Sitamón (hija de Ahmose)

Sitamón, princesa real egipcia de comienzos de la dinastía XVIII (hacia el año 1540 a. C.).

Nota: No confundir esta princesa real Sitamón con otra Sitamón que viviría doscientos años después, y sería la hija y la esposa del rey Amenhotep III.
Sitamón
Princesa de la Dinastía XVIII de Egipto
Información personal
Sepultura Tumba DB320, cerca de Tebas, Egipto
Familia
Padre Amosis I
Madre Ahmose-Nefertari

La Amada de Amón, significado que oculta Sitamón, era la primogénita del fundador de la nueva casa real, el faraón Ahmose y su Gran Esposa Real y hermana, la reina Ahmose-Nefertary. Por aquel entonces Egipto vivía una época feliz y muy optimista; Ahmose había liberado el país de los ocupantes hicsos y las Dos Tierras estaban reunificadas, tal y como en los tiempos de las pirámides.

Se hacía responsable de aquel nuevo renacer a los esfuerzos de la casa real tebana y a su dios patrono, Amón. Lentamente, la deidad comenzaba a convertirse en el culto más importante de todo el país, y era tanto el cariño que profesaban los reyes a la divinidad que, siguiendo la costumbre, dedicaron a Amón los nombres de algunos hijos, como es el caso de la propia Sitamón, o de su hermano el futuro rey Amenhotep I (Amón está satisfecho).

Como primogénita, Sitamón heredó automáticamente todos los títulos de su madre, Ahmose-Nefertari, incluyendo los de Esposa del dios, Mano del Dios, Ornamento Real y otros más que desde entonces se pasaron de madre a hija. El destino de Sitamón era casarse con su hermano Amenhotep, formando una nueva pareja real que trajera al mundo tanto a futuros reyes como a sus próximas grandes esposas reales. Pero Sitamón murió antes de su matrimonio, y el título de Esposa del dios pasó a su hermana menor, Ahmose-Meritamón.

La momia de Sitamón es una de las muchas halladas en el escondrijo de DB320, y junto a ella están las de sus padres y hermanos, prácticamente toda la familia real ahmósida al completo. Se encontraba dentro de un sarcófago pintado de blanco y al desvendarla se descubrió que se componía de un cráneo y algunos huesos unidos a una estera de caña para crear un simulacro de momia. Tal vez la niña murió devorada por algún animal salvaje o un cocodrilo, pero como las creencias religiosas imponían mantener el cadáver para seguir existiendo en el Más Allá, se creó un cuerpo sustituto con sus pocos restos. O tal vez, el cuerpo de la pequeña fue tan destrozado por los saqueadores de tumbas, que siglos después los piadosos sacerdotes restauradores intentaron adecentarlo.[1]

Referencias


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