32. No tengo voluntad
Juego de palabras

  Primera parte

    ¿En quiénes enflaquece tan deplorablemente la voluntad? En aquel joven, al cual se le facilitan todas las cosas; cuya voluntad y cuyos deseos se cumplen siempre; que nunca sabe negarse nada; a quien no se le manda; en tal joven se forma esta caricatura de voluntad de gelatina, de agua con bizcocho, sin hueso ni consistencia, voluntad raquítica.

   -Pero esos muchachos también estallan algunas veces -piensas tú- Y ¡Qué importancia saben darse! y ¡cómo tiranizan a sus propios padres! Es verdad; pero todo eso no es manifestación de voluntad, sino la furia de los instintos de una pequeña fiera todavía no satisfechos.

  Segunda parte

   La cuestión de la fuerza de voluntad es más compleja y misteriosa. Veamos algunos ejemplos.

   Era un muchacho de segundo curso, cuyo flaco era la gula. Nada podía dejarse a su vista, porque desaparecía en seguida en su estómago. En casa le regañaban continuamente, él también se avergonzaba de su debilidad, prometía cien veces la enmienda, pero en vano; en la primera ocasión propicia había en sus labios nuevos vestigios de mermelada. Llorando se quejaba a su madre: "En vano lo prometo, madre; no tengo voluntad."

   Y ¡caso interesante! El mismo joven se entrenaba diariamente algunas horas en los deportes más variados: corría hasta perder el aliento, saltaba como un corzo; lanzaba pesos, nadaba y, naturalmente, jugaba también al fútbol. Todo esto necesita enorme abnegación, mucho esfuerzo y perseverancia. Por lo tanto, sabía querer... si quería.

   Otro muchacho era increíblemente perezoso. Soñoliento, sin interés, pesado; como si por sus venas en vez de sangre circulase horchata. No le gustaba estudiar; no solía jugar; en sólo pensar en la gimnasia se estremecía. Estaba sentado... y sentado junto a la mesa de trabajo. Y, sin embargo, también éste tenía voluntad. Pero tan sólo en una dirección. Puso toda su fuerza de voluntad en que nada lo desviara de esta pereza.. Por más que su madre le regañase, que su padre lo castigase, que se riesen de él sus compañeros, no le importaba. No se movía de su inactividad. Desplegaba verdadera fuerza de voluntad, fuerza tenaz, para no tener que abandonar su comodidad turca. También éste tenía voluntad... para seguir en la pereza.

  Tercera parte  ;

   En estos casos se ve claro que no es dado educar de la misma manera la voluntad de todos los jóvenes. Desde este punto de vista podemos dividir el temperamento de los jóvenes en tres grupos.

   Hay jóvenes fogosos, vivarachos, vigorosos, que no saben pensar reposadamente y obrar con premeditación; para éstos la mejor escuela de voluntad es el refrenamiento de sí mismos, el sacrificio, la privación.

   Hay otros, alegres, lo emprenden todo en seguida y a la carrera, pero no tienen paciencia, perseverancia; éstos deben ejercitar su voluntad en la constancia del trabajo empezado, en la calma, en la tenacidad.

   Hay además otros, soñadores, demasiado silenciosos; para éstos una vida de acción debe ser la escuela de la voluntad.

   Según estos tres tipos, distinguimos también tres modos principales del ejercicio de la voluntad, que podemos resumir en estas tres palabras: privación, perseverancia y trabajo.


Texto de Monseñor Dr. Tihamér Tóth. El joven de carácter. Sociedad de Educación "Atenas", S.A.

  A. Contesta a cada pregunta con una palabra y escríbela en un papel para escribirla después en el juego de palabras:


 Cuando se cumplen todos los deseos se forma una voluntad...
 Para conseguir una voluntad fuerte hay que negarse a los...
 Un joven débil puede tiranizar a sus propios...
 El chico de segundo curso tenía el vicio de la...
 Decía a su madre: En vano. No tengo...
 El segundo muchacho no tenía interés y no le gustaba...
 Sólo tenía voluntad para mantenerse en su...
 Para los jóvenes fogosos la mejor escuela es la...
 Los chicos que emprenden todo necesitan...
 Para los perezosos, el mejor camino es el...

Juego de palabras

Las diez preguntas:  

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