9. Caso Alberto "Hablar de modo fluido del sexo" y Nota técnica "Educación sexual" |
1º Paso. Estudio individual del caso Alberto "Hablar de modo fluido del sexo"
SITUACIÓN:
Alberto era vagamente consciente de estar en la edad del
pavo. No podía decirse que el despertar sexual le hubiera llegado entonces, pues
hacía ya tiempo que –por decirlo de alguna manera– había perdido la inocencia.
Le hacía gracia la ingenuidad de sus padres, sobre todo el día que su padre se
propuso explicarle de dónde venían los niños. Fue hace unos tres años, cuando
Alberto tenía doce. "Es una pena –pensó en aquella ocasión– ver en qué mundo
viven mis padres. No se dan cuenta de que hoy día un chico de doce años
seguramente sabe sobre el sexo más que ellos cuando se casaron".
Los padres de Alberto eran, efectivamente, un poco ingenuos.
Escuchaban poco. No sabían tirar de la lengua a sus hijos y situarse en la
realidad de lo que pasaba. No es que no fueran conscientes de sus deberes en
cuanto a la educación sexual de sus hijos, pero no acertaban en cómo hacerlo. Y
como no se aclaraban mucho, ponían unos ejemplos digamos que poco adecuados. A
Alberto le parecían casi siempre una exageración. Además, percibía siempre un
cierto tono negativo y desconfiado en torno a estos temas, y eso le disgustaba:
"Si mis padres hablan con tanta rotundidad –pensaba–, ya podrían explicar los
porqués. Todo son agobios, pecados y peligros". Pero Alberto nunca llegaba a
decirles nada de lo que pensaba, y últimamente ya casi ni les escuchaba.
Un día habían quedado toda la familia para ir a celebrar el
cumpleaños de la abuela. Ya estaban todos menos Alberto, y pasaron en coche a
recogerle a la salida de clase. Su hermana Lucía –que tenía catorce años y era
realmente muy guapa–, esperaba a su hermano a la puerta del colegio. Alberto
estaba con un grupo de amigos, intercambiando unas cintas un momento antes de
salir. Ellos no conocían a Lucía, ni sabían que era hermana de Alberto. Ella
tampoco había visto aún a su hermano. Cuando ellos la vieron, uno saltó con el
típico comentario un poco atrevido, al que siguió otro más bien obsceno. Alberto
se desconcertó de que se refirieran así a su hermana. Al principio dudó, pero al
ver que los comentarios subían de tono, cortó tajante: "¡Imbéciles, que es mi
hermana, sois unos cerdos!". "Oye, perdona, no sabíamos nada", se excusaron.
Todo quedó un poco tenso, porque ella les vio en ese momento, y Alberto tuvo que
irse sin que se hablara una palabra más.
Alberto estaba silencioso y con cara de pocos amigos. Dos o
tres veces le preguntaron sobre qué le pasaba. Él contestaba invariablemente:
"Nada".
En casa de los abuelos Alberto coincidió con un tío suyo,
Jorge, que acababa de terminar arquitectura, lo mismo que él soñaba ser. Tenían
de siempre mucha confianza. Alberto le contó lo que le preocupaba: "Con mis
padres, en cambio, ni se lo puedo decir. Me hablan como a un niño. No me
escuchan, me aleccionan. Además, es que viven en otro planeta...".
El padre de Alberto buscó después un momento para estar a
solas con Jorge: "No sabemos qué hacer con Alberto –le dijo–, no nos escucha".
Como tenían mucha confianza, Jorge le dijo: "Pues mira, si no os escucha, probad
a escucharle vosotros, a lo mejor es la solución".
OBJETIVO:
Lograr hablar de modo fluido y confiado sobre estos temas.
MEDIOS:
Recuperar la buena comunicación, para poder aconsejar con un mínimo de eficacia.
MOTIVACIÓN:
El padre de Alberto pensó que tenía que buscar cuanto antes
una buena ocasión para romper el hielo. "Como esperemos a que la ocasión llegue
sola –pensaba–, no haremos nada." Esa noche, leyendo el periódico, vio anunciada
una exposición sobre arquitectura y urbanismo de la ciudad a comienzos del siglo
XX. Recordó que Alberto quería ser arquitecto y probablemente le interesaría.
"Ya está, voy a llamar a Jorge y nos vamos los tres. Luego merendamos por allí.
Seguro que podremos hablar".
HISTORIA:
Alberto estaba sorprendido de que su padre por fin un día le
hubiera planteado algo como si fuera una persona normal, no un niño. La
exposición era buena y les encantó a los tres, incluso al padre de Alberto, que
al principio no estaba demasiado motivado por la arquitectura precisamente.
La conversación durante la merienda fue provechosa para
Alberto, pero sobre todo para su padre. Jorge lo supo hacer muy bien, porque fue
sacando con habilidad los temas más delicados. Alberto hablaba con confianza y
decía cosas que a su padre le dejaban asombrado, aunque procuraba no decir nada,
pues se había propuesto hablar lo imprescindible y fijarse en qué hacía su
hermano Jorge para ganarse la confianza de una persona tan difícil como parecía
ser Alberto.
Observó que Jorge escuchaba mucho y nunca manifestaba asombro
ni extrañeza. Se fijó también en que evitaba el consejo directo, y procuraba
plantear las cosas siempre a modo de pregunta, para provocar la reflexión. Jorge
sabía tirar de la lengua hasta que el otro contaba todo lo que le preocupaba, y
además era patente que para Alberto contarlo era un gran desahogo. Lo
sorprendente es que al final apenas hacían falta recomendaciones: las cosas
quedaban en claro casi sólo con comentarlas en un marco de confianza.
Salió el episodio de la salida del colegio de unos días
antes. "Al ver lo que decían de mi hermana mis amigos –comentaba Alberto–, me
pareció que eso era impresentable. Pero lo peor es que me daba cuenta de que yo
podía haber hecho o dicho algo muy parecido, o peor, en otras ocasiones. Al ver
que la otra persona era mi hermana, me di cuenta de golpe de a dónde lleva la
manera de entender el sexo a la que yo mismo había llegado."
RESULTADO:
Lo que abrió los ojos a Alberto fue darse cuenta que una vida
sin castidad marchita el buen corazón. Al comprobar el deterioro que se estaba
produciendo en el suyo, comenzó a reflexionar a fondo y a replantearse todo. Sus
padres también comprendieron que tenían que tener una actitud más confiada y
positiva, y su ayuda resultó decisiva en aquellos momentos delicados, como lo
fue también el papel de su tío: siempre es útil la colaboración de personas
cercanas a la familia, que con frecuencia tienen incluso mayor entrada que los
propios padres.
Alfonso Aguiló.
Con la autorización de:
www.interrogantes.net
2º paso. Trabajo en equipo para contestar a cinco cuestiones
a) ¿Qué pensaba Alberto de sus padres?
b) ¿Cómo había sido la educación sexual hasta el momento?
c) ¿Qué pasó con Lucía?
d) ¿Qué papel tuvo el tío Jorge?
e) ¿Cómo hablar del sexo con los hijos?
3º paso. Puesta en común del gran grupo
4º paso. Descanso de 15 minutos
5º paso. Estudio individual de la Nota técnica "Educación sexual"
>> El amor sólo se da
entre personas virtuosas
Aristóteles
¿Cómo se logra la naturalidad?
La educación sexual es algo que debe darse fundamentalmente
en casa, que compete en primer lugar a los padres. Una tarea de la que no debes
desentenderte. No digas que es cosa de ella; ni tú, que de él.
—Pero yo no sé explicarme bien. Es un tema muy delicado y será mejor dejarlo en
manos de alguien experto...
No importa que no seas un gran orador ni un gran experto.
Eres su padre, o su madre, y eso es lo importante, porque a los padres
corresponde abordar estos temas y dar una respuesta oportuna y clara a las
cuestiones que el chico plantee.
Además, no es tan difícil. En este libro aprenderás un poco,
pero hay muchas más formas de aprender. Te saldrá mejor de lo que imaginas. Será
fácil si has sabido ganarte la amistad de tu hijo.
—Es que, mira, precisamente ése es uno de los problemas...
Pues ésta es una forma de empezar a resolverlo, porque
hablándole de cosas serias, que le interesan, aumentará tu confianza con él.
Puede ser un paso importante en ese afianzamiento de vuestra amistad.
—Pues yo creo que cuando hable con mi hijo de estas cosas le va dar bastante
apuro expresarse con naturalidad...
A lo mejor tienes tú más apuro que él, y quizá seas tú quien
se encuentre un poco incómodo si no tienes costumbre de hablar de estos temas
con naturalidad. Los niños muestran curiosidad desde pequeños por las cosas
relacionadas con el origen de la vida, y hacen preguntas en ese sentido. Son los
mayores quienes proyectan lo turbio de su propia sexualidad en la pregunta del
niño, en la que normalmente no hay sino curiosidad sencilla, pasmo, sorpresa o,
como mucho, una ligera picardía.
Si los mayores no obran con naturalidad, el chico caza al
vuelo que en su pregunta hay algo raro, que no se le contesta de la misma manera
que otras veces, e incluso a veces no se le contesta. Entonces la curiosidad
aumenta, y como sabe que en sus padres no va a encontrar respuesta adecuada,
pregunta por otro sitio. Y le llega el descubrimiento a través de otras personas
que, casi siempre, lo hacen de forma maliciosa, o ruda, causándole una impresión
que será difícil borrar y que, en muchos casos, puede influir negativamente en
su vida afectiva y moral.
Hay que saber ponerse a su nivel, contestar a todas sus
preguntas, y facilitarle que hable con confianza. A esta edad está muy receptivo
ante estas cosas, y muy interesado. No rehuirá –al contrario– una conversación
orientadora al respecto.
La táctica del silencio
en estos temas
es siempre deplorable.
Te recomiendo también que, como es algo tan vinculado al
mundo afectivo de cada persona, lo trates de modo individual. Y cuando hay que
entrar en más detalle, nadie mejor que papá para explicar todo al chico, con
palabras que entienda, y mamá a la chica. De modo personal, a la edad adecuada y
con naturalidad.
—¿Y cuándo?
Aprovecha las ocasiones más favorables.
Y las ocasiones más favorables
de ordinario se presentan
cuando el niño hace preguntas
sobre estos temas.
6º paso. Trabajo en equipo para contestar a cinco cuestiones
a) ¿Qué dificultades se presentan al hablar del sexo?
b) ¿Cómo hablar con naturalidad?
c) ¿Quién debe hacer la educación sexual?
d) Las preguntas de los hijos.
e) ¿Hablar individualmente o en grupo?
7º paso. Puesta en común del
gran grupo
®Arturo Ramo
García.-Registro de Propiedad Intelectual de Teruel nº 141, de 29-IX-1999
Plaza Playa de Aro, 3, 1º DO 44002-TERUEL (España)