Sicalipsis

«Sicalipsis» y sus derivados adjetivos «sicalíptico» y «sicalíptica» son términos del argot teatral y literario español de la primera mitad del siglo xx.[1][2][3][4][5]

«Pepita Melia, la gentil tiple que cada día gusta más y es más aplaudida en ABC», en La Hoja de Parra, 1911.
«Nuestras artistas. ¿...?», en La Hoja de Parra, 1911.

Etimologías

Voz recogida en 1917, en el Diccionario de la Lengua Española de José Alemany y Bolufer,[6] y definida por la Academia como manifestación "pícara" del erotismo con ‘intención maliciosa’ de fondo sexual, partiendo de una posición moralista del pensamiento. La etimología griega propuesta por los académicos de la lengua es del idioma griego «σῦκον», higo, y «ἄλειψις», frotamiento o acción de untar.[7] Joan Corominas –según el wikcionario– da como etimologías «sỹkon» (vulva) y «aleiptikós» ("masajeador"), y Federico Ruiz Morcuende lo situaba acuñado en la primavera de 1902 para el anuncio de una ‘novelita pornográfica’.[8]

Historia

Tomando guiños y pautas del teatro de variedades, el sainete, el 'género chico', en general,[9] y la revista musical española, en particular, la moda sicalíptica que había nacido en el Teatro Eslava inundó los escenarios más populares de Madrid.[10] La "ola verde",[2] castiza, espontánea y vulgar como un cuarto de siglo antes habían sido los «bufos madrileños». El furor sicalíptico, hijo del cuplé erótico y con pretensiones literarias como su hermana la astracanada,[11] inundaría los subgéneros teatrales fruto del teatro por horas.[12] Alcanzó carácter nacional con la "revista de variedades",[13][14] y nominalmente llegó a generar piezas como la titulada El arte sicalíptico, sainete lírico en un acto y dos cuadros, publicado en 1907.[15] Ya en el siglo xxi podría destacarse el estudio dedicado al tema por el periodista António Gómez: Las picardías de nuestros abuelos.[16]

Origen de la sicalíptica

Cuenta el crítico Augusto Martínez Olmedilla en su Anecdotario de la farándula madrileña algunas anécdotas sobre el supuesto origen de la sicalipsis y lo sicalíptico,[2] excrecencia lexicográfica como antes habían sido las suripantas y luego el soflamen.[lower-alpha 1] Y atribuye el origen rocambolesco de la palabra al editor barcelonés Ramón Sopena que con motivo de la publicación de su lujoso Portfolio del desnudo (con pinturas famosas y fotos de mujeres aún más famosas en su época), y comunicándole sus expectativas al periodista Félix Limendoux, encargado de redactar los pies de las láminas, le dijo:

Quiero algo grande, que no se haya hecho nunca: una cosa...¡sicalíptica!

Todo parece indicar que el editor quiso decir "apocalíptica" o algo similar. Pero Limendoux, con instinto periodístico, apuntó la palabrota y la usó a destajo como eslogan del Portfolio del desnudo. Poco después, los críticos teatrales recogieron el esdrújulo hallazgo para aplicarlo a la "ola verde" que anegaba las tablas del teatro nacional.[2] La versión de Olmedilla parece coincidir con la del erudito Corominas que la consideraba «una "creación comercial arbitraria", en cuya invención han podido contribuir otras palabras como sibarítico, apocalíptico, etc.».[17]

Véase también

«La sicalipsis a la orden del día», denuncia de un espectáculo sicalíptico en el Diario de Valencia, un periódico tradicionalista, 1912.

Notas

  1. Las suripantas, también 'de origen griego' y nacidas en la obra El joven Telémaco de José Rogel Soriano, tomaron su caprichoso nombre del estribillo que un coro de bellas y seductoras interpretaba en dicha pieza, joya de los referidos "bufos madrileños", y cuyo cantable macarrónico sonaba así: «Suripanta la suripanta, macatrunqui de somatén, sunfáriben sunfaridon, melitónimen sonpén». En cuanto al origen del término soflamen, que no llegaría a salir de entre bastidores pero fue muy popular en los camarines, hacía referencia a una pasta moldeable usada por los actores para caracterizar sus rostros, desfigurando las facciones, creando forúnculo y otros abultamientos, aumentando narices, pómulos, barbillas y hasta orejas. Olmedilla, tirando de leyenda quizá, atribuye su origen al actor Pepe Santiago, que invadido en la intimidad de su camerino por un pelmazo cuando se estaba aplicando la pasta y preguntado por su nombre, el actor respondió muy serio: "Se llama soflamen". Anécdota que se hizo muy popular entre los hijos de Talía.

Referencias

  1. Iñíguez Barrena, 1999, p. 131.
  2. Olmedilla, 1947, p. 298.
  3. Retana , Álvaro (2013). Las locas de postín. Stockcero. pp. XV. ISBN 9781934768617. Consultado el 15 de septiembre de 2015.
  4. Rodríguez Rivero , Manuel (12 de noviembre de 2014). La edad de oro de la sicalipsis. Babelia (Diario El Pais edición). Consultado el 15 de septiembre de 2015.
  5. «Sicalíptico (1904)». www.tebeosfera.com. Consultado el 29 de abril de 2018.
  6. «Sicalíptico». dirae.es. Consultado el 14 de septiembre de 2015.
  7. El Diccionario de la Real Academia Española tiene una definición para sicalipsis.
  8. Ruiz Morcuende, Federico (1919). «Sicalipsis». interclásica (Universidad de Murcia) (en español). Consultado el 14 de septiembre de 2015.
  9. Del Moral Ruiz, 2009, pp. 243-4.
  10. Blasco Magraner, José Salvador. «Los inicios del erotismo en la escena teatral lírica madrileña. Vicente Lleó y el género sicalíptico». Cuadernos de Bellas Artes (34). Consultado el 14 de septiembre de 2015.
  11. Diaz de Escovar, 1931, p. 201.
  12. Barrera, 1983.
  13. Oleti, Isabel (18 de diciembre de 2004). «Sicalipsis en el Artenbrut». El País.
  14. Olmedilla, 1947, pp. 298-9.
  15. Simón Palmer, María del Carmen (1979). Manuscritos dramáticos de los siglos XVIII-XX (en español). p. 65. Consultado el 25 de junio de 2018.
  16. Gómez, Antonio. «Las picardías». Gong Ed. Consultado el 4 de junio de 2022.
  17. Ruiz Morcuende, 1919.

Bibliografía

Enlaces externos

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