36. Censuras y profecías |
1. Censuras contra los escribas y fariseos
Jesús dice a la multitud t a sus discípulos:
- Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y fariseos. Guardaos, pues, y haced todo lo que os dijeren; pero nunca obréis como ellos obran; porque dicen y no hacen. Todas sus obras son para ser vistos de los hombres. Quieren los primeros puestos en los convites t en las Sinagogas y que les llamen maestros. Uno solo es vuestro Maestro, el Cristo. Y después les dice:
- Mas, ¿ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis el Reino de los Cielos y no vosotros entráis ni dejáis entrar a los que entrarían! Y después les dice los ocho anatemas que empiezan así:
- ¡Ay de vosotros...! Y termina diciendo: ¡Jerusalén! ¡Jerusalén!, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados, ¡cuántas veces quise recoger tus hijos, como la gallina recoge a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí que os quedará desierta vuestra casa. ( Mateo 23, 1-39; Marcos 12; Lucas 20).
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Frente a la apetencia de honores que mostraban los fariseos, el Señor insiste en
que toda autoridad, y con más razón si es religiosa, debe ser ejercida como un
servicio a los demás. Y, como tal, no puede ser instrumentalizada para
satisfacer la vanidad o la avaricia personales. La enseñanza de Cristo es
absolutamente clara: "El mayor entre vosotros sea vuestro servidor".
(Pintura: Cristo en el lago de Genesaret. DELACROIX, Eugene. Walters Art Museum. Baltimore).
2. Destrucción de Jerusalén
Entonces comenzó Jesús a decirles:
- Mirad que nadie os engañe. Muchos vendrán en mi nombre diciendo: yo soy; y seducirán a muchos. Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis; pues es necesario que esto ocurra, pero todavía no es el fin. Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá terremotos en diversos lugares; habrá hambre. Esto es el comienzo de los dolores.
Vosotros estad alerta: os entregarán a los tribunales, y seréis azotados en las sinagogas, y compareceréis por causa mía ante los gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos. Pero es necesario que antes sea predicado el Evangelio a todos los pueblos. Y cuando os conduzcan para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, sino decid lo que se os comunique en aquella hora, pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Entonces el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y los harán morir. Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. (Marcos 13, 5-13).
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Las persecuciones y las dificultades no tienen que aminorar el celo apostólico
de los discípulos, sino más bien activarlo, pues siempre debe ser un estímulo
eficaz esta promesa de Cristo. Es más, Nuestro Señor cuenta con nosotros para
esta tarea, verdaderamente apostólica, de propagación del Evangelio.
(Pintura: Cristo en casa de Marta y María. VELÁZQUEZ, Diego Rodríguez de Silva y. Galería Nacional de Scotland. Edimburgo).
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3. Venida de Hijo del Hombre Entonces, si alguien os dijese: aquí está el Cristo, o allí, no le creáis. Porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, a los elegidos. Vosotros estad alerta; todo os lo he predicho. Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas del cielo caerán, y las potestades de los cielos se conmoverán. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprended de la higuera esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está próximo; así también vosotros, cuando veáis estas cosas, sabed que es inminente, que está a las puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Sin embargo, acerca de aquel día o de la hora nadie lo sabe, ni los ángeles en el Cielo, ni el Hijo, sino el Padre. |
Estad atentos, velad: porque no sabéis cuándo será el momento. Es como un hombre que al marcharse de su tierra, y al dejar su casa y dar atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, ordenó también al portero que velase. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora volverá el señor de la casa, si por la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o de madrugada; no sea que, viniendo de repente, os encuentre dormidos. Lo que a vosotros os digo, a todos lo digo: ¡velad! (Marcos 13, 21-37).
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"Velad": Puesto que no sabemos cuándo ha de venir el Señor, hemos de estar
preparados. Vigilar es sobre todo amar. Quien ama cumple los mandamientos y
espera con ansiedad, con urgencia, que Cristo vuelva; porque esta vida es
espera, es camino al encuentro de Cristo Señor.
(Pintura: La vuelta del hijo pródigo. REMBRANDT, El Hermitage. San Petergurgo).