Decide armarse caballero



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Escribe sobre el guión la letra que falta.


-Señor mío -le contestó al  _entero,

que era un andaluz gordo y  pac_fico-,

¿podríais  _ospedarme  en vuestro castillo?

Cuando en ventero  _io  a aquel espantajo alto como un ciprés

y con una armadura tan _ieja y descompuesta,

estuvo a punto de _echarse  a reír,

pero pensó que le  con_enía  ser prudente

y  respondi_ con toda cortesía:

-Sea muy   _ienvenido   el caballero,

que en este castillo le  ser_iremos  lo mejor que sepamos.

Cenó don Quijote un  _acalao  mal remojado y peor cocido

y un pan  m_s  duro y negro

que el alma de un dem_nio,

aunque a  _l le pareció

que  esta_a comiendo mejor que un príncipe.

Aca_ada  la cena,

don Quijote se arrodi_ó  ante el ventero y le dijo:

-No me levantaré de aquí,  _aleroso caballero,

_asta que me otorguéis un don que quiero pediros.

El ventero no supo  qu_  responder,

y don Quijote sigui_  diciendo:  

-Querría que me arm_seis caballero

para que pueda soco_er con mis armas

a los menesterosos que _ay  por esos mundos.

El ventero, que era un _urlón,

vio que podía di_ertirse  un rato a costa de aquel loco,

as_  que le siguió la corriente y dijo:

-En verdad que no hay ejercicio más _onroso 

que la caballería _andante,

a la que yo mismo me dediqué en mi ju_entud.

Fueron tantos los _uérfanos a los que maltraté

y las viudas a las que per_ertí

que acabé pasando por casi todos los tri_unales de España.

De modo que yo sa_ré  armaros caballero

me_or  que nadie en el mundo.


Miguel de Cervantes. Don Quijote. Adaptación de Agustín Sánchez. Editorial Vicens Vives. Barcelona. 2004. Con la autorización de la Editorial www.vicensvives.es

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