8. Obediencia |
Primera parte
En esto de obedecer, yo, tu Ordenador, si creo que te puedo dar lecciones. ¿Fallo alguna vez a lo que me mandas? Si me das las órdenes correctas, ahí estoy yo sumiso, sin voluntad propia, ciegamente servil. Eres tú mas bien el que se equivoca en algunas órdenes que me das. Estoy orgulloso de ello.
Pero sospecho que mi obediencia no es la obediencia con que deben obsequiarse unas a otras las personas humanas. Yo actúo sin motivos, sin razones. Si fuera capaz de ello, no sería Ordenador, sería persona.
Las personas vivís en sociedad. Y sociedad es la familia, el colegio, la ciudad, la nación a que perteneces. ¿Te imaginas una sociedad sin autoridad? Es necesaria la autoridad. No hay más que ver cómo los jóvenes, tan propensos a rechazar la autoridad establecida, os inventáis otros tipos de autoridad. Buscáis quien os mande y os sometéis servilmente. Obedecéis al cabecilla de la pandilla, al líder de turno, a las modas.