Alianza de Dios con Noé |
Las aguas dominaron sobre la tierra por espacio de ciento cincuenta días.
Dios, entonces, teniendo presente a Noé, y a todos los animales, y a todas las bestias que estaban con él en el arca, hizo soplar el viento sobre la tierra, con lo que se fueron disminuyendo las aguas. Y el arca, a los tres meses reposó sobre los montes de Armenia.
Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo que estuvo yendo y viniendo, hasta que un desapareció. Luego soltó una paloma que, después de un largo vuelo, volvió al arca. Noé pensó que había regresado porque el agua le impedía posarse en el suelo. Pasaron varios días más, y la volvió a soltar. Al atardecer regresó con un ramo verde de olivo en el pico. Entendió Noé que era la señal de que ya podía salir.
Retiró la cubierta del arca; miró y vio que ya estaba seca la superficie del suelo. Dio suelta a todos los animales para que, en libertad, pudieran hacer crías y se multiplicaran.
Noé hizo un altar y ofreció un sacrificio a Dios. Este miró con ojos de bondad a aquellas criaturas que se habían salvado, y dijo en su corazón: “Nunca más volveré a maldecir la Tierra por culpa del hombre, ya que, desde su niñez, lleva en el corazón los signos de la maldad.”
Luego dijo a Noé y a sus hijos:
-Multiplicaos y llenad la Tierra. Dominada. Todo lo que vive os sirva de alimento. Todo es vuestro; yo os lo doy.
Y añadió:
-Hago un pacto con vosotros: ya no habrá otro diluvio. El arco de las nubes es la señal de mi alianza.
En ese momento apareció el arco iris. Noé y su familia sintieron la bendición de Dios sobre ellos. Sem, Cam y Jafet tuvieron muchos hijos y empezaron a repoblar la Tierra.
(Génesis 8; 9)
(Texto adaptado por D. Samuel Valero. Biblia infantil. Editorial Alfredo Ortells, S.L. Valencia. página 34)
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