22. Autoeducación |
Primera parte
Formar en tu alma la imagen sublime que Dios concibió al formarte, es la noble labor a que damos el nombre de autoeducación. Este trabajo tiene que hacerlo cada uno por sí mismo, y ningún otro puede cumplirlo en su lugar. Los otros podrán darte consejos; pero en definitiva tú has de ser quien sientas el deseo de formar en ti la noble imagen que Dios ha escondido en tu alma.
Has de ser tú quien desees ser noble, fuerte, limpio de alma. Has de conocer cómo es tu alma, cuáles son las hierbas malas en ella, que es lo que le falta. Has de poner mano en la educación de tu alma, sabiendo que el éxito ha de obtenerse a costa de muchos esfuerzos, abnegaciones y victorias alcanzadas sobre ti mismo. Has de negarte a menudo cosas deleitosas; has de hacer muchas veces lo que no te apetece y sellar tus labios, y levantar tu frente cuando notes que alguna de tus buenas intenciones, una y otra vez, se ve fracasada.