se observa en los inicios de cuadros demenciales por deterioro involutivo de la corteza cerebral y en el alcoholismo crónico.

Origen del nombre

Toma su nombre de la conocida obra de Shakespeare, Otelo, que mata a Desdémona poseído por unos celos enfermizos. El síndrome de Otelo (o de Othello) fue nombrado por el psiquiatra inglés John Todd (1914-1987) en una publicación con K. Dewhurst titulada "The Othello Syndrome: a study in the psychopathology of sexual jealousy" (Journal of Nervous and Mental Disorder, 1955, 122: 367).[2]

Afectación

La persona está obsesionada con la idea de la infidelidad y muestra una serie de conductas que se manifiestan tratando de buscar pruebas que lo demuestren, por ejemplo, entrando en el ordenador o mirando el teléfono móvil de su pareja. También puede mostrarse violenta o humillar al otro.

Cuando se llega al extremo del homicidio es que existe otro tipo de personalidad patológica de base como la paranoia o un delirio celotípico. Cuando hay un delirio es una idea irreversible con una serie de respuestas a esas ideas que son realmente graves.[3]

El síndrome de Otelo afecta a ambos sexos por igual pero es más común en los hombres.

Es característico que en el síndrome de Otelo el enfermo esté realizando comprobaciones continuamente, con el objetivo de descubrir la infidelidad. Para ello se sirve de detalles sin importancia que considera pruebas definitivas.

Algunos casos podrían ser que:

  1. El paciente puede estar convencido de que la ropa interior en determinado cajón ha sido colocada por el amante o que el pequeño cambio de posición de un sillón es la evidencia de que allí ha estado sentado el "otro".
  2. Los comentarios banales de terceras personas tienen un significado inequívoco y se refieren a las actividades promiscuas de su esposa(o).
  3. Puede contar y recordar el número y orden de prendas en un armario para comprobar si han variado, lo cual sería una prueba "contundente" de que alguien había entrado en la casa para mantener relaciones sexuales con la pareja.

Curiosamente el "otro (a)" parece una sombra, el enfermo no da detalles de él (ella), ni de su profesión, domicilio, familia, etc. En raros casos sí es una persona identificada, pero lo más frecuente es que sea como un fantasma al que no se le pone rostro ni presencia.

El delirio de celos domina la vida del enfermo, afectando a sus actividades laborales, sociales y personales, tendiendo al aislamiento. El humor se torna sombrío e irritable y las relaciones familiares -lógicamente- se deterioran considerablemente.

El delirante celotípico en general no quiere separarse de la pareja, por el contrario su deseo sexual suele estar aumentado. La pareja, no sólo no le corresponde sino que puede rechazarle por completo lo que a su vez refuerza el convencimiento del celotípico en su delirio.

Tratamiento

Los celos mórbidos abarcan varios estados psiquiátricos y la mejor manera de enfocar el tratamiento depende de los síntomas que se observen en el individuo. Por consiguiente, el pronóstico y los resultados varían de una persona a otra y dependen de la situación y las complejidades de las relaciones interpersonales que existan entre los cónyuges. Además, es necesario abordar otras cuestiones que pueden exacerbar los aspectos negativos del entorno creado por el comportamiento celoso para poder iniciar el tratamiento.

Por ejemplo, si el alcoholismo desempeña un papel importante en el comportamiento del individuo mórbidamente celoso, el tratamiento de su adicción puede afectar positivamente su progreso al tratar de cambiar su naturaleza celosa. Si bien la psicoterapia puede ser un método eficaz para tratar a las personas mórbidamente celosas, no es suficiente cuando la naturaleza de su enfermedad es más grave.[4] No es posible decir que haya una forma de tratamiento que sea superior a todas las disponibles en la actualidad. [5] Aunque esto puede ser cierto, la terapia cognitivo-conductual es el tratamiento que ha demostrado ser más eficaz.[6]

Médico

Psicológico

Social

Riesgo para los demás

Los celos pueden llevar a la violencia en cualquier relación, ya sea normal o mórbida. En un reciente estudio sobre los celos realizado por Mullen & Martin en 1994, el 15% de los hombres y las mujeres dijeron que en algún momento habían sido "sometidos a violencia física a manos de una pareja celosa".

Culturalmente, los celos pueden incluso ser usados para "justificar la violencia hacia los compañeros". Las víctimas de un caso de homicidio tienen más probabilidades de ser parejas actuales o exparejas tanto de hombres como de mujeres. Cuando un compañero niega repetidamente la infidelidad, esto puede provocar ira y violencia extrema. Por otro lado, la pareja que sufre puede rendirse y dar una falsa confesión, lo que a su vez es muy probable que provoque rabia en el individuo celoso.

En los EE.UU. se tomó una muestra de 20 participantes con celos delirantes. 19 eran varones y Silva (1998) encontró que 13 habían amenazado con matar a su cónyuge debido a su supuesta infidelidad. De los 13 varones, nueve habían atacado realmente a su cónyuge. De los 20, tres de ellos utilizaron un arma y 12 habían dañado a su cónyuge. Un mayor riesgo de agresión estaba asociado con el consumo de alcohol.

Riesgo para los niños

Los niños que viven en un hogar con un padre que sufre de celos mórbidos pueden sufrir abuso emocional y/o físico como resultado directo de las acciones del padre o madre. Los niños también pueden oír por casualidad discusiones o ser testigos de violencia física entre sus padres. Incluso podrían resultar heridos accidentalmente durante las agresiones. El padre o madre mórbidamente celoso puede emplear a un niño o a más de uno para espiar al otro. Puede darse el caso que un niño sea testigo de un homicidio o suicidio en el que su padre o madre sea la víctima.

Referencias

  1. Kingham, Michael; Gordon, Harvey (1 de mayo de 2004). «Aspects of morbid jealousy». Advances in Psychiatric Treatment (en inglés) 10 (3): 207-215. ISSN 2056-4678. doi:10.1192/apt.10.3.207.
  2. Crichton, P. Did Othello have 'the Othello Syndrome? Journal of Forensic Psychiatry & Psychology. 1996;7(1):161-9.
  3. Ghedin, Walter (2016-04). Sexo Y Sexualidad. Ediciones Lea. ISBN 978-987-718-137-1. Consultado el 25 de mayo de 2022.
  4. Shephard, Michael (1961). «Morbid Jealousy: Some clinical and social aspects of a psychiatric symptom». Journal of Mental Science 107 (449): 687-753. doi:10.1192/bjp.107.449.687.
  5. DeSteno, D. A.; Valdesolo, P.; Barlett, M. Y. (2006). «Jealousy and the threatened self: Getting to the heart of the green eyed monster». Journal of Personality and Social Psychology 91 (4): 626-641. PMID 17014289. doi:10.1037/0022-3514.91.4.626.
  6. Kellett, Stephen; Totterdell, Peter (2013). «Taming the green-eyed monster: Temporal responsively to cognitive behavioural and cognitive analytic therapy for morbid jealousy». Psychology and Psychotherapy: Theory, Research & Practice 86 (1): 52-69. PMID 23386555. doi:10.1111/j.2044-8341.2011.02045.x.
  7. Morbid Jealousy: The Green Eyed Monster. http://www.ijpm.org/Mod5.pdf Archivado el 1 de mayo de 2015 en Wayback Machine.

Fuente

  • David Enoch, Uncommon Psychiatric Syndromes, editorial Hodder Arnold, ISBN 0340763884 y ISBN 978-0340763889.
  • www.medicinenet.com

Otras lecturas

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