13. Caso Ignacio y Silva "Ambiente de exigencia" 
y Nota técnica "Rehuir el esfuerzo"

1º Paso. Estudio individual del caso Ignacio y Silva "Ambiente de exigencia"

SITUACIÓN:
    
    Ignacio y Silvia tienen tres hijos, de ocho, diez y doce años. Están preocupados. Siempre han sido unos padres bastante exigentes, pues no quieren caer en los errores que ven en algunas familias amigas, cuyos hijos están muy consentidos y son un auténtico desastre.

    Sin embargo, ellos tampoco están muy satisfechos de cómo les van las cosas. Se han dado cuenta de que su exigencia es bastante negativa. Así se lo ha hecho ver el tutor de sus hijos esa misma tarde en el colegio. Sus hijos son tímidos, poco comunicativos, se valoran poco a sí mismos. Según parece, les pesa mucho que, hagan lo que hagan, sus logros siempre son insuficientes a los ojos de sus padres.

    Aquella noche Ignacio y Silvia lo comentan con preocupación. "Es verdad –dice Silvia–, ahora lo veo todo bastante claro. Si se recrimina demasiado un defecto, el chico acaba pensando que está tan arraigado en él que es inútil luchar por corregirlo. Si confías poco en él, se le quitan las ganas de esforzarse". Ignacio está pensativo: "¿Y qué quieres que hagamos...? Hace cosas mal, y no podemos dejarlo pasar, ni aplaudirlo...


OBJETIVO:

Crear un ambiente de exigencia positivo.


MEDIOS:

Procurar cambiar los castigos y reprensiones por estímulos positivos.


MOTIVACIÓN:

    Silvia supo llevar a buen puerto aquella conversación con su marido. Le convenció para cambiar un poco la estrategia: "Vamos a probar de esa otra manera, Ignacio. Seguro que nos va mejor. Tenemos que intentar hacer ver a los chicos que estamos seguros de que harán las cosas sin que estemos constantemente exigiéndoles, regañando o castigando. Tenemos que apoyarnos más en su deseo natural de hacer las cosas bien, y fomentarlo".


HISTORIA:

    Procuraron poner en práctica lo que habían acordado. Se esforzaron en no enfadarse, no querer corregir cada detalle, procurar alabar lo que hicieran bien, y darles más confianza. Al principio fue bien, pero Ignacio perdía la paciencia de vez en cuando, y salía con alguna de sus clásicas referencias a "la juventud de ahora", y a que "cuando yo tenía tu edad...".

    Silvia no decía nada, pero luego hablaban a solas con mucha claridad: "Ignacio, tenemos que dar ejemplo nosotros primero. Si hemos quedado en no enfadarnos y no ser aguafiestas, tenemos que cumplirlo. No me digas que te lo propones y no lo consigues, porque esa razón no se la admites a tus hijos".


RESULTADO:

    Fueron firmes en su propósito y a las pocas semanas llegaron los frutos. Al cambiar un estilo autoritario por otro de más cercanía y confianza, el nivel de exigencia en la familia no se debilitó, sino que se fortaleció y se hizo más amable. Empezó a haber en la familia un clima de más confianza, y fue entonces cuando se dieron cuenta de lo mucho que habían sufrido ellos y sus hijos por no escucharse más, por no hablar las cosas, por no sacar más partido a ese sentimiento natural que todos tenemos de desear agradar, de ser útiles, de sentirnos valorados.

    Ignacio y Silvia supieron aceptar las observaciones del tutor de su hijo, y gracias a eso pusieron el acento en los estímulos positivos, que son los más eficaces en el camino de la mejora personal.

Alfonso Aguiló.  Con la autorización de:   www.interrogantes.net


2º paso. Trabajo en equipo para contestar a cinco cuestiones

a) Efectos de una exigencia excesiva.

b) El ejemplo de los padres.

c) ¿Cómo ganaron la confianza?

d) ¿Fue positiva la relación con el tutor?

e) ¿Cómo mejorar la exigencia a los hijos?


3º paso. Puesta en común del gran grupo


4º paso. Descanso de 15 minutos


5º paso. Estudio individual de la Nota técnica "Rehuir el esfuerzo"    

    Acaba de hacerse pública la noticia de que el famoso internado británico Summerhill, escuela que en los año 60 se convirtió en el modelo de la educación anti-autoritaria, tendrá probablemente que cerrar debido al bajo rendimiento de sus –sólo– 66 alumnos.

    Esta escuela, fundada en 1921 por Alexander Neill, tuvo un espectacular auge en la década de los sesenta, pero después fue perdiendo gradualmente alumnos hasta quedar ahora semidesierta.

    Su método pedagógico es realmente peculiar: no hay exámenes ni calificaciones, la asistencia a clase es voluntaria y la vida del centro se rige en gran medida de modo asambleario por los propios alumnos.

    El caso es que los alumnos de Summerhill no salen bien preparados. La realidad es que apenas van a clase y que su formación –según un reciente informe del Ministerio de Educación británico– presenta asombrosas deficiencias.

    El intento de esta escuela por erradicar el autoritarismo merece todos los elogios, pero sus resultados muestran que su planteamiento ha sido muy ingenuo. Cualquier persona ha de esforzarse seriamente para conseguir cualquier objetivo valioso en su vida, y para esforzarse seriamente en algo, resulta muy práctico –sobre todo en esas primeras etapas en las que se va conformando el carácter– procurar sujetarse a un plan exigente. Libremente, pero sujetarse.

    Hacer lo que uno entiende que debe hacer supone muchas veces un esfuerzo considerable. Y una educación responsable ha de llevar a plantear y plantearse un alto nivel de exigencia personal.

    Hay personas que son como un manojo de sentimientos, que sólo quieren aceptar la parte fácil de la vida. Quieren el fin, pero no los medios necesarios para alcanzar ese fin. Quieren ser premios Nobel sin estudiar, enriquecerse sin dar ni golpe, ganarse la amistad de todos sin hacerles un favor, o ingenuidades por el estilo. Y eso no es serio. No se enfrentan con la realidad de la vida porque están enormemente mediatizados por la comodidad.

    No distinguen entre lo que es querer seriamente lograr algo, con todas sus consecuencias y poniendo los medios necesarios, y lo que es sencillamente una ilusión, un apetecerles, un soñar soltando la imaginación. Para el trabajo se necesita más esfuerzo que para las novelas fabricadas por la fantasía.

    Son personas que quieren triunfar en la vida, como todo el mundo, pero olvidan el esfuerzo continuado que esto supone: para hacer bien una carrera son precisas muchas jornadas de clases y estudio que no siempre apetecen; para ser un buen atleta hay que perseverar en un entrenamiento muchas veces agotador; para dominar un idioma no bastan cuatro clases o unas semanas en el extranjero. Para casi todo hace falta esfuerzo y, si éste se rechaza, supone rechazar el fin, no querer de verdad.

Alfonso Aguiló.  Con la autorización de:   www.interrogantes.net


6º paso. Trabajo en equipo para contestar a cinco cuestiones

a) ¿Por qué frcasó el internado de Summerhill?

b) ¿En qué consistía el método de Summerhill?

c) Importancia del esfuerzo.

d) ¿Bastan los ideales y la fantasía?

e) ¿Cómo lograr que se esfuercen nuestros hijos?


7º paso. Puesta en común del gran grupo 


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