La visita de la primavera |
Había una vez una ciudad en donde no conocían las flores. En los floreros ponían alcachofas, puerros y hojas de perejil.
Y nadie sabía distinguir una rosa de una berza.
Todo esto sucedía porque la Primavera nunca había pasado por allí.
Mientras tanto, doña Primavera se aburría en un castillo sin saber qué hacer.
El pobre don Primavero siempre tenía que inventar juegos para entretener a su esposa.
Y no podía hacer otra cosa en todo el día.
Doña Primavera decía suspirando:
-Primavero, ¿qué hago ahora? ¡Me aburro!
Don Primavero sacó una gran bola del mundo y dijo:
-Con lo despistada que eres, seguro que te has olvidado de pasar por alguna ciudad.
Estuvieron repasando la bola durante mucho tiempo.
De pronto, dijo don Primavero:
-¡Aquí hay una ciudad en donde no te conocen!
Doña Primavera se vistió un manto hecho de pétalos de rosa y, en un vuelo, llegó a la ciudad.
Toda la gente salía de sus casas para ver aquel manto tan hermoso.
Y doña Primavera pregonaba su mercancía:
-¡Hay flores para todos! ¡Ha llegado la Primavera!
Doña Primavera tocaba los árboles y éstos inmediatamente florecían. A su paso brotaban los rosales, los geranios y los almendros en flor.
Doña Primavera derramó flores por los campos, por los jardines, por las plazas.
Y todos cantaron y bailaron cogidos de las manos.
F. Alonso
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