9. El interés hacia el otro cónyuge



  1. Poner orden en el amor  

   El amor conyugal tiene un orden: primero, los esposos; segundo, los hijos y tercero, otros asuntos, como el trabajo, la familia de origen, las aficiones personales, etc. Cuando se altera esta jerarquía de valores, pueden surgir crisis conyugales.

   Decía un marido: Me casé para siempre y mi mujer ha sido lo primero. Todos los planes los hacemos juntos. Siempre estamos juntos y lo pasamos bien.

   Decía una esposa: Tengo muy claro que él es el primero para todo, mucho más que los hijos.

   Cada cónyuge necesita recibir atención preferente del otro cónyuge. Cada uno debe preguntarse: ¿Mi cónyuge es, de hecho, la persona más importante de mi vida?

   El segundo valor del matrimonio son los hijos, a los que han de cuidar y educar.

   El trabajo no puede ocupar los primeros lugares. Hay que trabajar mucho y bien, pero sin llegar al activismo o la profesionalitis. Porque algunos viven para trabajar y esto les lleva a desatender la vida conyugal y a una posible crisis en el matrimonio.

   Si hay que armonizar trabajo y familia, se ha de cuidar especialmente la vida familiar.

(Pintura: Hombre y mujer sentados ante un clavicordio. METSU. Galería Nacional. Londres)

A. Contesta con una de estas respuestas: desorden, orden, fin, hijos, esposos, trabajos, éxitos, triunfos, crisis, hijo, esposo, trabajo, activismo, cansancio o descanso.

 El orden conyugal tiene un

 Lo primero son los

 En segundo lugar están los

 Si se altera el orden de los valores, pueden surgir

 No puede ocupar el primer puesto el

 Hay que trabajar mucho pero sin llegar al



  2. Hacer feliz al otro compartiendo todo

   Ya vimos en otro tema que la felicidad no se consigue con una búsqueda directa, sino como consecuencia de procurar hacer feliz a la persona amada. Se puede afirmar que la felicidad está más relacionada con amar que con ser amado.

   Ese amar es estar pendiente del otro para conocer sus gustos, lo que le apetece y lo que le preocupa, tratando siempre de hacerle la vida más feliz dentro de lo posible.

   Una mujer podría pensar: Dios me dio este esposo para hacerlo feliz y para hacerlo mejor.

   La felicidad de un cónyuge depende de la del otro, como la felicidad de una madre depende de la felicidad del hijo. Amo a una persona cuando su felicidad forma parte de mi felicidad. Para ello hay que olvidarse de sí mismo y de los propios egoísmos.

   Saber amar es saber compartir la vida con el otro. Contar con el otro cónyuge para todo, como las alegrías, los problemas, las experiencias, etc.

   Hay que comprender que el trabajo de casa, ordinariamente, es tarea de los dos. El marido puede ayudar constantemente a su mujer en los trabajos rutinarios de la cocina y en el cuidado de los hijos.

(Pintura: La familia Bray. BRAY, Jan de. Galería Currier. New Hampshire)

  B. Señala la respuesta correcta: directa, indirecta, torcida, amado, deseado, odiado, enfados, disgustos, gustos, feliz, desgraciado, triste, cuatro, tres, dos, calle, cocina o plaza.

 La felicidad no se consigue con una búsqueda

 Está más relacionada con amar que con ser

 Estar pendiente del otro para conocer sus

 Dios me dio este esposo para hacerlo

 Es trabajo de casa es de los

 Ayudar en los trabajos rutinarios de la

 

  3. Vivir con las diferencias sin intentar cambiarlas 

   Después de la boda, los esposos suelen descubrir en el otro diferencias importantes que antes no habían tenido en cuenta: diferencias de personalidad, de valores, de estilo de vida, de intereses y de necesidades personales. Estas diferencias no son en sí mismas ni defectos ni obstáculos para la convivencia.

   Es importante aceptar al otro tal como es, con sus virtudes y defectos y aprender a vivir con esas diferencias. Mirar al otro con respeto, comprensión y pasar por alto los pequeños o grandes defectos que cada uno de ellos puedan tener.

   Hay que aceptar que el otro es diferente y el amor mutuo llevará a afirmar esas diferencias personales. Esto supone esfuerzo y flexibilidad en los dos esposos para adaptarse y habituarse al otro.

   Otro aspecto importante es no tratar de cambiar al otro. Decía un marido: Me ha sido de gran ayuda aceptar a mi esposa como es, sin pretender amoldarla a mi propia personalidad o de tratar de llevarla por el camino que a mi me convenía.

   La mayoría de los desacuerdos matrimoniales suelen originarse por intentar cambiarse el uno al otro.

   Hay que comprender las diferencias esenciales entre los cónyuges y aprender a vivir con esas diferencias honrándose y respetándose el uno al otro.

(Pintura: Niño tocando la flauta. HALS, Frans. Museo de Staatliche. Berlín)

  C. Selecciona una de estas respuestas: fantasías, diferencias, estudios, vida, suerte, convivencia, aceptarlo, rechazarlo, olvidarlo, enfadarse, adaptarse, fastidiarlo, envidiarlo, cambiarlo, desacuerdos, alegrías o satisfacciones. 

 Después de la boda, los esposos suelen descubrir sus

 Las diferencias no son obstáculos para la

 Con sus virtudes y defectos hay que

 Ante las diferencias hay que

 Al otro no hay que intentar

 Por intentar cambiar al otro suelen surgir



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