Torito de Pucará
El Torito de Pucará es una pieza de cerámica característica del distrito de Pucará, en la provincia de Lampa del departamento peruano de Puno y vendido tradicionalmente en la estación de trenes de Pucará.[1] Usado en un inicio en las ceremonias de marcación y para la procreación del ganado, protección, felicidad y fertilidad en la vida matrimonial, esta pieza cerámica se ha convertido en un símbolo de la identidad sur andina peruana.
En marzo de 2019, fue declarado como Patrimonio Cultural de la Nación por le Ministerio de Cultura.[2]
Origen y mito
“Que en Pukara, se registraba hace mucho tiempo una sequía prolongada, ya no había agua, se estaban secando los pozos. Entonces cierto día a un campesino indígena se le ocurrió hacer una ofrenda de sacrificio al Dios Pachakamaq, decidió subir al peñón de Pukara, llevando consigo un toro y de esa manera hacer sus peticiones de lluvia. El toro que llevaba parecía adivinar que algo le pasaría y se resistía subir con su amo. Ya estando arriba, el toro quiso sobarse en el peñón, logró hincar con su cuerno la roca... Y asombrosamente brotó agua, tanta agua que el pueblo pudo sobrevivir. La población asombrada por tal milagro admiró mucho más al toro. A partir de ese entonces el toro constituyó un elemento ritual, utilizado en la marcación del ganado. Esto provocó la inspiración de artesanos alfareros, que en un inicio fue símbolo de ceremonias, y ahora le atribuyeron poder de protección, cuando es colocada en los techos de las viviendas”Edilburgo Castillo. 56 años
La cerámica tiene su origen en la comunidad de Checa Pupuja que, juntos con otros productos tradicionales, fueron a ocupar los principales mercados de Cusco, Puno y Arequipa.[3] La adquisición del nombre por el cual ahora son conocidos se debió a que en aquellos tiempos la estación ferroviaria de Pucará (del tramo del ferrocarril Puno - Cuzco, finalizado en 1908), se convirtió en el lugar de venta más cercano a la comunidad de Checa, es decir, lugar ideal para la comercialización de sus productos.
Las primeras creaciones del toro de Pucará deben ser de la época en que el indio comienza a celebrar la fiesta del «Señalacuy", en la que escogen para padrillo al toro más hermoso, atan al animal por las patas y lo colocan sobre ponchos en el centro del lugar de la fiesta.
Luego le pintan volutas, rayas y aparejos con "taco", ocre disuelto en agua, y le hacen cortes sobre las cejas, nariz y papada, operación que llaman "huallcus". Finalmente le echan aguardiente en la nariz y ají bajo la cola, por lo que al soltarlo sale rebrincando y lamiéndose desesperado el hocico, mientras los concurrentes le arrojan flores y frutas, como el clásico arroz en las bodas.
Es por eso que casi todos los toros de Pucará tienen la cola volteada sobre el lomo y la lengua afuera, lamiéndose el hocico e igualmente ostentan los adornos que pintaron al toro vivo durante la fiesta. Esta celebración del señalacuy tiene un profundo sentido ritual pagano de propiciación a los dioses y la Madre Tierra para el aumento del ganado.[4]
Simbología
El “Torito de Pucará” es un símbolo totémico conocido como conopas (quechua) y/o Illas (aymara) que se usa en los rituales andinos. La representación simbólica en su iconografía artísticamente acabados tiene valor estético y espiritual: El color blanco del toro simboliza pureza y protección (pareja); color negro el ego, defectos psicológicos; la chicha (agua) y/o vino que está dentro como fuente de vida relacionado con la transmutación del factor nacer, fecundación.[5]
En el ritual del “señalaquy” se utiliza el torito de supliendo a las Illas, conopas antes representados por los camélidos -en piedra y cerámica- luego de esparcir el elemento agua o vino es fertilizar simbólicamente el ganado. Para el hombre significa el trabajo con la energía sexual que debe llegar hasta la cabeza, es el factor nacer, la transmutación de la energía creadora controlada por la mente, la misma que es sutilmente esculpida en el torito por los artistas herederos de la cultura Pucará.
Los elementos de simbología presentes en el torito son los siguientes:[5]
- El orificio a la altura del hueso sacro, que alegóricamente representa el trabajo con el agua, la semilla, Ens seminis, la fecundación. En el mundo andino el echar el vino y/o chicha al recipiente simbólicamente evoca generación de vida, siembra de un nuevo ser, en este caso aumento del rebaño y el ritual de la “ch’alla” esparciendo con el mismo elemento agua o vino es fertilizar simbólicamente el ganado.
- El asa puente en la espalda que se proyecta del sacro hacia la cabeza no es nada casual su aplicación o simple decoración, significa que la energía sexual debe llegar hasta la cabeza, es el factor nacer, la transmutación de la energía creadora que debe ser controlada por la mente. Un mensaje para el varón que se une a la mujer en matrimonio y el derramar esa agua significa generar otra vida.
- El enjalme es signo de cuidado, protección de esa fuerza creadora, como una carga pesada y sacrificio para lograr la autorrealización del ser humano.
- Se muestra en el cuello superior tres orlas que simbólicamente indica el ascenso a la cabeza (dominio de la mente) con los tres factores de la revolución de la conciencia, la trilogía: nacer, morir y sacrificar por la humanidad; Padre, Hijo y Espirito Santo o el uso de energía positiva, negativa y neutra. Se complementa con la banda o chalina que abrazan el pecho con aplicación de zig zag, escalera o cadenillas.
- Los ojos redondos y saltones indica que el ser humano debe estar alerta con el mundo que le rodea, con conciencia despierta o simplemente se aplique la auto observación.
- La lengua está relacionada con el uso adecuado del verbo, que de la boca del hombre no salga palabras que dañen: la mentira, ira, insulto, orgullo, etc.
- La huella de cortes profundos en la piel, como una forma de señalización del ganado vacuno del hacendado llamado “Huallccuscka” un hecho bastante sádico practicado en la colonia; son decorativos como las flores y hojas.
- Las figuras espirales en forma de caracol, es la representación de la culebra o el puma pez relacionada con el fuego flamígero, muy finamente esculpido en la “Estela del Rayo” de la Cultura Pucará, la forma como se estiliza en trazos de artistas alfareros son excepcionales, que nos da el mensaje de la espiral de la vida; indicando que nuestras existencias se desenvuelven ya en espiras más bajas o en espiras más altas según el Nivel del Ser y el trabajo desarrollado en sí mismos.
En la percepción de los pobladores del altiplano manifiestan que el par de toritos de pucará en el techo es signo de protección y felicidad en el hogar, es una dualidad andina que representa al marido y mujer que representan la fusión de energías positiva y negativa que busca el equilibrio y bien común.
Elaboración
Dentro la comercialización de la cerámica artística de Pucará tiene un repunte en la demanda del “Torito de Pucará” como una cerámica decorativa en diversos tamaños y variedad, objeto de prototipo publicitario para el turismo nacional e internacional. Los artesanos productores están agremiados en dos organizaciones. “Asociación de Artesanos Virgen del Carmen” y la “Federación de artesanos de Pucará” integrado por 224 ceramistas, especializados en la producción de cerámica, tejidos, bordados cuyo objetivo es producir para el mercado turístico nacional y exportación internacional.[5]
El acabado singular de los toritos son figuras imperfectas, de aspecto tosco, con aplicaciones de flores, elipses, capellones en el lomo, en el cuello como chalinas con aplicaciones geométricas zig zag y/o escalera, con orlas que le cuelgan del testuz.
Los toritos inicialmente tenían solo dos colores: blanco y nogal. El cuerpo es de color natural, naranja tenue, casi blanco que es barro cocido sin haber sido posteriormente pintado. En el proceso tecnológico de la producción de la cerámica en Pucará se usa diversas clases de arcilla que son agregados de minerales y sustancias coloidales como el caolín, la dolomita; arcilla gris, amarilla, verde y rojiza; como también arcilla apizarrada y chocolate, cada cual en su cocción soportan temperaturas de 800 °C a 2000 °C., como complemento en el molido, maceración y tamizado de la arcilla se usa la tierra refractaria que les provee la Santa Tierra de Pucará.
La cabeza, los cuernos y los iconos son de color pardo en unos casos y en otros de color café obtenidos con tintes naturales, industriales aplicación según sea el caso en la precocción y post cocción como por ejemplo: Nogalina en polvo (color nogal o marrón), barniz vitrificado (conserva color natural), esmalte minio (brillo), óxido de cobalto, antimonio mezclado con agua (color amarillo), óxido de cobre más plomo, minio y sílice (color verde vidrioso) y manganeso más óxido de hierro (color negro).
En cambio, en los acabados de los toritos modernos se aplica más de dos colores chillones y brillantes llamativos para dar un atractivo artístico y comercial.
Véase también
Referencias
- Rivera, JJ. El Toro de Pupuja. Documental.
- «Declaran Patrimonio Cultural de la Nación a técnicas de cerámica de Checca Pupuja en Puno». Andina.
- Terra Peru. «Historia del Torito de Pucará».
- Castañeda Luisa (1971). «El toro de Pucará». En Museo Nacional de la Cultura Peruana, ed. Arte Popular en el Perú.
- Fredy Reyes Apaza. «La simbología totémica del torito de pucara».