Un hombre decidió meterse en el
campo del vecino para robarle trigo.
- Si cojo
un poco de cada parcela –se dijo- nadie lo notará, pero para mí representará
una buena parva de trigo.
Así que
aguardó una noche oscura, cuando gruesas nubes tapaban la luna y salió a
hurtadillas de su casa. Llevó consigo a la hija menor.
- Hija
–susurró-, tú debes montar guardia y avisarme si alguien me ve.
El hombre
se metió en el primer campo para empezar a cosechar y al rato la niña gritó:
- ¡Papá,
alguien te ve!
El hombre
miró en torno pero no vio a nadie, así que tomó su trigo robado y pasó al
segundo campo.
- ¡Padre,
alguien te ve! –exclamó de nuevo la niña.
El hombre
se detuvo, miró en torno, pero tampoco esta vez vio a nadie. Recogió más
trigo y pasó al tercer campo.
Pasó
un rato y la niña gritó:
- ¡Padre,
alguien te ve!
Una vez más
el hombre interrumpió la faena y miró hacia todas partes, pero no vio a nadie,
así que recogió el trigo y pasó al último campo.
- ¡Padre,
alguien te ve!
El
hombre dejó de cosechar, miró en torno y tampoco vio a nadie.
- ¿Por qué
diantre insistes en que alguien me ve? –preguntó airadamente a la hija-. He
mirado por todas partes y no veo a nadie.
- Padre
–murmuró la niña-, alguien te ve desde arriba.
(Cuento
tradicional)
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didácticas
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